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Felices recuerdos de Juan José Otegui: el hombre que conversaba con las manos tendidas

Por Horacio Otheguy Riveira

Los jóvenes que se acercaban a su mesa en la maravillosa cafetería del María Guerrero (hoy Sala de la Princesa) estaban de parabienes. Difícil resultaba separarse de su conversación pausada y amable, estuviera trabajando en esos días o no. Nos acercábamos periodistas, técnicos, actores. La bondad del actor que representaba como ningún otro al cascarrabias como al autoritario y el más tierno, a veces en una misma escena, se movía entre los humanos a ras de tierra, al margen de las bambalinas, con una calidez asombrosa. Sus amplios conocimientos, sus dudas, sus ironías las entregaba dispuesto a compartir sin preguntar con quién. Era suficiente con acercarse e iniciar conversación. Lo mismo con colegas de toda edad y condición. «Bajaba de los coturnos» (como decía Luis Escobar) al más arrogante, y no había divo que se le resistiera… o cayera contra las cuerdas del ridículo. Pero todo con una bondad sencillamente entrañable.

Juan José Otegui se retiró de los escenarios en 2010 y pidió que tras su fallecimiento no hubiese ni homenajes, ni funeral, ni sepelio. Además decidió donar su cuerpo a la ciencia.

Del disfrute ante sus numerosas creaciones, las tres últimas que le aplaudí. Un recuerdo imborrable.

Teatro María Guerrero, año 2000. La visita de la anciana dama, de Friedrich Dürrenmatt: el joven pusilánime que arruinó la vida de una chica es ahora su víctima, muchos años después. Dirección Juan Carlos Pérez de la Fuente. Con María Jesús Valdés y Héctor Colomé.
El Precio, de Arthur Miller, dirección de Jorge Eines: un viejo y empobrecido judío es el eje de un drama familiar en el que participa por azar, cargado de sabiduría. En escena: Ana Marzoa y Juan Echanove (Bellas Artes, 2003).
Un corazón herido que se resiste a toda humana ternura recibe la visita de un homosexual que moverá todos sus cimientos. Debut en la dirección de Juan Echanove. En escena, junto a Pere Ponce. La obra: Visitando al señor Green, de Jeff Baron (Bellas Artes, 2006)

Premio en la Fundación Aisge por toda su trayectoria:

Retirado de la escena por voluntad propia hace un par de temporadas, el gran actor ovetense admitió ante sus compañeros: “No existen palabras para glosar este tsunami de sentimientos. Cuando me anunciaron la concesión del premio, se me vinieron a la cabeza tantos recuerdos, sentimientos, tristezas y alegrías, desde la primera vez que puse los pies en Madrid hasta mi despedida en el Teatro Campoamor, que solo puedo decir gracias”. El actor Mariano Venancio y la escritora Lourdes Ortiz fueron los encargados de entregarle el galardón. “Es de esos actores con los que la interpretación parece algo fácil, como para que pensemos tontamente que sabríamos hacerlo cualquiera”, le halagó Ortiz.

 

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