“Rumor de sí”, de Rosario F. Cartes

Por Ana Isabel Alvea Sánchez.

El hondo salto de las palabras de guardar o cómo levantar versos frente a las sombras

Rosario F. Cartes es poeta y artista plástica, de raíces familiares en Moguer, lugar que lleva dentro, y se vislumbra en su poesía. Es autora de los poemarios Solo la muerte (Padilla Libros, 1998), Retazos de azul entre las sombras (Colección Esquío de Poesía, Ferrol 2005), Las vueltas de la elipse (Ediciones en Huida, Sevilla 2013) y, en 2020, ha publicado Rumor de sí, en la Editorial Bucéfalo.

Nos aclara Rogelio Reyes Cano en su reseña publicada en “ABC” que “rumor de sí” es una expresión de Moguer para decir “dar cuenta de uno mismo” y resalta la influencia de Juan Ramón Jiménez en este libro de nuestra autora.

Rumor de sí se inicia con citas de diversos autores referentes al cuerpo y al dolor, pero también a la pasión por vivir, al misterio y el espíritu, la memoria y la vida que nos forjamos, temas tratados en este libro.  Un libro de aliento y de canto, a pesar de todo, en el que expone su sentir y su experiencia sobre el dolor y la enfermedad, con un fondo de voluntad, de luz y de saber percibir el milagrear de lo pequeño. Algunas vivencias avivan la toma de conciencia de nuestra brevedad y levedad en este mundo, y Rosario nos muestra un admirable y difícil camino de cómo subvertir el dolor corporal para centrarse y elevarse con la belleza, convertirse en una torre de luz. No obstante, como es normal, no elude el desasosiego y la angustia presentes.

En el Proemio una declaración de intenciones: Vivirse: / ese es el vuelo. Y qué mejor modo de volar que ahondando.

En su primer capítulo, Sonoridades, nos habla la memoria de lo originario y salvaje, cuyo pálpito lleva a la pasión por la escritura, a la escucha de todo aquello que da razón de una, a buscar las palabras propias –uno es las palabras que sabe-,  los vocablos que se han vivido desde la infancia y  vemos que están a  punto de desaparecer. La autora desea que no se olviden esas palabras de guardar y continúe su transmisión de una generación a otra. Y en esa dicha de azulear, de nombrar y renovar los nombres, llega el dolor del cuerpo y la voluntad de elevarse y trascenderlo, resultando mucho más difícil remontar desde el dolor de la conciencia e imposible desde el dolor de la ausencia. Entonces, en lugar de expresarnos desde la dicha lo hacemos desde la herida, desde la plenitud y el vacío, desde los contrastes que nos otorga la vida. El camino de la vida y de la escritura es largo, arduo, ayuda a resistir hasta que una pueda convertirse en cigarra  ya el solo canto te asiste/ y te palpita-.

En el segundo capítulo, Bre-viario, breve el tramo de camino. En él retoma su idea de cómo el lenguaje nos conforma, breve ramo de luz en el tiempo. Diferencia la vida -constante siembra y hermoso azar- con el mundo, viario de una herida larga, que nos lleva en volandas y cuyo peaje tenemos que pagar a diario, pero también sentimos cada día el hervor en lo cotidiano. Nos hallamos ante la dicotomía entre la hermosura de la vida y el pesar del mundo, grietas que mejor olvidar para abrirse a la vida y al misterio del amor, a su sueño de eternidad del instante, aunque quede en rescoldo de tinta, pero capaz de  transformarnos. Y nos invita a compartir la alegría y a abolir el tiempo, vuelve en su memoria a la juventud, a Lisboa; nos invita a  hilvanar con versos las sombras. En esta parte clama el rumor del otro.

Finaliza con un epílogo, Ecos elementales,  en el que apela al amor que da vida y no muere,  a su madre y las huellas de su amor –Todo es ahora rumor de ti-, el rumor de la madre. Mientras el mundo, como dice el fotógrafo Sebastiäo Salgado es una historia de locos. Y aunque el mundo es injusto y deplorable,  agradecer los prodigios del verbo, la vida y la Belleza, en equilibrio, porque la poesía nos salva y el verbo nos humaniza y nos comunica con los otros.

Podemos encontrar variadas referencias culturales en los poemas: Federico García Lorca, Cernuda, la escultora Louise Joséphine Bourgeois, Val del Omar; a películas como La noche de la iguana…, una cultura vivida y sentida por la autora, quienes más le han conmovido y formado, porque la cultura también influye y constituye el ser que somos.

Poesía  lírica, elegante,  honda, intensa, depurada, enraizada en este libro en la poesía pura, donde se mezcla el lenguaje de la tribu y el lenguaje culto, de luminosa plasticidad y visualidad . Y la escritura latente, levantando los versos contra las sombras, aunque sea largo su rumor.

 

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