Querida Gloria ¡qué fuerte eras!

Por Pilar Martínez Manzanares. @pilar_manza

«Debemos inquietarnos por curar las simientes, por vendar corazones y escribir el poema que a todos nos contagie». Con esta frase hacemos nuestro pequeño homenaje a uno de los talentos más ilustres de la literatura española. Querida Gloria ¡qué fuerte eras!

Con férreo carácter, castiza de cuna, nacida en aquel cálido julio de 1917. El año de las juntas de defensa, el de la crisis española del 17, el año de Gloria. Lavapiés te vio crecer, con tu padre bedel, tu madre costurera, y una pasión por la escritura que con tan solo cinco años  te hizo escribir tus primero cuentos. Todos aquellos que no tuvieron fe en ti tuvieron que girar la vista al ver como solo con catorce años llegaste al panorama literario con Niñez, juventud y vejez. Entraste por la puerta grande y la cerraste de un portazo, con autoridad y firmeza.

La década de los años treinta fue grandiosa en el ámbito profesional, la muerte de tu madre, quien siempre estuvo presente en todas tus obras, te dolió, desfalleciste, pero seguiste adelante y resurgiste como el ave fénix. Nunca olvidaste ese año «A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía».

El amor te dio de lleno en tu vida, lo sentiste en cuerpo y alma. Manolo, tu novio de juventud, Carlos Edmundo de Ory, tu querido compañero de profesión, pero hubo alguien mucho más especial ¿Verdad? Phyllis Turnbull, cómo olvidarla. Quince años duró vuestra relación, os separasteis un año antes de su muerte, pero eso no fue excusa para no quedaras devastada.

Muchas personas que han estudiado tu vida y obra te han adscrito a la Generación del 50, sin embargo tu fuiste diferente, supiste llegar al pueblo como ninguna ni ninguno, «antes de contar las sílabas, los poetas tienen que contar lo que pasa», tenías mucha razón Gloria, mucha.

A pesar de tu amor por la poesía, tu primer libro en verso todavía tardaría un poco, año 1950, Isla Ignorada. Por aquella época compaginabas tu trabajo como contable con la escritura de una manera magistral. La literatura, la poesía era u oasis, y sabías aprovecharlo. Dijiste que lo único bueno que te dio la Guerra Civil fue que te hizo pacifista y te dejó un poco de metralla en el muslo, gritaste todo lo posible contra la barbarie cometida, lo intentaste, bien sé que lo intentaste.

Y de poemas a recitales de teatro. En 1952 estrenaste en el Teatro del Instituto de Cultura Hispánica tu primera obra de teatro en verso, Prometeo. ¿Lo recuerdas? El estruendoso aplausos, el público de pie en sus respectivos asientos, las luces, y el aroma a arte. Incluso recibiste el premio Valle-Inclán. En los 70 diste el paso a la televisión, TVE te abrió las puertas con el programa Un globo, dos globos, tres globos o La mansión de los Plaff. Sin embargo, hiciste algo más, diste un golpe encima del sistema conservador y patriarcal del que eras testigo con Melchora, Gaspara y Baltasara, un libro en el que las mujeres de los tres monarcas magos les sustituían en sus largas travesías. Si vieras la que se lió en la Cabalgata del año pasado por la presencia de tres reinas magas reeditarías tan magnífica obra por lo menos. Tus poemas feministas, tu lucha por los derechos de la mujer, por la igualdad sigue estando presente, aunque a muchas personas le pese.

A pesar de ello, después de recordar una vez más tu vida y obra tengo una sensación agridulce. Tu nombre se estudia en el departamento de español de muchas universidades norteamericanas, en  España la cosa cambia, algunos todavía cuestionan tu obra, y que seas parte del canon. Increíble, pero cierto. Sin embargo, hace tiempo decidí resguardarme en aquellas personas que te siguen leyendo, que te siguen admirando. Quizá ni seas consciente del legado que dejaste cuando te fuiste.

Gracias por hacernos tan fuertes, Gloria.

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