Realismo mágico del siglo XXI

LA TELEPATÍA NACIONAL (EUGENIO PIMENTEL EDITORES)

AUTOR: ROQUE LARRAQUY

Podríamos decir que en La telepatía nacional de Roque Larraquy se habla sobre el establecimiento de zoológicos etnológicos a finales del siglo XIX. Aunque realmente esta es la excusa de nuestro autor para componer una delirante narración que, en cierta manera, forma un tríptico con sus dos anteriores novelas. Tanto en La comemadre como en Informe sobre ectoplasma animal Larraquy se valía Larraquy como punto de partida de la protociencia o seudociencia de las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX para ahondar en experimentos oscuros, sobrenaturales y fantásticos. Como bien ha señalado Jorge Carrión en la obra de Roque Larraquy “la ciencia, la historia y lo sobrenatural son vasos comunicantes”. Configura así el autor un campo literario bastante peculiar y sugerente que, sustentado en una falsa literatura científica nos obliga precisamente a lo contrario: entender la realidad como un espejismo, una fantasmagoría, una imprecisión ontológica.

La novela se divide en tres partes. En la primera nos muestra los intentos de fundar un zoológico humano trayendo a Argentina a indios salvajes del Amazonas. El discurso es sobrio y viene enmascarado con la fisionomía de cartas y de diario. Así el autor toma distancia con la historia, lo que nos obliga a leerla “desde lejos” y asistir al espectáculo de la fantasía con una mirada abarcadora y hasta cínica.

Pero es la segunda parte la más interesante, y la que constituye el núcleo del relato. Un incidente (la huida de una india por las calles de la ciudad) sirve para catalizar imágenes y pensamientos compartidos y mostrarnos de forma directa cómo funciona la telepatía. Es en esta parte, de hecho, cuando se desvela cómo estos indígenas son capaces de comunicarse telepáticamente a través del arañazo compartido de un perezoso. Esta técnica ancestral y mística será aprovechada por el gobierno para formar una compañía secreta con el objeto de utilizar la telepatía con fines políticos y militares. El estilo a la vez diáfano y críptico, llano pero escamoteado, del autor convierte este tramo de la novela en una lectura deliciosa, de una rareza poética, que nos adentra a través de experiencias paranormales en las oscuras lindes de la mente humana. Larraquy es capaz de describir y exponer con maestría los matices de visiones y conexiones mentales. Una mezcla entre Bellatin y Borges.

La última parte es la menos interesante de la novela ya que aporta poco a la narración en sí. Si bien funciona como conclusión y balancea el relato fantástico hacia el realismo más objetivo, dotándolo de una estructura y una profundidad más complejas, en mi opinión le resta importancia al foco del relato (la parte central), que es la verdadera joya de esta obra. Sin embargo, lo que evidencia la lectura en conjunto de La telepatía nacional es la desconfianza de Larraquy hacia los géneros y su capacidad camaleónica para trasladar a otros formatos, a otras estructuras y texturas la verdadera esencia de la novela.

Larraquy es un autor interesante, con una prosa precisa y una sagacidad y sensibilidad literarias fuera de lo común. Sus propuestas siempre son arriesgadas. Un autor que se distancia de la literatura convencional y que ha demostrado, una vez más, poseer un estilo luminoso y una imaginación fabulosa.

 

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