«El arrojo de vivir», de Ángel Guinda

Por Pedro García Cueto.

  La editorial Olifante que ha llevado a cabo una labor muy importante en la poesía española de la mano de su directora editorial Trinidad Ruiz Marcellán acaba de editar El arrojo de vivir, antología de los poemas de amor del recientemente fallecido Ángel Guinda. Hablar del poeta aragonés es hacerlo de un hombre especial, de uno de los hombres más generosos de nuestro panorama poético y de un poeta cuya hondura ha dejado libros de gran emoción.

   La pérdida de Ángel Guinda es el acabamiento de un hombre único, pero queda su poesía que, al leerla, es un rayo de luz que llega al lector para deslumbrarlo.

  En este libro, cuya cubierta amarilla con el azul de las letras nos recuerda a un espacio donde esplende la naturaleza que tanto amó el poeta aragonés, los poemas son pura respiración, puro oxígeno que va llegando al lector como una savia que nutre, como un sol que ilumina.

   Del poema “Te seguiré queriendo”, cito estos versos:

Cuando enferme por última vez,
cuando resucite definitivamente,
te seguiré queriendo.
Y te daré mi alegría, mi tristeza,
mi serenidad, mi inquietud,
mi humildad, mi soberbia,
mi compañía, mi ausencia,
mi vida, mi muerte…

   La verdad del poeta ante el amor se expresa de lleno, porque es su fe tan grande hacia la otra persona que se desnuda totalmente hacia ella. En la poesía de Ángel Guinda hay transparencia, las palabras son cristales que relucen y donde podemos vernos como en un espejo.

  Y en “El amor aniquila” nos deja la certidumbre del paso del tiempo sobre la pareja amada, cómo la vida erosiona, no solo el cuerpo, sino también los afectos, pero siempre queda un latido que revive, una pasión que regresa, como el fugitivo que dejó la casa para siempre y vuelve, asombrado de su soledad:

En estos años últimos
tres cuerpos frecuentaron mi cuerpo.
Antes de abandonar la casa
he conversado a solas con el lecho
en el que tanta vida devoré
y donde no podría atreverme a morir.
El amor aniquila cuando la carne engendra.

   Del cuerpo que engendra al amor que se erosiona, del ser que ama hasta el tuétano, hasta el ser que regresa a su cuerpo y sabe que solo hay soledad, la poesía de Guinda se abre en canal a los sentimientos, es ofrenda al acto de amar. Tanto es así que sus poemas laten, respiran, tienen luz en la oquedad de la noche.

  Y recuperar la tensión amorosa en el poema “El placer” que es un baile con las palabras, como si el poeta hiciera el amor con el lenguaje. Tanta verdad late que vemos la seducción, además contemplamos el cuerpo como si el poeta mirara el mundo entero:

Sin dejar de moverte,
muy lentamente vas quitándote la ropa
hasta mostrar las dunas de tus hombros, del vientre,
las rodillas, los pechos pequeños y turgentes,
las nalgas y los muslos, el pubis y la espalda,
hasta quedar vestida solo con tu belleza.

   Pocos poetas han descrito el mapa del cuerpo con tanta precisión, pocos han expresado, con la destreza del amanuense, la caligrafía del vientre, de las rodillas, del pecho, etc. Pero el final del poema sobrecoge, porque es precisamente el acto amoroso una forma de vencer a la muerte.

    Y la verdad del que no está, consciente el poeta de la presencia de la muerte en la vida, sabe que un cuerpo amado siempre queda, que una caricia es un tatuaje en el pecho, un abrazo es un paisaje en el alma. Por ello, emociona cuando dice en el poema “Uno en otro”:

Cuando me vaya seguiré contigo,
acariciaré tus pies
con el barro, las piedras, los arbustos
por las montañas por las que camines.
Encaramado a tus ojos veré el cielo,
que será azul si tú lo miras.

  Hermosísimo poema, donde el que ha vivido permanece en el corazón del otro, que evoca sus caricias, su voz, su risa, el esplendor de una tarde de amor. Y el poema concluye diciendo que nadie muere siempre que alguien lo recuerda, porque el amor es más fuerte que la propia muerte: “No me voy a morir mientras tú vivas. / Cuando te vayas, seguirás en mí”.

   Este libro emociona, se toca con los dedos y vibra, se lee con los ojos y llamea en uno, se hace cenizas en los pensamientos, porque está cubierto de polvo enamorado, recordando a nuestro gran Quevedo.  Antecede a los poemas los versos emocionantes de Trinidad Marcellán: “Un poema de amor es acercarse. / Un poema de amor es una bala directa al corazón”.

     Guinda no muere, permanece en el libro, en su poesía, en su voz que vivirá siempre en los que le amaron.

 

 

TÍTULO: EL ARROJO DE VIVIR (ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR)

AUTOR: ÁNGEL GUINDA

EDITORIAL: OLIFANTE

AÑO: 2022

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *