Jóvenes intérpretes se vuelcan en el absurdo de la vida cotidiana

Por Horacio Otheguy Riveira

Integrantes de la escuela de arte dramático Work in Progress se dan cita para componer un fresco social con el común denominador de la alienación urbanita: la gran ciudad y el comportamiento ridículo con aires de pomposa seriedad en el que todos, algunos más que otros, caemos en el día a día. Perdone que le disculpe tiene la peculiaridad de que sus 13 intérpretes también se ocupan de muchos otros aspectos del espectáculo como las antiguas cooperativas teatrales.

Todos a una, con texto y dirección del maestro Vicente León, afrontan diversos aspectos con una misión:

En clave de humor se van desgranando toda una serie de desquiciadas situaciones que buscan la identificación del público para que la sana y curativa costumbre de reírnos de nosotros mismos nos alivie un poco de la presión insoportable en la que, a veces, se convierte el devenir de la cotidiana vida.

Un espectáculo compuesto por una sucesión de escenas sin otra ilación que la que provoca partir de una larga cola con sus incomodidades habituales, como si toda la compañía asumiera la penosa espera de la apertura de puertas de una oficina del INEM o cualquier otra institución. Cuando al fin ya abren, todos entran en el juego de la comedia, en el corazón palpitante de un escenario donde todo es posible.

Jóvenes actores que hacen de la expresión corporal y vocal un conjunto de situaciones hilarantes por las que se mezclan con desigual acierto —como es propio en toda representación resuelta en sketchs— historias de hombres y mujeres alejados de todo sentimentalismo y romanticismo. Llama la atención que así sea, pero esta peculiaridad está muy bien resuelta, dado que son tantas las torpezas por las que los personajes se han de mover que imposibilitan una comunicación plena y relajada. Así, en el desfile de tropiezos y certeros hallazgos resultan especialmente ingeniosas y divertidas las siguientes secuencias:

  1. Dos chicos y una chica asumen con encantadora naturalidad su condición de regocijados roñosos, felices de compartir unos cuantos momentos escatológicos de su existencia.
  2. Una chica que no acierta con su cita, la hora, el día, reina absoluta del despiste con irresistible simpatía, hasta que sorprende encarando la solución de su dilema en un gran final.
  3. Varias puertas de colores permiten una cascada de vivencias: el demencial piso adquirido con sacrificio no menos enloquecido, pero, eso sí, todo con alegría sin igual; la muchacha que llama a una puerta sin ningún resultado. No le abren ni responden, pero ella sigue llamando con sus nudillos, en pie o tumbada…; el tímido que no se atreve a llamar porque se maltrata a sí mismo condenándose a ser «tonto, más que tonto», hasta que al final lo consigue sin lugar a dudas; una parodia de clase de ballet clásico: único momento de sátira sentimental con toque gay…
  4. Diversos cuadros femeninos con reflejo de dudas, entreveses, enfrentamientos que no se producen, vaivenes en los que siempre se encuentran fabulosamente… cómodas.
  5. La gran montaña humana que escenifica el título Perdone que le disculpe: una acumulación de cuerpos que, tras la absurda situación, permite acentuar la hermandad de toda la compañía, carente de divismos.
  6. Y, entre otros, a lo largo de hora y media, tal vez el más logrado: tres que mal duermen entre pesadillas abrumadoramente graciosas. Cuando despiertan, continúa la diversión para el espectador que cae rendido ante el encanto de sus intérpretes en una buena vuelta de tuerca.

 

 

Somos un grupo de trece actores que inician con este trabajo su carrera profesional, exponiéndonos al reto de enfrentarnos al público para poner en evidencia nuestra formación y capacitación y demostrar con ello que nos encontramos preparados para la difícil tarea de hacernos valiosos y considerados para un público ávido de buenos profesionales y de espectáculos que les animen un poco su complicada vida. Encargándonos también de la gestión, producción y promoción del proyecto, como forma de culminar nuestro aprendizaje y estar preparados para desenvolvernos de la mejor forma posible en el ámbito profesional.

 

De izquierda a derecha y de arriba a abajo.
Javier Escrivá, Alba Nuñez, Pablo Zafrilla, Cristina Rouse, Mauro Castrillón, Rebeca Fernández, Alba Dominguez, Gadea Barceló, Hugo Novoa, Natasha Prokhorova, Rubén Cabrera, Maria Elaidi y Marisol Martínez.
 
Teatros Luchana. Domingos de junio y martes 27 a las 20 horas.

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