Recuerdo de un gran espectáculo sobre textos de Max Aub en el 117 aniversario de su nacimiento

Max Aub Mohrenwitz fue un prolífico escritor en lengua castellana que nació en París el 2 de junio de 1903 y murió en la Ciudad de México en 1972. Maestro modesto, voz de exaltadas pasiones, reflexivo caballero, implacable hombre de a pie que intentó reflejar los más variados rincones de  sociedades en permanente conflicto a través de novelas, relatos, crónicas periodísticas y obras teatrales. Políglota de amplia cultura escogió el castellano como baluarte de una manera de ver y sentir coordenadas de rebeldía internacional.

Tuvo a lo largo de su vida cuatro nacionalidades: alemana, heredada de sus padres; francesa, por nacimiento; española, al afincarse su padre en Valencia en 1914, siendo Max menor de edad, y, finalmente, mexicana, por elección propia, al exiliarse tras la guerra civil española. asumiendo las responsabilidades ideológicas de la España republicana.

Hispano-mexicano, pues, que dedicó la mayor parte de su obra a cuestiones españolas, especialmente loable su obra maestra El laberinto mágico, compuesta por seis novelas en torno a la guerra civil.

Cuando se estrena en Madrid el espectáculo aquí reseñado, hacía mucho tiempo que permanecía olvidado de las carteleras tras la Transición posfranquista, de allí que haya resultado especialmente gratificante esta puesta en escena.

Reproducción de la crítica publicada en CULTURAMAS el 20 de mayo de 2015

Homenaje al gran Max Aub: ¡Que no se apague la luz, que no baje el telón!

Por Horacio Otheguy Riveira

Tengo tantas personalidades que cuando digo «te quiero» no sé si es verdad, un título insólito para un autor distinto, incomparable, en un espectáculo que ofrece una buena panorámica de su obra, con prolija sensibilidad y notable sentido del humor.

Al terminar la función, los conocedores de los textos de Max Aub y los debutantes forman una piña emocionante. Unos y otros ovacionan el arte de esta compañía que rinde justo tributo a uno de los grandes olvidados de la cultura del exilio republicano.

 

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De izquierda a derecha, un elenco formidable: Celia Laguna (pianista), Marta Belenguer, Miranda Gas, Jesús Cracio (director), Marc Clotet. Sentados: Julián Ortega y Carmen del Valle. En el centro, con bombín, Juan Calot en el papel de Max Aub.

Hace tiempo hubo un Max Aub intimista y espectacular en el María Guerrero donde se instaló un barco en el patio de butacas para representar San Juan, el nombre de la nave que, llena de judíos, permanecía a la deriva en busca del puerto que los acogiese. Lo dirigió Juan Carlos Pérez de la Fuente (entonces director a su vez del Centro Dramático Nacional). Muchos años después dirige ahora las seis salas del Ayuntamiento de Madrid, y acaba de bautizar por partida doble la Sala dos de Matadero. Ya se llamará para siempre Max Aub (1903-1972), desde este mes de mayo en que también se estrena este sensacional espectáculo forjado de «momentos» de un escritor muy prolífico en ensayos, novelas, obras teatrales y cuanto se le pusiera a tiro.

Max Aub es aquí interpretado por Juan Calot con mucho y noble empeño, exhibiéndole vulnerable y enérgico, tímido y audaz, hombre de letras y de teatro…; especialmente inquietante cuando recorre el largo ancho del escenario arrastrando una red con pesadas maletas y recordando algunos episodios clave de una vida en la que siempre acabas siendo extranjero, cualquiera sea la nacionalidad que tengas.

Max Aub Mohrenwitz fue un extraordinario escritor en lengua castellana que nació en París y murió en México: maestro modesto, voz de exaltadas pasiones, reflexivo caballero, implacable hombre de a pie que intentó reflejar los más variados rincones de  sociedades en permanente conflicto. Tuvo a lo largo de su vida cuatro nacionalidades: alemana, heredada de sus padres; francesa, por nacimiento; española, al afincarse su padre en Valencia en 1914, siendo Max menor de edad, y, finalmente, mexicana, por elección propia, al exiliarse tras la guerra civil española.

Hispano-mexicano, pues, que dedicó la mayor parte de su obra a cuestiones españolas, especialmente loable su obra maestra El laberinto mágico, compuesta por seis novelas en torno a la guerra civil.

En esta ocasión, con Tengo tantas personalidades… tenemos la magnífica posibilidad de entrar en un mundo donde los actores deambulan como fantasmas por los raíles de unas vías de tren, leyendo, diciendo, rememorando, conmemorando palabras y escenas, mientras la única locomotora al acecho es una pianista espléndida que acompaña el andar de todos, las emociones que se van entretejiendo entre amantes castigados por la ideología, la sed de venganza o las dudas del propio autor que se entromete en sus escenas; canciones, poemas, secuencias memorables de sus célebres Crímenes ejemplares, donde los pecados capitales juegan una broma macabra, bella y escalofriante…

Hay risas, sonrisas, estupor, y un grito final que se alza terrible y a la vez victorioso. Terrible porque impone el cotidiano estigma del teatro: ¡Que no se apague la luz, que no baje el telón! Y victorioso porque aquí está, una vez más, el teatro para señalar que por mucho silencio y mediocridad ambiente que oculte el talento, éste acaba saliendo a la luz, protegido por una luminosidad tan rica en promesas y esperanza que es incapaz de atender otro destino que no sea la continuidad del trabajo bien hecho.

 

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 Muchas gracias a toda la compañía, empezando y terminando por el gran detalle del director del complejo teatral, profundo conocedor de la obra del autor y enamorado de la misma, Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Por una vez su entusiasmo se ve compartido  por el dramaturgo José Ramón Fernández y el director Ernesto Caballero (a su vez actual director del Centro Dramático Nacional), quienes han iniciado un Taller de investigación teatral en torno a la versión escénica de El laberinto mágico. Parece que al fin podemos empezar a regocijarnos.

Max vuelve a casa y cada vez habrá más visitantes dispuestos a descubrir la permanente evolución de un hombre que ha escrito mucho en busca de verdades, con un profundo alcance trágico lleno de lirismo.

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Miranda Gas vive una noche de amor y un desenfreno trágico… Y Marc Clotet pasa de amante ardiente a nazi que no sabe qué hacer con su inesperada «judía».

Tengo tantas personalidades que cuando digo «te quiero», no sé si es verdad

Dramaturgia y dirección: Jesús Cracio

Sobre textos de Max Aub

Intérpretes: Marta Belenguer, Juan Calot, Marc Clotet, Miranda Gas, Julián Ortega, Carmen del Valle, Celia Laguna (piano), Alicia Calot (voz en off)

Escenografía: Silvia de Marta

Diseño de luces: Pilar Velasco

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Marta Belenguer, Miranda Gas y Carmen del Valle: momentazo de cabaret con tres actrices que pueden con todo.

Diseño de vestuario: Ana López Cobos

Coreografía: Marta Gómez

Fotografía: Sergio Parra

Una producción del Teatro Español

Lugar: Naves del Español. Matadero

Fechas: 14 de mayo al 14 de junio de 2015

Encuentro con el público: jueves 28 de mayo a las 21,45 horas, aproximadamente.

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Ver también:

Web Oficial de la Fundación Max Aub

«El laberinto mágico»: tragedia y celebración por una causa justa

«De algún tiempo a esta parte» con Carmen Conesa

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