«Nomadland»: A los que tuvieron que partir, nos veremos en el camino

Por Fernando Solla.

Tras su paso triunfante por Venecia, Toronto o los Golden Globes Awards llega a nuestras pantallas Nomadland, el nuevo largometraje de Chloé Zhao. Nos encontramos ante un filme que retrata de forma expansiva el estilo de vida itinerante del nomadismo actual. La que fue la primera forma de vida que desarrollaron los seres humanos vista por la artífice de The Rider (C.Z., 2017) y a partir de la investigación periodística de Jessica Bruder, a su vez originada por la recesión financiera resultante de la crisis de 2008. Frances McDormand lidera la propuesta como protagonista indiscutible de este relato que incluye un reparto mixto compuesto por intérpretes avezados e integrantes reales de la tribu social radiografiada en la película.

Nomadland nos sitúa en la línea cinematográfica y anímica de títulos como Nebraska (Alexander Payne, 2013). La inteligencia emocional desplegada por Zhao persiste en desplegar e indagar en la técnica de la docuficción para mostrar un retrato contemporáneo que es a la vez relato del ciclo completo del viaje interior de la protagonista. De su trabajo anterior podemos reconocer la mirada limpia y sensible, genuina y lírica. Hay una vertiente filantrópica y bienhechora vehiculada a través de un verismo y pureza intencional intachables. La mirada de Zhao observa y estudia, siempre con atención pero sin condescendencia, hasta sacar el mejor partido de cada uno de los rostros de los personajes. Una opción entre adorable y desoladora completamente inusual que sabe incluir (como parte fundacional, cimiento y sostén de su obra) toda la colectividad auténtica de nómadas y caravanas que al mismo tiempo reproduce.  Realismo que usa los códigos metalingüísticos de lo que bien podríamos considerar una égloga posmoderna y documental. La integridad artística de la autora utiliza técnicas que sobre el papel podrían evocar el monólogo interior y/o confesional y lo transforma en imágenes a través de lo que ve y vive la protagonista. De este modo, la comunidad de cuarenta nómadas es real y, en gran parte, la misma que ofreció testimonio a Bruder en su momento. Un ejercicio realmente emocionante y del que no percibiremos costura alguna que desentone en la propuesta. El tándem formado por Zhao y McDormand (además de por un episódico pero igualmente intuitivo David Strathairn) actualiza también la posibilidad del registro testimonial. Normalmente se ofrece la posibilidad a la persona(s)/personaje(s) de recuperar algún episodio de su vida una vez ya lo ha(n) vivido. En este caso la recuperación se convierte en reivindicación implícita ya que lo que se pone de manifiesto está sucediendo en tiempo presente y forma parte de una realidad que, por alusiones, también es la nuestra.

¿Qué tiene que decir el séptimo arte con respecto a las grandes crisis de la humanidad? Aunque centrada en la recesión económica de 2008 todo lo que se explica en el filme bien podemos interpretarlo a partir de nuestra situación emotivo-sensitivo-psicológico-pandémica actual. Tras (o durante) un periodo crítico hay mutaciones nacidas de la expansión del desequilibro.  De la dificultad asoma el peligro, de la depresión la ruina y del riesgo el trance. La autoría cinematográfica puede centrase en la evasión o en el compromiso con la causa, ofreciendo propuestas igualmente válidas y sobretodo útiles. Zhao opta por lo segundo a partir de una integración de géneros que bien podrían configurar una nueva cepa del neorrealismo. Como en el caso de Italia en su momento (y tras la Segunda Guerra Mundial), el movimiento surgió/surge con el objetivo claro de reflejar la problemática de la clase trabajadora del país. La miseria del día a día en su vertiente más cercana a la realidad y que, en ocasiones, optaba/opta por la utilización de localizaciones reales prescindiendo de decorados, iluminación artificial o, incluso, intérpretes profesionales.

Del western interior y la road movie a la integración de algunas connotaciones básicas del documental como pueden ser los testimonios primigenios. El punto de vista femenino resulta esencialmente relevante e imprescindible para que la vinculación y sentimiento de pertenencia y reciprocidad entre el territorio intrínseco individual y el externo circunscrito se vinculen a través de una melancolía vital entre lo astral y lo planetario. No en vano, el filme se introduce con una breve explicación de la desaparición del código postal 89405 (perteneciente a una zona rural de Nevada). Eso impulsa a Fern (McDormand) a emprender un viaje hacia el corazón del oeste americano para explorar la posibilidad de una vida no participativa de la sociedad convencional. Resulta muy importante el concepto, aplicación y vinculación simbólica de las ideas de demarcación, distrito o región, así como de las de tierra, suelo, superficie y, sobretodo, propiedad.

La labor de Zhao o partir del trabajo previo de Bruder no se convertiría en una realidad cinematográfica sin la impecable e indispensable fotografía de Joshua James Richards. La faceta más crítica se cuela de modo sutil a través de la recreación del entorno en el que vive la protagonista, realmente solícita en interiores y crepuscular, reflexiva y recóndita en exteriores (especialmente en la parte más paisajística).  El filme abandona el panfleto discursivo para centrarse en la incidencia de este contexto en la vida del personaje interpretado por McDormand y nos muestra cómo el poder dominante económico ha descubierto un suculento ahorro contratando mano de obra de bajo coste y formado en gran parte por los ciudadanos de mayor edad. Seguridad Social deficiente e ignorante de los mínimos para poder cubrir unas hipotecas inalcanzables y que ha llevado a las carreteras a estas víctimas invisibles de la recesión. Desde Dakota del Norte y la recolección en sus campos de hortalizas a los campamentos del National Forest de California y el programa CamperForce de Amazon en Texas. El largometraje refleja esta ruta frecuente entre trabajos estacionales en paralelo al itinerario personal e intrínseco de la protagonista de un modo totalmente integrado. Labores estacionales para migrantes trabajadores. Comunidad/tribu creciente cuyo hogar es también su medio de transporte. 

