Variaciones sobre el tema del abandono

Por Laury Leite

 

La perfecta casualidad de seguir con vida. Luciana Prodan. Madrid: Ediciones Huso. 164 páginas.

 

Hay un momento en la línea temporal que dibuja La perfecta casualidad de seguir con vida —el magnífico libro de cuentos de Luciana Prodan publicado recientemente por Ediciones Huso— en que un personaje emerge del aislamiento que lo rodea y comienza a confesarnos sus tribulaciones. La confesión, me parece, es el punto de partida de casi cada una de las narraciones que componen este maravilloso mosaico del dolor y el abandono. Que no quepan dudas, estamos ante una escritora valiente, que en sus historias se atreve a mirar donde otros cierran los ojos, y con una asombrosa capacidad de observación disecciona la vida secreta de nuestras pasiones, nuestros deseos, nuestras frustraciones, nuestras relaciones. Los dieciséis cuentos que configuran el libro casi siempre surgen de la experiencia cotidiana: una mujer regresa a su casa después de un periodo en un hospital; otra espera a que suceda la Navidad y nos narra cómo fueron las navidades de su infancia; un niño se sienta a una mesa delante de un cuaderno vacío y nos relata las relaciones sentimentales de su madre.

El ámbito íntimo y cotidiano es el terreno donde Luciana Prodan planta su mirada. Como todos los grandes narradores, sus observaciones se fijan en los detalles, en lo pequeño, y a partir de ahí —de un gesto, de una voz ajena, del movimiento mínimo de una emoción— empieza a tejer una trama delicada que casi siempre se resuelve en un final perturbador. En el tono intimista de los relatos, y en el modo de narrar la intimidad, se establece una correspondencia estrecha entre La perfecta casualidad de seguir con vida y Lazos de familia de Clarice Lispector, ese otro gran libro de cuentos sobre las corrientes emotivas que fluyen en la experiencia cotidiana. Al igual que Lispector, Prodan comprende algo esencial de la vida cotidiana: que encierra una tensión emotiva, que debajo de la apariencia de normalidad siempre hay una corriente subterránea en movimiento, y que esa corriente, convulsa y extraña, es la parte más interesante de las personas. Ese doble movimiento de las situaciones cotidianas es la sustancia de la que está hecha su literatura.

Pero esa cotidianidad es solo un punto de partida. En cada uno de los cuentos hay un proceso de descomposición de la normalidad, una certeza de que el mundo narrado está a punto de quebrarse. Infidelidades, crímenes pasionales, locura, enfermedades, incesto y asesinatos se mezclan con el tejido aparentemente ordinario de la vida de los personajes. Lo interesante es que exponiendo la fragilidad de nuestras construcciones —un hogar perdido, una familia separada, un amor infiel—, aparece, como un destello fugaz, la belleza. La belleza que nace de un recuerdo, de un momento feliz en una relación posteriormente desmoronada. La belleza y la felicidad, por más momentáneas que sean, son los elementos que redimen a los personajes de su sufrimiento silencioso y les proporcionan una razón de vivir. Son una pieza fundamental del rompecabezas en que se fragmenta su historia personal. En un momento de Navidades perdidas, uno de los relatos más conmovedores del libro, la narradora rememora su infancia y dice: «Las fotos se parecen a los pedazos de nuestro propio rompecabezas. A los desechos que quedaron de nosotros y de los otros. A todos esos retazos viejos e inservibles que no nos animamos a tirar —porque son los mismos que nos constituyen—, pero que nos empeñamos en esconder como si sintiéramos miedo de nosotros mismos. Como si fuésemos el reflejo de aquellos fantasmas que nunca quisimos ver.

Y eso nunca me ha parecido justo. Porque uno siempre tiene derecho a acordarse de que en algún momento fue feliz. Porque todos fuimos felices en algún momento. Todos».

Ese es el modo que tiene Prodan de darle voz a los miedos que viven dentro de nosotros en silencio. En este sentido, su literatura es una materia que le da forma al silencio.

La mayoría de los relatos se desarrollan en espacios domésticos. Estos espacios funcionan como guaridas pero también como amenazas. La opresión familiar y el dolor que nos provocan las relaciones con nuestros seres más cercanos, que siempre oscilan entre el amor y el desprecio, son el hilo que une todas las historias. «Todos, tarde o temprano, terminamos perdidos en el mapa de nuestras propias heridas», dice el narrador de Ojos que queman, un relato hacia el final del libro. En el extravío al que alude esta frase, que aparece en un momento especial, se revela el contenido del itinerario que hemos seguido a lo largo de la lectura. Del fondo de todo lo vivido junto a los personajes, emerge una cartografía secreta de nuestras propias heridas.

Lo cierto es que en la mayoría de los relatos las heridas son infligidas por hombres. Muchas de las mujeres y los niños en el libro son víctimas de una masculinidad tóxica, de hombres que no logran asumir sus responsabilidades y huyen de la casa, abandonando a la familia, de hombres que abusan de las mujeres y los niños o buscan desahogar sus frustraciones cometiendo actos violentos contra sus parejas. Con todo, ni las mujeres ni los niños se resignan. Luchan por encontrar una forma de vida digna y sobreviven a través de sus narraciones. Se aferran a la vida quizá porque saben mejor que nadie que la vida siempre está al borde de la muerte. Esa vulnerabilidad es el prisma desde donde miran el curso de los acontecimientos. Son experiencias dolorosas, sí, y hay mucho sufrimiento en las relaciones que establecemos con los otros. Pero en el libro todo esto se transforma en belleza. A través del lenguaje, de la literatura, el dolor se transforma en belleza, y la belleza en una razón de vivir. Al final de la travesía lectora, queda la sensación de que la voz de Luciana Prodan es una voz suave y hermosa que nos comparte su asombro ante la circunstancia más extraña de todas, esa perfecta casualidad de seguir con vida.

 

 

One thought on “Variaciones sobre el tema del abandono

  • el 5 octubre, 2020 a las 8:44 pm
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    Me metí, siguiendo el rastro dejado por Laury Leite en Facebook, en una página que desconocía. Leite pone como carnada la promesa de un comentario sobre el libro de Luciana Prodan “La perfecta casualidad de seguir con vida” y por ese sendero llegué a Culturamas. Excelente la reseña del libro, queda uno con la idea de conocer a Luciana (me cuento entre los que no sabían de ella) desde el disfrute de su trabajo y como tarea, la de “conseguir” el libro. Como entrega promocional el “enganche” a Culturamas.

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