El Síndrome de Asperger a «337 km», en busca de «paciencia, amabilidad, comprensión»

Por Horacio Otheguy Riveira

Tonín tiene 9 años, interpretado por Néstor Goenaga, quien, a sus 24 años desde el primer momento encarna al niño con evidente dominio del campo neuro-psíquico tan complejo en el que ha de mover ideas, conductas, emociones… al margen de los «neurotípicos», esa mayoría que aparece representada por el padre ausente largos años, reaparecido 337 km después, la distancia de la ciudad donde concentró una nueva vida. No sabemos qué le hace necesitar la recuperación de la relación con su único hijo: un chico muy difícil en la simplista estructura cultural de un padre que no sabe, se irrita, pierde los papeles constantemente muy lejos de aceptar las condiciones básicas para comunicarse con él: «paciencia, amabilidad, comprensión».

Diagnosticado el Síndrome de Asperger, crece el personaje junto a otros, dentro de un aparente costumbrismo español, pero el realismo se trastoca a la par de la compleja sincronización de Tonín entre sentimientos, imaginación, pasión por el espacio desde el astronauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, eso sí, aderezado por el inclemente universo de los números primos, y la imperiosa necesidad de cumplir un riguroso sistema de vida en horario de lectura, comida, sueño…

La inquietante relación que se crea entre quienes quieren al niño y se adaptan lo mejor que pueden, y el padre torpe que debe ocuparse durante una semana con ese desconocido tan rebelde a sus criterios, se expone en escena con un uso muy medido de la tensión dramática, la angustia, ligeros flashes del singular humor del chaval… y un recorrido sentimental que va creciendo con una serie de misterios entrelazados con precisión.

El autor, Manuel Benito (Un cadáver exquisito), compuso una sucesión de cuadros sin interrupción, y el director Julio Provencio (Cuando caiga la nieve) estableció una fluida comunicación entre los intérpretes a cargo de un texto que crece delicada, pero firmemente, en acciones dialogadas por las que circula una imposible comunicación padre-hijo que se acerca a posibilidades nunca antes imaginadas. Es cuando el Síndrome descubierto por el médico austriaco Hans Asperger exhibe su potente revelación: «Los niños con estas características tienen una inteligencia superior a la media y deben ser ayudados a desarrollar su peculiar personalidad». No se menciona en la obra nada de esto, tampoco que el descubrimiento del doctor sucedió en 1942, cuando el nazismo los eliminaba junto a todos los considerados diferentes a la perfección racial buscada. El texto no entra en las teorías, pero es bueno saber que hasta 1981, de la mano de una especialista británica, Lorna Wing, no se empiezan a expandir por el mundo valiosas teorías. A pesar de ello, países como España todavía están en fases primitivas de colaboración plena.

«337 km» es una espléndida introducción artística y emocional a este universo, tras el cual la principal cercanía consiste en comunicarse sin prejuicios, con las manos tendidas, capaces de dar abrazos verdaderos que parecen absolutamente imposibles.

Clemente García en el padre, y Néstor Goenaga en el niño conforman una pareja que inquieta en su desencuentro y emociona cuando rompen reglas y avanzan como si deambularan por el espacio, ese universo desconocido de ambas personalidades. Lidia Navarro se ocupa de personajes con los pies en la tierra y en el mágico estándar de Tonín, y lo hace con la profesionalidad y el carisma que he admirado en numerosas ocasiones (Un dios salvaje, Malas hierbas, Redecoración...).

 

 

Texto: Manuel Benito

Dirección: Julio Provencio

Intérpretes:
Tonín: Néstor Goenaga
Madre y otros personajes: Alicia González / Lidia Navarro
Padre y otros personajes: Clemente García

Iluminación: Juanan Morales
Espacio sonoro y musical: Julio Provencio
Escenografía y Vestuario: Yeray González Ropero 
Diseño gráfico: Jacobo Muñoz 
Comunicación: Raquel Berini 
Fotografía y vídeo: Susana Martín 
Producción ejecutiva: Julio Provencio y Manuel Benito
Ayudante de dirección: Manuel Benito

Producción: LA BELLOCH TEATRO

Agradecimientos: MARÍA SÁNCHEZ DE LA CRUZ, TEATRO DEL SOTO DE MÓSTOLES, TEATRO GUINDALERA, DAVID BENITO

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Para saber más:
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