Fractura de Andrés Neuman

Fractura
Andrés Neuman
Alfaguara
Novela

Por Juliano Ortiz
De las muchas y variadas costumbres ancestrales que tiene el pueblo japonés, el kintsugi (técnica que consiste en convertir las fracturas de un objeto en parte explícita de su propia belleza), es una de las más curiosas y que Andrés Neuman se sirve para metaforizar el argumento de Fractura, la vida del señor Watanabe.
¿Quién es el señor Watanabe? Un hombre curioso, que es sobreviviente de Hiroshima (por favor leer Hiroshima de John Hersey), y que también perdió a su familia en Nagasaki, por lo cual su vida, uno pensará obviamente, estará marcada a fuego por estos dos desastres de fines de la Segunda Guerra Mundial desde su niñez. Lo sorprendente, es que esos hitos terribles no parecen hacer un corpus en la vida de Watanabe, hasta que sucede el terremoto previo al accidente nuclear de Fukushima. Este desastre natural cobrará naturalidad en el sentimiento y en la mente de Watanabe hasta hacerlo reavivar las dolorosas cicatrices de un pasado que duerme como un volcán activo.
Neuman utiliza diversas voces para contarnos al Watanabe que fue y es. Cuatro mujeres que tuvieron mucho que ver con él se desvisten emocionalmente ante un misterioso periodista que las entrevista y busca en las palabras el sortilegio que lo conduzca a desentrañar la memoria de un hombre común y sencillo que vivió en diversos lugares y que no pudo construir lazos emocionales duraderos. Así desfilan los recuerdos del París de finales de los 60, el Nueva York de la guerra de Vietnam, un extraño y nuevo Buenos Aires de la década del 80 y el Madrid de los 90 donde la dictadura de Franco era, también para los españoles, una memoria dejada a merced del polvo en el altillo.
“De pronto la vista de Watanabe pierde foco. La realidad se convierte en una intermitencia, un párpado que vibra, un ojo astillado en múltiples ojos. Y luego queda el ruido. Sólo el ruido. Una música rota que quizá los auriculares perciban. Cada cuchara impactando a la vez en su taza. Un cascanueces del tamaño del país. La protesta bajo tierra. Y, muy al fondo, un sonido ancestral de cuerdas zarandeándose, igual que un barco en plena tempestad.
Un terremoto fractura el presente, quiebra la perspectiva, remueve las placas de la memoria”.
Neuman es un gran escritor, y lo demuestra en cada imagen, en cada instante que construye con cuidado, con manos de artesano. En la crítica anterior, comenté que Samanta Schweblin en su libro ““Pájaros en la boca y otros cuentos”, convertía a lo “no dicho” como eje de su escritura. En Fractura también vemos ese recurso, no como una búsqueda, sí como una necesaria decisión que ocurre, paradójicamente, mientras las cuatro mujeres cuentan sus vivencias con el personaje. Y si en Schweblin no encontraba en sus cuentos poesía sino más bien sequedad y sofocación (magistralmente hecha), en Neuman la poesía se intuye y si vislumbra como una luz que no enceguece al lector, una luz vital, acomodada al ritmo narrativo que tiene mucho que ver con el lugar de origen de Watanabe. Haikus, poemas y proverbios zen que el protagonista recuerda le narraba su padre, aparecen como pequeñas bellezas que no están para embellecer lo roto, lo fracturado, sino para darle un vuelo extraordinario a este libro que merece leerse con mucho interés.
Andrés Neuman (1977) nació y pasó su infancia en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos, terminó de crecer en Granada, en cuya universidad fue profesor de literatura latinoamericana. Es autor de las novelas Bariloche, La vida en las ventanas, Una vez Argentina, El viajero del siglo, Hablar solos y Fractura; los libros de cuentos El que espera, El último minuto, Alumbramiento y Hacerse el muerto; los poemarios Métodos de la noche, El jugador de billar, El tobogán, La canción del antílope, Mística abajo, No sé por qué, Patio de locos y Vivir de oído; los aforismos de El equilibrista y Caso de duda; el diccionario satírico Barbarismos; y el libro de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver. Formó parte de la lista Bogotá 39 y fue seleccionado por la revista británica Granta entre los mejores nuevos narradores en castellano. Recibió el Premio de la Crítica, el Premio Hiperión, el Premio Alfaguara y el Firecracker Award, concedido por la comunidad de revistas, editoriales independientes y libreros de EEUU. Fue finalista del Premio Herralde, alcanzó la shortlist del IMPAC Dublin Literary Award y obtuvo una Mención Especial del jurado del Independent Foreign Fiction Prize. Sus libros están traducidos a más de veinte lenguas en todo el mundo.

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