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MUSICA INFIEL Y TINTA INVISIBLE de ELVIS COSTELLO

MUSICA INFIEL Y TINTA INVISIBLE
ELVIS COSTELLO
MALPASO EDICIONES
MEMORIAS
PÁGINAS: 800
 
Por Juliano Ortiz
Elvis Costello es un connoisseur, un fanático de todas las músicas en un universo en el que muchas veces, los músicos no suelen empaparse de otros estilos, o que son reacios a escuchar géneros alejados a lo que hacen. Su ecleticismo musical proviene de un amor apasionado por todo lo que tenga que ver con los sonidos, los ritmos y todo aquello que se relacione con el mundo musical.
En esta biografía descomunal de 800 páginas, el artista se muestra transparente, vital, dueño de sí mismo pero también alejado de las convenciones, de la tradicional forma que puede llamar a la empatía. Costello es un enfermo de la música, de las pequeñas anécdotas, de los amigos, de una melodía escuchada por azar, pero todo, todo tiene algún contacto con el planeta música. Lo narrado no tiene el método cronológico, sino un caótico ensamble de fechas que no siguen un orden establecido. Así, en esa mixtura fenomenal, se puede leer un recuerdo de su infancia y a vuelta de página la reunión con un gran cantante, y a la vuelta un relato que parece ficcional pero no lo es, y a la vuelta la entrañable memoria que guarda un gesto de su padre.
Sobre su niñez, los recuerdos son generosos, minuciosos, pero con un buscado ritmo que no aburre y prepara para comprender lo que fue su adolescencia, su despertar a ese gran escenario que lo transformaría en un flaneur  insistente, obstinado, fiel a los compases y las notas musicales. Costello es detallista hasta jugar con los límites de su imaginación, resulta increíble la capacidad de memoria para detalles que parecen reproducirse frente a la vista del lector como si leyera a Stephen King.
“En 1961 tenía mi padre treinta y tres años. «Los chicos de la banda», así los llamaba siempre mi padre, me parecían hombres mayores, pero probablemente sólo rondaban los cuarenta o los habían cumplido no hacía mucho. Llevaban el uniforme de la banda: chaquetas de solapa redondeada color burdeos o azul celeste y pantalones de etiqueta con una franja lateral de satén.
En las sesiones de tarde, mi padre llevaba un traje de calle oscuro, pero tenía otro de etiqueta para cuando la ocasión lo requería. La costumbre de ponerse un traje para ir a trabajar se me quedó tan grabada que, a día de hoy, la temperatura ha de superar los 35 grados para que me quite la chaqueta”.
El músico no se detiene en contar lo sórdido de la industria musical, ni menciona las drogas, ni los excesos tan recurrentes a este mundillo. Apenas hace alusión a sus declaraciones racistas sobre sus colegas James Brown y Ray Charles, de las que reniega y califica como lamentables. Sí se detiene en sus andanzas con los grandes de la música como Paul McCartney, Tony Bennett, The Who, Bruce Springsteen, Tom Petty, bob dylan, y tantos otros.
Costello habla de sus canciones con amor, desmitifica ciertos aspectos de la construcción letrista, de la fama, de la parafernalia que rodea a la industria, y no ahorra mensajes de cariño, de aprecio a decenas de artistas que considera como gigantes, ídolos a los que admira y de los que aprende cada día. También tiene tiempo para reflexionar profundamente y afirmar ante la pregunta que tantas veces tantos nos hemos hecho: ¿es posible que una simple canción cambie las ideas de la gente? La respuesta del músico es que “Una canción puede llegarte al corazón, y el corazón puede cambiarte las ideas”
Sin dudas, esta obra es lo que todo fanático de Costello querría, y para los amantes de la música en general, abre un necesario camino para descubrir a uno de los grandes de la música pop.

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