Entrevista a José Luis Morante

Fotografía: Javier Cabañero

Por Isabel Alamar. 

Para esta entrevista, contamos con José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956), poeta, crítico literario, aforista y profesor jubilado. De su balance poético, desde 1990 a 2020, formado por diez poemarios en total, da cuenta esta antología titulada Ahora que es tarde (La Garúa Editorial, 2020), de la que hoy sabremos, entre otras cosas, por qué el autor decidió titularla así y qué criterios siguió para seleccionar los diferentes poemas que forman parte de ella.

 

¿Qué criterios has seguido para hacer esta selección antológica?

Esta compilación de poemas es un recorrido en el tiempo, en su condición de muestra he optado por recoger poemas de todos mis libros, desde Rotonda con estatuas (1990) hasta el poemario inédito Nadar en seco, en el que sigo trabajando. Solo quedan fuera los haikus de A punto de ver (Polibea, 2019) que, por su propósito formal y carácter unitario, me parecía que disonaban por su peculiar autonomía. En la selección de textos he consultado con el poeta Antonio Jiménez Millán, responsable del hermoso prólogo, quien me sugirió aumentar los inéditos. Le hice caso, naturalmente.

¿Por qué ahora Ahora que es tarde?

Creo que la dimensión temporal del título suscribe las distintas mutaciones en la percepción de la escritura que se dan en cada etapa vital; la condición de ser lleva implícita el latido efímero y el estar transitorio. A cada paso se renueva el presente, se consume lo vivencial. El ahora es un destello que de inmediato pasa a ser pretérito y recuerdo. De esa certeza nace el título de la antología.

¿Qué libros podemos encontrar sobre todo en tu Biblioteca?

Comencé a leer muy joven y mi biblioteca fue creciendo a buen paso con mis lecturas; mis gustos están muy definidos desde hace años y los estantes reflejan, con trazos muy concretos, la imagen lectora. Tengo una excelente colección de libros de poesía contemporánea, muchos ensayos de crítica literaria, bastantes volúmenes de filosofía e historia y crece a buen ritmo el aforismo. La novela me mira con ceño fruncido porque apenas tiene sitio en los últimos años, salvo esos nombres imprescindibles que hacen de una novela otra realidad expandida: hablo claro de José Saramago, P. Modiano, Alice Munro, J. M. Coetzee…

¿Qué es lo que más admiras y te gusta de tus amigos escritores?

Detrás de cada obra literaria hay una biografía real, así que esa conexión es un río de aprendizaje que fluye con mucha fuerza; he conocido después de tantos años a muchos escritores y algunos de ellos me honran con su amistad. Por mi forma de ser y por mi tendencia natural a la soledad no acumulo amistades ni pertenencias afectivas; prefiero la hondura en el tiempo y en la confianza. Me encantan capítulos éticos como la coherencia, la sinceridad y la lealtad. Son cualidades a años luz del cambio de cada temporada, la falsedad de lo aparente o el arribismo que busca provecho propio a cada paso.

¿Qué es lo que ha aportado la Literatura a tu vida y a tu obra?

No concibo una existencia sin libros, más allá de la especulación y la suposición gratuita; soy así porque leo y escribo, porque mis manos a diario se llenan con páginas, exposiciones argumentales, asuntos formales críticos, poemas a medias; paso muchas horas solo porque mis viajes son interiores, porque el exilio está en las vísceras de quien escribe. Algo así como un confinamiento buscado del que solo se sale de cuando en cuando.

¿Cómo entiendes que debe ser la Crítica en nuestro país?

Como usted sabe, hay distintos niveles de indagación crítica, por tanto, se requieren situaciones y enfoques diversos. La edición crítica de fondo sobre un autor, una generación o una cuestión central (el compromiso, la metaliteratura, la construcción de la voz poética, los apéndices paratextuales…) reclaman la entidad del especialista, el trabajo riguroso y a largo plazo y una amplia bibliografía de consulta. Es un trabajo apasionante, pero debe ser limitado en el tiempo por su exigencia. La crítica de artículos breves y la reseña son muy manejables y sirven, sobre todo, para visibilizar novedades; no es una tirada de petardos y adjetivos sonoros, sino un texto escrito con coherencia y fundamento que deja una opinión pausada sobre un lector informado.

¿Cuáles son los mensajes clave que se repiten una y otra vez en tus versos?

Los pertrechos temáticos de cada autor son limitados; sus recursos técnicos, también, salvo en esos creadores saltimbanquis obsesionados por los saltos sin red, que andan iluminados por la originalidad. En mis poemas, como se percibe en la antología Ahora que es tarde, que ha editado el poeta Joan de la Vega en su magnífica colección, hay un enlace medido entre periplo vivencial y escritura y un afán persistente en buscar una expresión esencial, alejada de la grandilocuencia y el mensaje encriptado; escribir es dialogar.

¿Cómo definirías tu ritmo de escritura?

Mi taller de autor se abre a diario con un horario continuo de muchas horas; el quehacer suma lecturas y, en menor medida, creación; así han ido aflorando títulos y géneros como cosecha granada en el tiempo… Son treinta años de escritura y más de treinta libros propios, creo que es un ritmo fuerte que no podré mantener siempre; la verdad es que me preocupa mucho menos publicar que leer; como decía Borges, que otros se jacten de los libros escritos; soy un lector.

Comparte un poema de tu antología, por favor, con todos nosotros.

EL MURO

 

No es mucho –nada tengo-;

estoy con los que miran

la palidez opaca y vertical.

Busco piel en su enigma

de roce y hendidura,

en tanto la razón

se vuelve fósil.

 

Solo el oxido asciende

hasta su cumbre.

Los días que amanecen, casi negros,

requieren otra luz,

callados se preguntan

en qué lugar

camina el horizonte.

La distancia es ahora

el esqueleto gris de lo posible.

Aquí la transparencia

no moja las espaldas

y tampoco sostiene

un reflejo de nubes,

las migajas del vuelo.

 

Una lluvia de arena

dispersa sus indicios

y dibuja ceniza en nuestra espera.

Palpita la vejez

cuando no hay sueños.

 

Con despojes salobres

sedimenta el desierto

al otro lado.

Voy con él.

Abrazaré mañana su vacío.

 

(Ahora que es tarde, 2020)

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