‘Millones de patrias’, de Javier Barrio y Eduardo Gutiérrez

Millones de patrias

Javier Barrio González y Eduardo Gutiérrez Gutiérrez

Páramo

Valladolid, 2020

263 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

Comentó un clásico pensador romano que la sabiduría la alcanza aquel que no se reconoce en ningún lugar. Tal vez ese extrañamiento del mundo, esa forma de asistir a la vida como quien contempla un paisaje, sea la auténtica forma de echar raíces. El alma no tiene forma y sus raíces no tienes otra consistencia que no sea la del aire, la de la respiración y, por tanto, la que cubre el planeta. La extraña sensación de vivir tras los sentidos será la que algún día se imponga. Aunque hoy en día sufrimos el acoso constante de un mundo supereconómico que enfrenta a las raíces con la globalización, o que hace que unas comulguen con el otro y nos confunde. No se puede ser uno y todos a la vez. Se puede, eso sí, ser uno y ser el semejante, el prójimo, el amigo. Pero no todo el universo al mismo tiempo, que es lo que pretende la definición económica de la globalización, esa que te da masticado y deglutido la definición de lo mejor para ti: una patria que se asemeja al espíritu más pernicioso de la tradición, a lo rígido, a lo inmóvil.

Crear patria, hacer patria, parece ser uno de los principios por los que deberíamos guiarnos. Eso sí, patria entendida como término geográfico, con fronteras. Es un poco sorprendente encontrar un ensayo sobre la definición de patria en el que apenas se mencionen las fronteras, como sucede en este Millones de patrias, que con tanto buen afán han escrito Javier Barrio González y Eduardo Gutiérrez Gutiérrez, uno desde la definición filosófica y el otro recopilando las impresiones literarias. No termina de definirse un retrato, ni terminamos de descubrir si es bueno o malo crear un país, ni es esa la intención del libro. Entramos en debate y en el debate nos quedamos, que es le lugar del diálogo, es decir, del encuentro.

En la primera parte, la filosófica, se nos habla con un lenguaje propio de los especialistas y se presenta la vinculación del término patria al de Estado. No es posible desligar uno de otor, a juicio del autor, que da por supuesto que la forma natural de organizarse la sociedad de los hombres es la del Estado. Eduardo Gutiérrez no es ajeno al malestar que genera el clima político, las declaraciones y los discursos de actualidad, a los que rebate desde el estudio. Revisa la historia del significado del término patria, desde la filología y la filosofía, y nos habla de cómo trataron tal definición pensadores clásicos, que se entregan a intentar descubrir si debería haber una versión de amor mediatizada por la pertenencia y la identidad. Gutiérrez se entrega al lenguaje y a las múltiples facetas del lenguaje, incluida la visión desde la antropología -que posee más interés en sus manos que la que retrata desde la teoría política-, para hablarnos de un concepto que no cesa de ser una utopía. “La dialéctica de los Estados, y no la dialéctica de clases, es el motor fundamental de la Historia”, comenta, obviando un poco que los Estados han sido sistemas de distribución de poder y, por tanto, de perpetuar clases, al margen de las fronteras que los definen, que imponen también clases entre Estados.

Javier Barrio se encargará de revisar la patria reflejada en la literatura a través de múltiples ejemplos, de novelas y poesía, para terminar centrándose en la propia literatura como patria. El texto está colmado de citas extensas, que se agradecen y que, como comenta el autor en algún momento, deberían llevarnos a los textos enteros a los que se refiere. La lista de autores que pasa por las pantallas de la revisión de patria es abrumadora y concluyente: Cervantes, Machado, Alberti, Goytisolo, Camus, Papini, Cavafis, Pessoa, Rilke, Zweig, Semprún, Juan Ramón Jiménez o Kafka, por mencionar solo a alguno de ellos. Aunque más elocuente es la lista de conceptos que identifica con patria, o que se han identificado con patria a lo largo de la historia de la literatura: la lengua, la fe, la infancia, la región -las raíces-, el viaje, el padre y la madre. Pero la conclusión nos llevará a otro mundo, ese del que se pueden aprovechar los manipuladores para hacernos creer que patria es lo que ellos definen y debe imponerse en nuestra voluntad, que es mundo emocional y que en literatura, y en filosofía pero no en la actualidad política, nos lleva a tratar asuntos que afectan a la sensibilidad, a la dignidad, a la humanidad. En un perro mundo económico, patria debería ser un concepto vinculado a la belleza.

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