Mágica fusión de literatura, música y teatro en «El hogar del monstruo» (1)

Por Horacio Otheguy Riveira

La flamante Compañía Teatral Hijos de Mary Shelley produce El hogar del monstruo: «Nacimos de la crisis y de una resistencia. Por eso apostamos por un teatro al desnudo…». Una desnudez muy hermosa acariciada por una luminotecnia sumamente creativa por la que desfilan historias escritas e interpretadas por intérpretes insólitos como los escritores Espido Freire y Fernando Marías que brillan con luz propia junto a otros afianzados en las artes escénicas. Una puesta en escena que une con precisión lo inquietante con el sobresalto y la dolorosa soledad de ser diferente en un mundo hostil, lo mismo en el siglo XIX que ahora en los misteriosos rincones de cualquier ciudad.

Monstruos históricos y el que nos acompaña constantemente en nuestras fantasías, la poderosa imaginación que a menudo nos trastorna, o las propias monstruosidades de las que somos capaces. El patio de butacas permanece en silencio, sobrecogido, el maestro de ceremonias se dirige a nosotros con la amabilidad de un caballero de otro tiempo, y con la certeza de que «el monstruo» también ha venido, tan silencioso como quienes llegamos para sorprendernos, emocionarnos y descubrir un nuevo tipo de teatro en el que pueden darse la mano variadas situaciones en las que no se persiguen golpes de efecto, sino una tensión dramática bordada sobre narraciones de atractivo valor literario en un entorno escénico de sublime elegancia, siempre acompañado por una seductora partitura de Luis Antonio Muñoz.

 

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Mary Shelley en brazos de su gran personaje en noche de tormenta.

Vanessa Montfort escribe algunos textos y dirige la totalidad. Su trabajo de dirección logra emocionar con pocos elementos muy bien escogidos, y sobre todo por el equilibrio tan bien logrado de todas las partes. De entrada, Fernando Marías nos recibe con una seguridad impactante, como si fuera un actor de toda la vida en el papel de un Maestro de ceremonias que conduce las historias. Por su parte, el cuerpo encantador de Espido Freire une lo literario con lo teatral, y consigue llevarnos de un extremo a otro que comienza dulcemente y acaba con sangre en las manos. Una obra maestra en el género fantástico, tan poco transitado en el teatro, más allá de los expresionistas alemanes, allá lejos y hace tiempo.

Fernando Marías y Espido Freire tienen una producción tan abundante como variada. A bote pronto, y como referencia para futuros lectores, basta con recordar algunas obras cercanas al género negro y al fantástico: Freire y sus Cuentos malvados, publicados en 2010: «99 ramalazos breves, cristalizados en cuentos de apenas unas líneas. Los temas elegidos se escurrían, viscosos y huidizos, y reptaban sobre el papel (…) Ahora abro la caja de estos cuentos para que escapen y muerdan y arañen». Marías: «Me suicidé hace dieciséis años…» Así arranca Esta noche moriré, una novela inclasificable en la que se narra una venganza meticulosa y atroz que precisa de todo ese tiempo, dieciséis años, para culminarse. Con forma epistolar, contiene la carta que un sofisticado villano, Corman, envía a Delmar, «el policía que lo detuvo y encerró».

 

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Espido Freire, autora y protagonista de una extraña aventura en tierras lejanas.

Miguel Ángel Muñoz se atreve con el personaje más complejo de su carrera teatral, y logra un singular crescendo en el abatimiento de intentar explicarse. Con texto de Vanessa Montfort, en Doctor Darwin y Mr Hyde se produce un encuentro entre los personajes creados por Robert Louis Stevenson en 1886 (El extraño caso del doctor Jekyll y Mr Hyde), admirable osadía de plasmar en una novela (varias veces llevada al cine, con algunas versiones teatrales y una ópera contemporánea) la angustiosa situación de un médico socialmente adaptado y bondadoso convertido en un hombre desalmado: dos personalidades que se rechazan y se necesitan. Stevenson se adelantó en mucho a la psiquiatría de mediados del siglo XX en el estudio de la esquizofrenia y el trastorno disociativo de la personalidad. Utilizó la excusa de beber una pócima para crear la transformación, pero hasta el día de hoy su obra es una constante referencia acerca de la subyugante y terrorífica encarnación del bien y del mal en cada ser humano. En esta pieza breve, es el cruel Hyde quien se la juega irrumpiendo en la casa de Darwin para cuestionarle su teoría de la evolución.

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Jekyll y Hyde sorprenden a Charles Darwin en una extraña confesión.

 

En El último vals de Mary Shelley, los actores-cantantes Ruth González y Enrique Sánchez-Ramos, son guiados por Vanessa Montfort en una noche de tormenta en la que la escritora británica, muy enferma, se reencuentra con el monstruo creado por el Doctor Frankenstein. Si en la novela original, este ser trágicamente vapuleado busca el incondicional amor del médico que lo creó, como un auténtico padre generoso, ahora se le presenta a la creadora literaria buscando la dulcísima aceptación de su madre. Magnífico resultado al incorporar el fenómeno romántico de la época en la creación escénica de este momento: texto, música y voces de los intérpretes nos trasladan a un universo dolorosamente encantador.

 

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El hogar del monstruo

Autores: Espido Freire, Fernando Marías, Vanessa Montfort y José Sánchez Sinisterra

Dirección y dramaturgia: Vanessa Montfort

Programa 1 (Del 21 al 30 de septiembre)

Tres obras interpretadas por Espido Freire, Miguel Ángel Muñoz, Ruth González y Enrique Sánchez Ramos

 Programa 2 (Del 1 al 9 de octubre)

Tres obras interpretadas por Enrique Sánchez Ramos, Jorge Usón, Ruth González

Maestro de ceremonias: Fernando Marías

Escenografía: Pilar Quintana

Iluminación: Rodrigo Ortega

Vestuario: Arantxa Exquerro

Música y espacio sonoro: Luis Antonio Muñoz

Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa.

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