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Los verdaderos finales de 5 cuentos infantiles muy populares

Las historias infantiles clásicas suelen tener personajes entrañables y un final bonito que nos enseña una valiosa lección. Sin embargo, estos cuentos de hadas fueron depurados por estudios como Disney y desprovistos de la violencia de sus versiones originales, que rozan el cine gore más extremo. Así que si pensabas que todo se resumía en «y vivieron felices para siempre», vuelve a considerarlo después de leer el verdadero final de estos 5 cuentos:

1. La Bella Durmiente

Al parecer, en la versión de Giambattista Basile de 1634, el príncipe azul no era ni tan gentil ni tan perfecto como el de la película . De hecho, no era ni siquiera tan príncipe, se trataba de un rey que aprovecha el sueño de la chica –que se llama Talía, suponemos que nada que ver con la cantante– para embarazarla. Así, lo que la despierta no es un beso de amor verdadero sino las patadas de dos gemelos en su vientre.
Pero esto no acaba aquí, el rey está casado y su mujer, al descubrir a la amante y sus hijos, ordena que sean cocinados y servidos al rey mientras que Talía sea quemada en la hoguera. Afortunadamente, el rey violador se entera del complot y acaba quemando viva a su mujer para casarse con Talía y, no sabemos bien porqué, ella acepta. Y vivieron felices…

La bella durmiente (Varios directores, 1959)
 La bella durmiente (Varios directores, 1959)  (Foto: La bella durmiente (Varios directores, 1959))

2. Blancanieves

En este clásico relato de los hermanos Grimm de 1812 encontramos una gran cantidad de similitudes con la película de Disney de 1937. No obstante, el destino de la reina malvada que envenena a Blancanieves con una manzana no es tan accidental como la caída de un precipicio. Originalmente, la bruja es castigada por el príncipe con una tortura que bien podría salir de una película de la saga SAW. Este manda fabricar unos zapatos de hierro y los calienta hasta que están al rojo vivo, posteriormente, obliga a la Reina a bailar mientras se quema hasta la muerte.

Blancanieves y los siete enanitos (Walt Disney, 1937)
 Blancanieves y los siete enanitos (Walt Disney, 1937)  (Foto: Blancanieves y los siete enanitos (Walt Disney, 1937))

3. La Sirenita

En 1898, el danés Hans Christian Andersen escribió La Sirenita y hasta se le dedicó una estatua en el puerto de Copenhague al personaje. Aún así, en la historia real no hay cangrejos cubanos bromistas, ni peces amables, ni siquiera la transformación de la Sirenita en humana es algo tan agradable. Cuando esta camina como humana tras el pacto con Úrsula siente un dolor extremo, como si cada pisada fuera en una alfombra de cuchillos. Ah, por cierto, ¿hemos mencionado que la protagonista muere al final convertida en espuma entre terrible dolor por no poder casarse con el príncipe y casi tratarlo de asesinar?

La Sirenita (Ron Clements y John Musker, 1989)
 La Sirenita (Ron Clements y John Musker, 1989)  (Foto: La Sirenita (Ron Clements y John Musker, 1989))

4. La Caperucita Roja

La historia del francés Charles Perrault en 1697 tiene como moraleja no confiar nunca en extraños. Así, no hay ningún leñador ni cazador que salve en el último minuto a Caperucita del lobo como si se tratara de un superhéroe. Básicamente, todo es tan simple que ni aparece la abuela, sólo una niña devorada por un enorme lobo por confiar demasiado. FIN.

Blancanieves y la leyenda del cazador (Rupert Sanders, 2012)
 Blancanieves y la leyenda del cazador (Rupert Sanders, 2012)  (Foto: Blancanieves y la leyenda del cazador (Rupert Sanders, 2012))

5. La Cenicienta

El plan de las hermanastras en la versión alemana de los Hermanos Grimm (1697) para casarse con el príncipe va un poco más allá que el de la azucarada versión de Disney. Aquí las malvadas hermanastras se automutilan, cortándose pedazos de pie, para encajar en el famoso zapato de cristal. Pese a ello, dos palomas amigas de Cenicienta descubren el engaño y picotean sus ojos hasta dejarlas ciegas. Las hermanastras pasan el resto de sus vidas como mendigas ciegas y Cenicienta se casa y se vuelve millonaria en una mansión de Beverly Hills. Bueno, tal vez exageramos el final nosotros, pero se entiende la idea.

La Cenicienta (Varios directores, 1950)

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