La violencia sexual en un perturbador «Mapa de heridas», de Martínez Vila

Por Horacio Otheguy Riveira

Una obra que abarca intenciones varias, siempre huyendo del naturalismo, aunque no tanto de cierta dosis de realismo. Construida como un puzle en el que una mujer se cita con cuatro hombres mayores que violaron a su madre treinta años atrás, se desarrolla entre sensaciones a menudo imprecisas por la que el personaje principal se encamina hacia descubrimientos impensados.

La progresión dramática está implícita en un mapa de heridas físicas y emocionales, cuyo doliente recorrido lo realizan una actriz —Lola y Ana, madre e hija— y un actor desdoblado en muchos hombres desquiciados o arrepentidos, si bien encarna con sobresaliente despojamiento y talento actoral al único hombre que de verdad importa en esta obra: un Jose, buena gente, que junto a la angustiada Ana intentará un enlace revulsivo, de aceptación de uno mismo. Comienzo y final se unen dentro de una panorámica escénica en la que se entrelazan la abstracción con la objetividad; la rabia de una antigua violación con la desesperación de no saber qué hacer con uno mismo.

Se puede tener la sensación de que el autor-director se regocija en la oscuridad, contaminando el espacio de vaguedades incomprensibles, como si acumulara misterios sin llegar a desenlace alguno. Pero creo que no es así, o que, en todo caso, reclama del público una participación intelectual muy activa.

El comienzo misterioso se carga de significado en el final, lo cual invita al espectador a replantear lo visto y escuchado en una sesión teatral por completo insólita al abordar la violencia sexual desde una perspectiva diferente a lo conocido: desde dentro de su palpitante transformación de las víctimas, sin necesidad de mostrar secuencias o entrar en detalles: el proceso avanza entre breves e impactantes monólogos y diálogos concisos, no exentos de rudeza, porque es la terrorífica soledad en compañía —o en busca de alguna clase de compañía—, la que está en permanente crisis. Una crisis que no permite afrontar situaciones cotidianas sin golpes ni encontrar el placer sin desgarramientos.

Audaz propuesta que en el camino se desvía o dificulta la concentración del espectador, ya que el texto y la puesta en escena, por el mismo creador, no siempre se enlazan armónicamente. Esto crea una obra de arte desigual, que avanza a trancas y barrancas, pero este agotamiento o dificultad adquiere ribetes muy interesantes, pues también tropiezan, titubean, despiertan, protestan, viven y piensan los personajes, vagabundos sentimentales en un paisaje de botellas vacías de cerveza, jarras de agua… o una botella de espumoso en un remate por demás inesperado.

Cristina de Anta y Óscar Oliver son quienes recorren las vivencias de sus personajes sumergidos en una profunda simbiosis de palabra y acción física, con gran capacidad para transiciones tan rápidas como acertadas, dirigido su movimiento escénico por Natalia Fernandes, quien en otra ocasión definió su trabajo planteando aspectos psicofísicos que aquí adquieren notable importancia: «Las construcciones humanas parten todas de nuestra propia estructura. La anatomía como definidora de arquitecturas. La manera que lidiamos con nuestros cuerpos como definidoras de espacios, y en la medida que cambiamos nuestra relación con nuestro cuerpo, cambiamos los estructuras que construimos. No construyo para habitar, pero hábito para construir». Una imagen que ayuda mucho a aprehender algunas constantes de esta representación que adquiere formas y contenidos más interesantes, a medida que uno se aleja de la representación y convive en soledad, con la soledad de los personajes.

Foto: Antonio Colomo.
Foto: Antonio Castro.
Cristina de Anta, Sergio Martínez Vila, Óscar Oliver. (Fuente: Getty Images Europa).

Intérpretes: Óscar Oliver y Cristina de Anta
Dramaturgia / Dirección: Sergio Martínez Vila
Movimiento escénico: Natalia Fernandes
Diseño de producción: Pablo Villa Sánchez
Creativo técnico / Diseño de luces: Juan Miguel Alcarria, Antonio Colomo
Escenografía: Silvia de Marta
Diseño de vestuario y ayudante de escenografía: Nicolás Augusto
Cartel y diseño: Sofía Magán
Fotografía: Danilo Moroni
Vídeo y edición: Elena Garrido
Prensa: DyP Comunicación
Agradecimientos: Centro Cultural Paco Rabal

SALA CUARTA PARED
Del 18 al 28 de febrero de 2021 | HORARIO: De jueves a sábado las 19h30;  domingos a las 19h. | GÉNERO: Teatro | DURACIÓN: 90min | PRECIO: 14€.

 

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