Rey Montesinos y Alejandro Tous en una Autoficción de Josep Maria Miró

Por Horacio Otheguy Riveira

Restos del fulgor nocturno, Diálogos contemporáneos a partir de Lo fingido verdadero, de Lope de Vega, de Josep Maria Miró, es un ejercicio moderadamente interesante como texto, con demasiado egocentrismo que no llega a crecer en un sentido dramático, es decir, de acción teatral: demasiadas escenas sueltas sin trama ni emoción que las una.

La dirección del autor, con asistencia de otro talento como Pablo Canosales, sí consigue que las vaguedades de personajes y situaciones descritas adquieran momentos muy atractivos: mientras uno interpreta al Yo del autor, y el otro se ocupa de variopintos tipos humanos que apuntan a convertirse en personajes de verdad en obras más ambiciosas.

Verdad y ficción, lo verdadero que es o no lo real, el ser o no ser de la genial obra de Lope se ve transmutado en confesiones de historias cruzadas con el amor y el deseo entre hombres, como eje por donde deambula la madre, harta de besar a su hijo, pero muy deseosa de besar al actor que lo interpreta…

De aquí y de allá se pueden coger aspiraciones y logros, frustrados intentos y conquistas de pronto oscuras, luego repentinamente luminosas. Hora y media es demasiado tiempo para un ejercicio que va dando tumbos, pero al mismo tiempo es indudable que la capacidad de los únicos intérpretes doblega las carencias del texto y cautiva mi interés casi todo el tiempo. A punto de la cabezada fatal, me produjo un despertar airoso cuando Rey Montesinos interpreta a la madre del autor o se hace cargo de su propio monólogo vital de emigrante. Y en el caso de Alejandro Tous la sensible faceta de ocuparse de un muchacho alucinado ante el encargo de una pareja de alemán y argentino para que les grabe un video haciendo el amor, y poco después la revelación de un tío cura asesinado en el 36. En cada situación, una actitud corporal y un bagaje de pequeños-grandes gestos que enriquecen cuanto dice, a menudo demasiado superficial.

La escenografía de Amaya Cortaire hace hincapié en unos grandes baúles que aportan notable mirada al devenir de emigrantes en una gran ciudad portuaria como Barcelona: gente de Cuba, Argentina, Uruguay, Alemania… países de donde provienen soledades que buscan alianzas perdurables.

En definitiva, una experiencia con demasiados interruptus entre toques testimoniales, pero un trabajo muy conseguido por parte de dos actores con amplia experiencia en todos los géneros —léase televisión, cine, teatro—, que aquí resultan capaces de trascender la propia voluntad del autor-director que les ha citado, lanzados sin red a un juego de autoficción que depende fundamentalmente de sus posibilidades creativas.

Autoría y dirección Josep Maria Miró

Reparto: Rey Montesinos, Alejandro Tous

Escenografía y vestuario Amaya Cortaire

Iluminación Ganecha Gil

Asesoría de movimiento Amaya Galeote

Ayudante de dirección Pablo Canosales

Alumna en prácticas Júlia Fortaña López

Producción Compañía Nacional de Teatro Clásico

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