Los gansos

Por Àngels S. Amorós

José Antonio Ruiz, texto y David Pintor, ilustraciones. Los gansos (3 puntos). Salamanca: La Guarida Ediciones, 2016, 72 pp. A partir de los 12 años.

El pájaro aletea hasta la cornisa de un edificio

cercano, desde donde sostiene la mirada de Kosonen,

que vuelve a levantar el puño.

Un libro para jóvenes, ¿de verdad? Y para adultos también, eso está mejor. Una bandada de gansos intuye que el conductor del tranvía número 3 de la ciudad de Hakaniemi no es feliz y deciden que su prioridad es arrancarle una sonrisa antes de que acabe el día. Para ello, están dispuestos a arriesgar el propio pellejo y a desafiar toda lógica.

Lo que sí es cierto es que Kosonen, el conductor, solo se comunica con gruñidos y los comentarios de los pasajeros del tranvía van desde la sorpresa, el miedo y la ternura que les despiertan estos simpáticos animalitos.

Es lo que ocurre cuando un escritor madrileño afincado en Finlandia y un ilustrador gallego avezado en el humor gráfico se ponen manos a la obra. José Antonio Ruiz y David Pintor consiguen demostrar que a pesar de que nuestro trabajo no cumpla nuestras expectativas y el frío, tan intenso como el de esta pequeña ciudad nórdica, nos obligue a guarecernos en nuestro abrigo la vida sigue.

Los gansos representan la vía de escape de un alma gris que es capaz de soñar con estar en otro lugar lejos de donde se encuentra y por eso invaden su tranvía. El desenlace de la historia es muy sorprendente y el desarrollo de la trama está tan bien hilvanada y las imágenes complementan de forma tan espectacular con el texto que el lector se transforma en un pasajero más. La evolución de Kosonen resulta totalmente verosímil:

No sabe qué, pero lo intuye, lo siente, le acaricia el cielo del

paladar. Y los labios de Kosonen, lenta, perezosamente,

esbozan algo parecido a una sonrisa.

Un cuento breve que navega entre la fantasía como alternativa a la rutina como en El autobús número 75 Gianni Rodari  y la reflexión filosófica de libros como Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud, de Luis Sepúlveda.

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