El peatón sentimental, de Julio José Ordovás

El peatón sentimental

Julio José Ordovás

Xordica Editorial

Zaragoza 2022   100 páginas

 

PEQUEÑA ÉPICA URBANA

 

Por Íñigo Linaje

 

Julio José Ordovás dice que una ciudad es un libro que se reescribe continua e interminablemente, de manera que todos guardamos en nuestro recuerdo la memoria vivencial de cada una de las nuestras. Esto es lo que encierra, precisamente, El peatón sentimental (Editorial Xordica), la última publicación del escritor aragonés: la memoria de los paseos por su ciudad natal -desde su infancia hasta la actualidad- punteada, eso sí, por el irremisible paso del tiempo, donde el protagonista “se ve envejecer en el espejo de sus fachadas silenciosas y en los cristales de sus escaparates.”

Algo tiene esta obra en su abordaje literario de los distintos géneros que ha cultivado el autor a lo largo de los años: el diario, la poesía y la crónica periodística. Nada hay en sus páginas, sin embargo, de ficción. Si sus dos primeros dietarios (Días sin fin y En medio de todo) estaban escritos con estilo desenfadado y una apabullante sinceridad, sus artículos de opinión -reunidos en 2006 en Papel usado– respondían a un impulso similar. Ambas maneras de operar están presentes en los textos de su último libro, que, fieles a la capacidad de observación del flaneur urbano, dibujan pequeñas viñetas cotidianas en capítulos que no exceden las dimensiones de una columna de prensa.

Dividido en dos bloques complementarios, El peatón sentimental explora, en primer lugar, los recuerdos del protagonista y la geografía de la ciudad (“Todas las ciudades del mundo están en mi ciudad”, apunta). La segunda parte, más ceñida al presente y escrita a modo de diario, retrata a los personajes anónimos que la pueblan: una vendedora de lotería, un vagabundo de origen ruso, un cantautor punk. Y esas evocaciones -consignadas al hilo de los días- revelan los estragos del tiempo y encienden la nostalgia, al tiempo que el autor hace recuento de noches y pasiones, de hallazgos musicales y literarios. Todo ese material memorístico viene envuelto en una prosa precisa y directa, que, no pocas veces, recurre a la licencia poética, algo que confiere musicalidad y ritmo al relato. De esta manera, al compás errante del viajero, se enumeran plazas y avenidas, comercios y establecimientos públicos, calles y nombres propios:  Víctor Mira, José Mª Forqué, Félix Romeo.

Cuaderno ameno lleno de epifanías secretas y belleza decadente, el último libro de Julio José Ordovás se inscribe en la tradición de la literatura del flaneur, ese subgénero que inventó Rousseau en sus meditaciones solitarias y que han cultivado, entre otros, Baudelaire y Walter Benjamin, Sergio Chejfec y Néstor Sánchez: paseantes todos ellos de las grandes urbes modernas, donde el azar obsequia al observador “pequeños regalos que contienen, en su insignificancia, un mensaje cifrado, un misterio, un relato”.

 

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