«APAGÓN»: El nuevo Apocalipsis

Por Gerardo Gonzalo.

Recientemente, Movistar ha estrenado la serie, El apagón. Una ficción de cinco capítulos, independientes, rodado cada uno por un director diferente, que tiene como premisa común el que una tormenta solar ha provocado un apagón generalizado. A partir de ahí, se desarrollan cinco historias, en cinco contextos independientes, que sitúan a diferentes personajes en complejas encrucijadas, que son consecuencia de la inesperada situación de caos que se ha originado.

Empezaré diciendo que la idea de esta ficción es muy similar a la de la extraordinaria serie francesa El colapso (2019), a la que claramente toma como punto de referencia y en la que en cierto modo se inspira. Así, aprovecho para zanjar de inicio el debate de la comparación entre ambas, para decir que creo que es muy superior la francesa. Desde un punto de vista conceptual, en primer lugar, El colapso está hecha antes de la pandemia, que es la que nos ha hecho desplegar nuestros miedos, cuando situaciones como las que se plantean, antes nos resultaban casi inimaginables, teniendo así que valorar esa visión casi profética que hoy es un miedo tangible de la sociedad. En segundo lugar, desde un plano artístico, la ficción gala es mucho más audaz y mantiene unos niveles de tensión más elevados, sin apenas altibajos, siendo capaz de transmitir un desasosiego y zozobra casi permanente a lo largo de todos sus capítulos.

En cualquier caso, y ya entrando en la valoración de El apagón, no debemos tampoco desdeñarla, puesto que la serie española mantiene el interés y en algunos momentos es incluso brillante.

De hecho, la serie empieza muy bien, su primer episodio es para mí el mejor de la misma. Dirigido por Rodrigo Sorogoyen, Negación, que así se llama, plantea el inicio del caos, el momento en que todo se desencadena y comienza el apagón. Situado en la Dirección de Emergencias y Protección civil, Sorogoyen, que es un maestro de la tensión cinematográfica, sabe transmitir perfectamente esos primeros momentos, plasmando con nervio las diferentes sensibilidades, que van de la contemporización de unos responsables, a la alarma de otros, y que en su final, marca el tono posterior, cerrando así un espléndido arranque que sitúa al espectador ante un paisaje reconocible, pero que sabe que a partir de ese momento va a regirse por otras reglas.

Los tres episodios siguientes, se ciñen a situaciones concretas dentro del caos. Emergencia, en el contexto de un hospital y dirigido por Raúl Arévalo, es correcto aunque algo irregular, Confrontación, de Isa Campo, situado en el marco de una urbanización, me resulta el más flojo y Supervivencia, de Alberto Rodríguez, va algo más por libre, prima el thriller sobre el conflicto social, muy presente en el resto, pero en cualquier caso es un episodio emocionante e inquietante.

Como cierre de la serie, Equilibrio, de Isaki Lacuesta, es un buen broche que conecta con el primer capítulo y cierra un círculo que nos hace vislumbrar una salida luminosa entre tantas tinieblas.

Da la sensación que en la serie sobrevuelan dos sensibilidades. Por un lado busca plasmar un discurso social, de concienciación e igualación, entre los más y los menos desfavorecidos, interesante aunque en algunos momentos peca de ingenuo. Por otra parte, nos muestra también la trepidante acción y las respuestas angustiadas de unos personajes, que podríamos ser nosotros mismos, que deben sobrevivir en un entorno, que de repente, se ha vuelto hostil e inseguro y donde ya nada es predecible.

Una propuesta interesante, de muy buena factura, que aunque algo irregular, se deja ver, entretiene, que transmite buenas dosis de tensión y desasosiego en sus mejores momentos y un moderado interés y curiosidad en otros.

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