Cine y adaptaciones: El padrino

Por Mónica Balboa.

Aunque hoy todo el mundo reconoce las virtudes de El padrino, esa película que cincuenta años después conserva intactas sus cualidades de clásico indiscutible del séptimo arte, en su momento ni los dos máximos artífices de esta obra, estaban demasiado convencidos del potencial de la historia que tenían entre manos.

La semilla de todo fue la novela El padrino de Mario Puzo, un libro que el autor escribió más como trabajo alimenticio que otra cosa. Pero la suerte quiso que las grandes editoriales se interesasen por la historia y que la Paramount Pictures comprase los derechos. Y aquí entra el segundo personaje que hizo posible el milagro, Francis Ford Coppola, director que no era la primera opción de la productora y llegó al proyecto acuciado por las deudas.

Puzo y Coppola se encargaron de escribir el guion de la película, mejorando el material de la novela al centrarse en la figura de Vito Corleone y sus tres hijos. Una vez despojada de tramas superfluas, Coppola supo atisbar el gran filme que tenía delante, uno por el que merecía la pena enfrentarse a la Paramount para obtener más presupuesto y unos actores que engrandecieran su película. Y la lucha fue ardua.

El tira y afloja entre dirección y producción comenzó con la elección del reparto. Puzo y el propio Coppola veían a Marlon Brando en la piel de Vito Corleone, pero esa opción horrorizaba a la Paramount. Con cuarenta y siete años Brando era demasiado joven para el papel y arrastraba una merecida fama de actor problemático, para colmo su estrellato parecía cosa del pasado ya que sus últimos trabajos habían sido un fiasco en taquilla. Otro escollo que Coppola tuvo que salvar fue la elección de Al Pacino como Michael Corleone. En su caso el rechazo se debía justo a lo contrario, el ser un intérprete desconocido. Coppola insistió porque lo había visto actuar en el teatro y estaba convencido de su valía. Las míticas interpretaciones de ambos en El padrino demostraron lo equivocados que estaban los productores y dejaron patente el buen ojo de Francis Ford Coppola para elegir el casting. Baste decir que sus cuatro actores consiguieron nominación a los Óscar, Brando como protagonista y el trió formado por James Caan, Robert Duvall y Al Pacino obtuvieron la nominación como secundarios, dejando fuera a John Cazale, que también podría haber entrado .

La escena de apertura del filme da pie a conocer la personalidad calmada y conciliadora de don Vito, el alma de la familia mafiosa de los Corleone. Un líder que ejerce su poder con guante de seda y cuyo carácter queda muy alejado del colérico personaje que cabría esperar. Como un rey, rige los destinos de sus súbditos, entre los que se encuentran sus tres hijos Santino, Fredo , Michael y su hija Connie.

La introducción durante la boda de Connie se convierte en el escenario perfecto para presentarnos a todos los personajes y su papel dentro de la Familia. El espectador se ve inmerso desde el principio, no en la organización criminal que esperaba, sino en una familia que lucha por su supervivencia, con personajes muy humanos que deben tomar decisiones difíciles. El capo de la mafia don Vito resulta ser un hombre con principios, que decide mantenerse al margen del negocio de estupefacientes, a pesar de darse cuenta de los beneficios que podría reportarle. Su negativa desencadena una guerra entre bandas rivales que acaban implicando a Michael Corleone, el hijo menor, que siempre se había mantenido al margen de los negocios familiares, pero acabará erigido en el líder natural para la sucesión prematura que se les viene encima.

El filme consiguió convencer a la crítica, que la encumbró. Se metió al público en el bolsillo, consiguiendo cifras de taquilla mareantes, que la llevaron a disputar el puesto de película más taquillera a filmes míticos como Lo que el viento se llevó. Y también llamó la atención de la Academia de Hollywood que le concedió once nominaciones a los Óscar, de los que materializó tres. El conseguido por Brando fue rechazado por el actor, que envió en su lugar a una activista de raza india para reivindicar los derechos de su pueblo (ahí tuvieron su punto de razón los productores al considerarlo conflictivo).

Después de un rodaje complicado y continuos desacuerdos, el resultado mereció la pena. El padrino se convirtió en un clásico instantáneo y fuente de inspiración inagotable de la que ha bebido todo el “cine de gangsters” posterior.

Ambiciosa en su puesta en escena, rodada con pulso, reúne al elenco perfecto y sigue siendo una propuesta válida que entretiene y aporta calidad al séptimo arte. Convertida en la primera gran obra maestra de Francis Ford Coppola, (el máximo representante del Nuevo Hollywood, y claro exponente de director todopoderoso que imperó en el cine de los años 70), El padrino es eterna.

 

Basada en la novela El padrino, Mario Puzo, 1969

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