El trabajo de Frances McDormand funciona a un doble nivel perfectamente integrado y acorde a los requerimientos de la propuesta. No es habitual que fotografía e interpretación sean tareas hermanas de un modo tan acérrimo como aquí sucede. La lente de J.J. Richards se convierte en ojos de la actriz y viceversa. El impacto emocional lo entendemos sin palabras, especialmente el del paisaje exterior pero también el recibido ante la (im)posibilidad del vínculo en un contexto nómada. La intérprete acerca a las connotaciones ficticias de su personaje la labor que la entrevistadora (Bruder) realizó con sus testimonios. La grandeza de la visión de Zhao consigue que los interlocutores sean los mismos en ambos casos de un modo nada caprichoso y tan verosímil que convierte el visionado en algo por momentos abrumador. McDormand debe canalizar y utilizar para su personaje unos testimonios verídicos (reales y en primera persona) naturalizando su doble presencia de un modo no intrusivo y al mismo tiempo apropiándose de los mismos. Si Bruder acompañó a Linda May (uno de los ejemplos más representativos) como observadora de la intimidad laboral y doméstica, enfocada desde la limpieza de los sanitarios de un camping hasta las reuniones desérticas (aquí es donde fotografía e interpretación captarán los paisajes exteriores e intrínsecos más grandiosos), McDormand lo hará a través del periplo vital y silente de Fern. Puede parecer en algún momento que este registro dramático (excelente, sin duda) ya se lo conocemos a la actriz y quizá la sorpresa inicial no sea tan manifiesta. Sería injusto, sin embargo, no reconocer el calado progresivo de su labor y la generosidad con la que integra su función de guía del resto de la comunidad difuminando las fronteras entre sensibilidad, intuición, respeto y apariencia. Enorme trabajo que sobrepasa cualquier tipo de frontera conceptual y estricta de la profesión a la que honra y representa.

De este modo, y con extremo cuidado y fidelidad, el montaje (también de Zhao) muestra el tan delicado, complejo y completo ciclo de recuperación. Un mismo lugar (almacén de objetos o utensilios que en otro tiempo formaron parte de la vida doméstica) y su relación con la protagonista será suficiente. La triple autora (directora/guionista/montadora) no necesita más que eso para mostrar de dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro las dos caras de un estado de ánimo y toda su progresión evolutiva en momentos tan clave dentro de un largometraje como son el inicio y la conclusión. Un ejemplo definitivo y definitorio del calado progresivo y evolutivo de Nomadland. En este contexto, la composición musical de Ludovico Einaudi enfatiza el calado emotivo de todo el conjunto de un modo algo redundante ya que si bien es cierto que la partitura es hermosa y evocadora, también lo es que la el juego establecido entra la inmensidad de las imágenes y la profundidad de las miradas es ampliamente más elocuente a la hora de plasmar y transmitir toda la parte emocional. Otro de los factores concluyentes para que el resulta final sea prácticamente redondo es cómo se tratan temas como la pérdida, la enfermedad o el suicidio, por ejemplo, también en profundidad pero siempre relacionados con el viaje e itinerario marcados para Fern y, sobretodo, con la condición nómada de sus protagonistas. 

Finalmente, Nomadland sobresale por el alcance transversal de su planteamiento y por el círculo o ciclo completo que abarca el largometraje. Cómo Zhao consigue plasmar y recoger a través del recorrido e interacción de un único personaje protagonista lo que Bruder descubrió en personas de distintos ámbitos vitales supone un sensacional ejercicio de adecuación, recopilación y composición. Es cierto que se abandona en parte el contexto original del libro que muestra abiertamente cómo la oscuridad de la economía norteamericana pre-configura un futuro precario que nos es mucho más cercano de lo que imaginamos. También lo es que la celebración de la resistencia e inventiva de estas almas inquietas (cercana a las tribus o clanes fundacionales) persiste. La renuncia al enraizamiento predominante como método de supervivencia. Un canto a la negativa de abandonar la esperanza de un futuro (sostenible) en el que la directora y guionista logra no dispersar su punto de vista preliminar y mantener con rumbo firme tanto este doble viaje de auto-(re)-descubrimiento como el transito del luto y la pérdida hacia asimilación de esa sensación de liberación. Algo que el rostro y mirada de McDormand resumen en lo que también es cita de la propia autora: «A los que tuvieron que partir, nos veremos en el camino».

2 thoughts on “«Nomadland»: A los que tuvieron que partir, nos veremos en el camino

  • el 28 marzo, 2021 a las 4:08 pm
    Permalink

    Impresionante critica. Felicidades.

    Respuesta
  • el 31 marzo, 2021 a las 8:06 pm
    Permalink

    Acabo de verla y quizás por el hecho de ser multinominada y premiada, tenía grandes expectativas. Aún así es una estupenda muestra de contención, emoción, descripción y reflejo real de algo que no vemos.

    Los aspectos técnicos le dan ese empaque que toda obra necesita para ser admirada. Es como una postal continua. La música, casi siempre solo con el piano, acompaña esas imágenes estáticas que tan bien reflejan la historia.

    Me ha gustado. No entusiasmado

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *