«QuitamiedoS»: impactante encuentro dialéctico con el ángel de la guarda

Por Horacio Otheguy Riveira

La voz de Elvis es contagiosa, potente; con el tiempo que ha pasado desde su muerte adquiere relieve  fantástico, más aún cuando quien escucha se sabe la canción, la sigue y canta mientras conduce hasta que se lleva por delante un quitamiedos… y quien le acompaña es su ángel de la guarda, un tipo físicamente similar, con el mismo agujero en la media del dedo gordo del pie derecho…

Tras este comienzo vagamente divertido, el autor-director Iñaki Rikarte (Ildebrando Biribó: El último Cyrano; El desdén con el desdén) construye una pieza donde las fantasías más tópicas en torno a la muerte se estrellan como un coche en la carretera, un coche con un conductor borracho de felicidad y desesperación al mismo tiempo.

La elaboración de esta obra tiene muchos factores que la tornan excepcional, pero es en la base donde podemos hallar la fórmula perfecta para crear un espacio y unos personajes empáticos: una estructura muy sólida, como si un muerto y su ángel custodio fueran viejos amigos que se reencuentran dramáticamente ante un conflicto inesperado. De esta manera, la composición psicológica de los personajes fluye con la naturalidad de un teatro realista, con dos tipos que se enfrentan ante lo incomprensible porque ninguno de los dos puede dominar sentimientos tan profundos que les superan.

El conductor que vibra con Elvis agoniza tras el abandono de su esposa y una crisis profesional muy gorda, y su ángel padece algo impensable en su burocrática tarea, esencial para su protegido: cae en el mal de amores… sin posible correspondencia…

El valioso desarrollo del texto cuenta con un diálogo con muchos hallazgos que, en ningún momento, pierde la ambientación de clásico teatro psicológico, con la novedad que de la propia estructura aparentemente tradicional brota con notable energía la revelación fantástica de los deseos ocultos a uno mismo. Y lo hace en un entorno de realismo mágico con actores sensacionales como Jesús Barranco y Luis Moreno que comunican su experiencia con un grado de emotividad muy profesional; es decir, en ellos vislumbramos la creación de sus personajes mientras “somos” ellos. Distanciamiento y cercanía en el singular funambulismo metafísico en busca del arte de bien vivir y bien morir, una tragedia dulce, una comedia amarga, un espectáculo admirable, en el que vestuario, luces y música nos susurran muchas otras emociones. Las propias de un teatro tan poderosamente rico que importante es lo que exhibe y mucho más lo que sugiere.

 

 

QuitamiedoS plantea que desde que una persona muere hasta que su cuerpo se enfría y se funde con la temperatura ambiente, se está produciendo un encuentro: el del fallecido con su ángel de la guarda. La función tiene la duración de ese encuentro, donde el tiempo se mide en grados centígrados. Una curva de una carretera comarcal, con un quitamiedos roto después de un accidente de tráfico, es el contexto para descubrir una visión singular de la muerte, poética y desacralizada, y los datos de una biografía (la del accidentado) cuyas piezas no acaban de encajar en la versión oficial del accidente.

 

Jesús Barranco y Luis Moreno

Texto y dirección _ Iñaki Rikarte
Ayte. de dirección _ Garbiñe Insausti
Diseño de vestuario y escenografía _ Ikerne Giménez
Composición musical y espacio sonoro _ Luis Miguel Cobo
Diseño de iluminación: Javier Ruiz de Alegría
Producción: Kulunka Teatro
Fotografía: Aitor Matauco
Distribución: Proversus

 

TEATRO DE LA ABADÍA HASTA EL 14 DE MARZO 2021

 

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