«El rufián dichoso», de Cervantes: una de aventuras camino de santidad

Por Horacio Otheguy Riveira

Un nuevo hallazgo de La Fundación Siglo de Oro con profesionales de plena dedicación al dominio del verso y las cadencias escénicas del Siglo de Oro. Esta vez, El rufián dichoso, una obra nunca estrenada de Miguel de Cervantes, escrita en torno a 1615: lejos en el tiempo, cercana en el corazón del poema dramático y la incesante aventura de personajes clave en la época, tal como un alguacil que ha de hacer respetar la ley, mientras su mujer le engaña con un joven apuesto con mucho delito, y un bravo inquisidor que nunca se anda con chiquitas. Entrambos, dos pícaros muy distintos que andan siempre juntos: el valeroso Cristóbal de Lugo y el gran vividor Lagartija, que hace las delicias de propios y ajenos con su permanente aire de bufón.

Inspirada en hechos reales tomados de un Monasterio de México, el periplo del aventurero Cristóbal hasta redimir sus culpas contagiándose de la horrenda enfermedad de uno de sus amores ilícitos es la única Comedia de Santos que escribiera el autor del Quijote, género por entonces muy transitado por sus colegas.

Esta espléndida versión dirigida por Rodrigo Arribas y Verónica Clausich cuenta con una versión del dramaturgo José Padilla de gran alcance: respetuosa y libre a la vez para transitar las dificultades de un lenguaje arcaico con momentos de gran precisión y belleza.

Entre versos cantados dentro de una sobresaliente calidad musical de conjunto, El rufián dichoso exhibe su brío en un contexto de notables escenas de lucha cuerpo a cuerpo y con espada que combinan con precisión con sus opuestos del drama sentimental y la comedia bufa. En cada caso, un reparto de intérpretes que se entienden de maravilla en la difícil tarea de aunar estilos. Así, la mayor veteranía de la siempre formidable Montse Díez y quien fuera inolvidable Calígula, Javier Collado, con la enérgica y disciplinada juventud de Nicolás Illoro y la brillante comicidad de Pablo Vázquez son eslabones de una armónica Compañía que disfruta y hace disfrutar en el arte cervantino para conmovernos con una historia de santos sólo en apariencia beata, ya que la puesta en escena subraya el ímpetu original moralista de «Quien vive bien, muere bien; quien mal vive, muere mal», haciendo de la religiosidad una salida propia de un tiempo de extremos muy visibles, pero fácilmente adaptable a la conciencia moral del daño ajeno como un hervidero de pasiones egocéntricas a costa de la ruina de los demás. Con culpa y castigo por el propio vándalo buscado, una breve estancia en un teatro clásico montado con la agilidad y el buen ritmo de una película de aventuras con fondo melancólico: esa pena honda que surge de toda gran experiencia poética.

 

Formidables escenas de lucha cuerpo a cuerpo y portando espadas: coreografías de gran verismo en la cercanía de un escenario poblado de aventuras.

 

Nicolás Illoro en un protagonista muy exigente, del hampa sevillana a la santidad en un periplo de luchas, conquistas amorosas y sacrificio final.

 

Una gran pareja de rufianes: derecha, Lugo (Nicolás Illoro) en quien se centran todas las desventuras; izquierda, Lagartija, un pillastre con gran vitalidad (Pablo Vázquez con una comicidad de gran relieve y espléndida voz en el canto final).

 

Muerte y vida me dan pena;
no sé qué remedio escoja,
que si la vida me enoja,
tampoco la muerte es buena.
Con todo es mejor vivir,
que en los casos desiguales,
el mayor mal de los males
es el morir.
La muerte y la mocedad
hacen dura compañía,
como la noche y el día,
la salud y la enfermedad,
y edad poca y maldad mucha,
y voz de muerte a deshora,
ay del alma pecadora
que impenitente la escucha.

 

Autor: Miguel de Cervantes
Adaptación: José Padilla
Dirección: Rodrigo Arribas / Verónica Clausich
Elenco: Nicolás Illoro, Pablo Vázquez, Javier Collado, Alejandra Mayo, Montse Díez, Julio Hidalgo, José Juan Sevilla, Raquel Nogueira, Raúl Pulido
Diseño de iluminación: Alberto Yagüe
Diseño de escenografía: Anna Gil
Diseño de vestuario y caracterización: Pablo Porcel / Antonio Sicilia
Composición musical: Xavier Díaz-Latorre
Diseño audiovisual y proyecciones: Recreation Area
Diseño de espacio sonoro: Óscar Laviña
Coreografía: Tanja Skok
Maestro de armas: Javier Mejía.
Maestro de canto: Luis Miguel Baladrón

Producción: Producciones Teatrales Siglo de Oro (UNIR y Fundación Siglo de Oro)
Producción ejecutiva: Fundación Siglo de Oro
Coproducción: Pentación
Coordinación de producción: Raquel Navarrete
Taller de investigación dramatúrgica: Ernesto Arias / José Padilla / Verónica Clausich y Rodrigo Arribas
Músicos/ grabación: Manfred Kraemer (violín) / Xavier Puertas (contrabajo) / Pedro Estevan (percusión)
Prensa: Silvia Espallargas (Asi Comunica)
Soporte fotográfico y de video: Placement Comunicación
Teatro Bellas Artes, Madrid, hasta el domingo 5 de noviembre de 2017
A partir de febrero estarán en Torrelavega y en Lugo, entre otras plazas aún abiertas..
Es la misma compañía que representa Mujeres y criados y Trabajos de amor perdidos. Van combinando la gira con los tres espectáculos. También harán gira internacional en México, Colombia y Estados Unidos, como ha sucedido con los otros espectáculos de la Fundación Siglo de Oro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *