Esenciales de Culturamas: El paso del tiempo de Altarriba y Royo

Portada de la obra.

Hoy vamos a hablar de El paso del tiempo una obra escrita por uno de los referentes del cómic en habla castellana: Antonio Altarriba. La narración visual está firmada por Luis Royo. Ambos conforman una obra dialogada en la que se innova profundamente, gracias al uso de una narración pegada a la pintura surrealista. Pero no a cualquier surrealismo o por lo menos no optan estos creadores por el surrealismo dominante. En lugar de ello, optan por acercarse a Magritte, a un surrealismo “realista” y no tanto “psíquico” u “onírico” como plantearon otros creadores de esa corriente. Este aspecto, sin ningún lugar a dudas, convierte a la obra que vamos a analizar en un trabajo muy especial.

Estamos ante un conjunto de historias que se han ido creando entre la década de 1977 y 1987 y la editorial Norma compiló en un volumen único. Todos vosotros ya sabéis que en nuestra revista no estamos tan obsesionados por las novedades y por la actualidad. Preferimos ofrecer una serie de obras especiales o profundas, con independencia del tiempo pasada desde su publicación. Decimos esto puesto que realmente esta obra ha sido publicada hace unos cuantos años, precisamente la primera edición, en Norma, es del 2011. No obstante, todavía está en catálogo y, por lo tanto, es accesible.

En ese trabajo se nos va a mostrar la realidad que tenemos ante nosotros. Una realidad peculiar que nos obliga a tomar posición ante ella. De ahí que adoptemos una manera diferente de enfrentarnos a lo que tenemos ante nosotros, en función de nuestros propios presupuestos. Por esta razón, El paso del tiempo es chocante. Altarriba y Royo utilizan un lenguaje de carácter profundamente pictórico y poético, enmarcado, como decimos, en un constante coqueteo con el surrealismo y el lenguaje de la vanguardia.

En este sentido, los creadores poner ante nosotros un espejo metafórico y simbólico. No estamos hablando de un espejo convencional. Es decir, ese objeto que nos muestra el reflejo de lo que de lo que vemos. De ahí que no podamos vernos a nosotros en el sentido físico de la palabra. Lo que nos encontraremos será a nosotros, pero en un sentido perceptivo, imaginario y psíquico. Por esta razón, la obra se enmarca en un triángulo entre lo personal y lo social. Nuestra conformación cultural e imaginaria, se va a dar la mano con nuestra conformación mental. En este sentido, veremos claramente cómo operan esos imaginarios sociales que serán los que nos permitan, como escribió el sociólogo Juan Luis Pintos, explicar, percibir e intervenir lo que en nuestro contexto social se entiende por realidad.

En este sentido, todas nuestras concepciones previas serán puestas en cuestión constantemente. Cada página es un reto, en este sentido. Nos vamos a encontrar historias rompedoras y paradójicas. Historias que nos pueden llevar a situaciones desagradables, porque veremos y pensaremos sobre nuestros demonios internos, nuestras contradicciones, nuestras mentiras y engaños. Nos preguntaremos qué pasa cuando ante la visión naturalista de la realidad nos topamos también con un desarrollo tecnológico que lo transforma todo. Indagaremos también sobre lo que sucede cuando el ser humano se interna en un mundo extraño e indefinido. ¿Una caverna platónica? ¿Las mónadas Leibnizianas?

Por otro lado, la obra también nos conducirá, incluso, a cierto regusto típico del underground, así como a la conceptualización del Gran Hermano de Orwell, que entronca con el concepto de la biopolítica foucaultiana. Estamos, por lo tanto, ante una obra que dista de ser un cómic convencional. De hecho, la propia editorial lo ha catalogado como libro ilustrado. Bueno… ya sabemos que el mundo del cómic es innovador y amplio. Así que no tengo tan claro que no sea un cómic. Ahora bien, un cómic sumamente especial. Prácticamente no vamos a encontrar viñetas, tampoco son frecuentes los consabidos bocadillos. Tenemos una serie de imágenes que, en secuencia nos narran una particular historia que, como he dicho, necesitan del diálogo profundo con el lector, intercaladas por una serie de ensayos, reflexiones, historias, que nos van a provocar constantemente. Al final de la obra recordaremos alguna de los autores clásicos del cómic latinoamericano. Nos os digo su nombre para que lo averigüe cada persona que se adentre en las páginas de El paso del tiempo.

Por Juan R. Coca

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