En 1907, James Joyce publicó su primer libro de poemas: Chamber Music, una colección de 36 poemas bastante ligeros y accesibles. El libro pasó sin mayor nota porque estaba repleto de lugares comunes y no podía compararse en lo mínimo con otras obras del autor (ese mismo año escribía Dublineses, por ejemplo). Pero pocos entendieron que más que poemas o “alusiones musicales”, eran en sí pequeñas canciones. Joyce es uno de los escasos poetas que fue también músico en el sentido estricto, y esta colección estaba construida como tal. Como él mismo le dice a su hermano Stanislaus en una carta, en febrero de 1907:

No me gusta el libro pero me encantaría que se publicara y acabar con ello. Como quiera, es el libro de un joven. Me sentí así. No es un libro de versos de amor para nada, percibo. Pero algunos de ellos son suficientemente bellos para traducirse a la música. Espero que alguien lo haga. […] además, no son pretenciosos y tienen cierta gracia.

Lo cierto es que, conforme pasó el tiempo, muchos intentaron musicalizar Chamber Music, con algunos resultados muy afortunados. Piezas que quizás no son muy conocidas, por tratarse de una obra menor de un artista mayor.

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En 1969, Syd Barrett musicalizó “Golden Hair”, el poema V de Chamber Music. Fue la única composición no original de su trabajo como solista. Pero si el escucha no sabe que es una composición de Joyce, existen todas las razones para creer que es el esfuerzo de Barrett mismo: un lamento isabelino como tantos otros que escribió. De hecho, al hacer un sutil cambio en el poema (sustituyó “midnight air” por “merry air” en el primer verso, y así evitó la repetición de la frase en el verso final), Syd argumentalmente mejoró el original.

Los poemas de Chamber Music surgieron de la adolescencia solitaria y especulativa de Joyce, como le cuenta en una carta a Nora Barnacle:

Joyce a Nora, 21 de agosto 1909:

Me gusta pensar en ti leyendo mis versos (aunque te haya tomado 5 años encontrarlos). Cuando los escribí era un niño solitario y extraño, caminando solo en las noches y pensando que algún día una niña me amaría.

Quizás por ello muchas de las líneas de “Golden Hair” parecen salidas directo del imaginario léxico de Syd Barret, y resuenan tanto con el resto de sus composiciones. Una hermosa convergencia entre dos genios.

En 2008, un grupo de 36 artistas, entre ellos Mercury Rev, Bardo Pond, Peter Buck (REM) y Lee Ranaldo (Sonic Youth), grabaron un álbum titulado Chamber Music: James Joyce (1907). Cada uno debía interpretar uno de los 36 poemas del libro, y la única directiva de Fire Records fue dejar los versos tal y como los escribió Joyce. El resultado es ecléctico y sin duda memorable. A más de 100 años de su carta a Stanislaus, Joyce estaría feliz de saber que su deseo ha sido cumplido.

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