Hoy recordamos: “Otro romance suburbano” de Alan Moore y Juan José RYP

Portada de la obra editada hace años.

Existen obras de arte que te dejan sin respiración, asombrado, sin capacidad para decir nada…


En el mundo del cómic nos encontramos obras introspectivas, intimistas, de corte comercial, de superhéroes, históricas, etc. Pocas veces el mundo editorial permite pasar obras de carácter experimental en la que la obra de arte, efectivamente, se convierta en eso mismo. Este es, precisamente, el caso de la obra que recordamos hoy. La razón más evidente de que este trabajo fuera publicado es que tras sus páginas está Alan Moore. Digo esto puesto que, pese a la brillantez de la obra (a mi juicio es extraordinaria), no entra en el juego del mercado editorial. Tanto es así que está descatalogada.

Otro romance suburbano es un sorprendente ejercicio de maestría en la narración escrita y en la visual. Un trabajo tan repleto de información gráfica, como carente de la escrita. Una obra tan paradójica que hace falta leer y pensar. Incluso yo diría que son necesarias varias lecturas para poder darse cuenta de todos los detalles. En este sentido, pienso que la consideración de este trabajo como un cómic de corte académico podría ser adecuada. Un trabajo sesudo.

Digo esto ya que, en ocasiones, me ha transportado a la obra de Buñuel y Dalí El perro andaluz. El caminante que transita por lugares identificables, pero encontrando paradojas constantes y rupturas con algunos elementos de la realidad. Muertos que no pueden morir, puesto que simbólicamente les es imposible. Imaginarios que permanecen escritos en las paredes, mientras otros miran como la muerte se aproxima. Quizás, simplemente, tenemos que apagar la televisión.

La obra es una reinterpretación del mundo actual. Una reflexión personal de nuestro modo de vida. Una sociedad cambiante en la que todo podría llegar a pasar y ante la que pocos permanecen al margen. Quizás por ello, en sus páginas, nos vamos encontrando personajes centrales repletos de información a su alrededor, pero indiferentes. Tal vez solamente nos quede el resguardo del cine o de otras artes para intentar sobrevivir a tanta podredumbre.

La narración es metaficcional. De ahí que la obra pretende generar una emoción en el lector. Por esto, no es recomendable acercarse a este impresionante trabajo si se busca una historia convencional. Este recurso narrativo, para que nos hagamos una idea, ha sido utilizado por Joyce, por Cortázar o, incluso, por Unamuno. De ahí que, repito, esta obra es más un ejercicio académico de virtuosismo que un cómic al uso.

Por otro lado, la narración visual es también sorprendente, chocante… Te obliga a ver cada “viñeta” con calma, buscando los mensajes y las significaciones ocultas. El agua se convierte en la cara de un muerto y el suelo parecen caníbales. Espero que alguna editorial vuelva a editar esta obra tan interesante. Un trabajo en blanco y negro que te introduce en los elementos trans-subjetivos de la obra.

 

Por Juan R. Coca.

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