Hiram Barrios: “El aforismo es un género que no se deja asir con facilidad”

Hiram Barrios (Ciudad de México, 1983), además de traductor y crítico, es autor de los ensayos El monstruo y otras mariposas (2013) y Las otras vanguardias (2016), de los títulos de aforismo Apócrifo (2014; 2.ª ed., 2018) y Artimañas (2021), y de los compendios Lapidario. Antología del aforismo mexicano (2015; 2.ª ed., 2020), Aforistas mexicanos actuales (2019), Disparos al aire. Antología del aforismo en Hispanoamérica (2021) y El placer de fastidiar. Aforística italiana contemporánea (2022). Preparó y tradujo las antologías del italiano Eros Alesi Voces paranoicas. Bitácora inédita (2013) y Mamá Morfina. Poesía reunida (2021). En coordinación con Donato Di Poce, editó Silenzi scritti. Aforismi. Antologia Bilingüe Italiano-Spagnolo (2020), y el compendio de poesía Clandestini / Clandestinos (2021), ambos publicados en Italia. Incluido en antologías de México, España, Italia y Perú, algunos de sus escritos se han traducido al inglés, al croata y al italiano. Forma parte de la Redacción de la revista Zona di Disagio.

—Usted ha publicado varias antologías aforísticas (Lapidario Aforistas mexicanos actuales, centradas en su país, y Disparos al aire, que cubre toda América latina), y ahora ve la luz El placer de fastidiar, consagrado a la italiana contemporánea. Con este bagaje a cuestas, ¿cuál es su método a la hora de plantearse la selección de lo más granado en un género donde tan difícil resultar separar el grano de la paja?

Pregunta interesante y necesaria. Siendo el aforismo un género que no se deja asir con facilidad, resulta indispensable partir de una noción que oriente y dé sustento a la selección. Para la elaboración de Lapidario, el primer compendio que realicé, preferí características como la concisión y la economía verbal, la postura discrepante y a contracorriente, el nivel de sugerencia o evocación, el efecto sorpresivo, así como el carácter humorístico, expresado sobre todo en la ironía y la parodia. En los siguientes compendios he buscado, además, rescatar aquellos aforismos en los que el lenguaje tuviera protagonismo. Es innegable que el gusto ha sido un factor medular a la hora de la criba. Conforme las lecturas se ha ido acumulando, las exigencias han sido mayores. Ya no tengo la “inocencia” que tuve en un inicio. Ya no me sorprendo con facilidad. Los filtros de ahora son más severos que en un principio, y supongo que es notorio, sobre todo en los últimos compendios.

—Usted es un atento conocedor del aforismo que se escribe y publica en España. ¿Cuál es su valoración al respecto? ¿Posee algún perfil propio el aforismo español respecto a otros?

La pluralidad de propuestas. A diferencia de lo que se hace en México o Hispanoamérica, e incluso en Italia, en España se perciben varios caminos. Las tendencias poéticas descuellan frente a las humorística de México —herederas de los “poemínimos”, de los “periquetes” y demás propuestas que exacerban el humor y la risa, a veces muy cercanas al chistorete— o de las naturaleza filosófica que perviven en Italia. Sin embargo, este nuevo auge trae consigo también un problema: la obviedad, el sinsentido o el lugar común. Ningún aforista está excepto, pero creo que la rapidez con la que se está popularizando el género en España orilla a que se normalice más esta tara que es, además, propia de esta escritura. La cantidad de libros que han aparecido, se ha dicho, muestran la “salud” del género. Contrario al consenso, me ha parecido que apuntan más a la “enfermedad”. En últimas fechas, los mejores libros que he leído vienen de España, pero, también, hay que decirlo, los más simplones…

—También cultiva la creación aforística, donde han visto la luz sus libros Apócrifo y Artimañas. ¿Podría sintetizar en breves palabras cuál es su poética aforística?

No creo tener una “aforística”, sólo aforismos. Escribo prácticamente a diario, y me siento una vez al mes a depurar lo escrito. Reviso constantemente. Y en muchas ocasiones, más que escribir, me dedico a corregir.

—Por último, tras dos décadas de continua expansión del aforismo (publicaciones, congresos, encuentros, portales temáticos), hay quien urge a la renovación del género desde dentro para no acabar en la mera repetición de fórmulas periclitadas. ¿Está de acuerdo con esta llamada? ¿Cuáles son sus propuestas a este respecto, si las tiene?

El riesgo de la repetición siempre ha estado presente. Es parte de la naturaleza del género. No creo que estemos por agotarlo, pero sí es necesaria una revitalización. Ampliar las posibilidades estéticas hacia lo poético, como lo hace José Luis Morante o Donato Di Poce; hacia la visualidad y el caligrama, como intenta Giovanni Ronzoni; o fusionar la escritura aforística con lo narrativo, como lo han hecho con maestría en México autores como Javier Zúñiga o Brenda Franco, cuyas apuestas auguran nuevos derroteros. No contentarse con la fórmula, sino arriesgarse, jugar, experimentar. Algo interesante saldrá de eso.

 

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