Ede y Marwán, gente sencilla de barrio que canta y escribe de lujo

Por Mariano Velasco

Son artistas que presumen de haberse criado en humildes barrios madrileños y de haber estudiado en colegios públicos, que trasladan imagen de sencillez, empatía y absoluta comunicación con sus seguidores, pero que también, en lo suyo, que es cantar, son de una exquisitez indiscutible. La Casa Árabe los eligió muy acertadamente para el cartel del concierto que organizó el pasado sábado 25 de marzo con motivo de la celebración de Ramandán en Madrid. Hablamos de Ede y Marwán: lujo no, lo siguiente.

Se trata de dos artistas a priori bien distintos y con públicos diferentes, pero que tienen en común, además de lo arriba señalado, una obra con pretensiones más que evidentes de aunar dos disciplinas artísticas que combinan – cuando hay calidad como es el caso – a las mil maravillas: la música y la poesía.

Porque si hablamos de Marwán, más veterano en estas lides y con excelentes libros de poesía a sus espaldas ya publicados, está más que demostrada la pretensión literaria de sus letras. La gente de Aluche bien lo pudo comprobar este sábado al escuchar de su boca versos como “mala idea es abrir el corazón cuando viene a por nosotros el olvido” o “tu piel me la regalas, el alma continúa anestesiada”. Tiene Marwán versos que a veces pueden parecer tuits, pero que más que likes merecerían reverencias.

Y en el caso de Ede, su primer disco, Lucero, ha sorprendido sobre todo por la calidad poética de sus composiciones, más tratándose de una artista tan joven como es ella, y por contener joyitas que también pudieron escucharse el sábado en su bellísima voz, con el impecable y elegantísimo acompañamiento de Alejandra López al contrabajo, y Laia Alcolea a los teclados: “te llevo colgando del cuello como una cadena de plata, aún no sé si tus manos me reviven o me matan”, canta en Amapolas; “dime qué es lo que quieres saber, si me miras a los ojos será pa´verme caer”, entona con la preciosa melodía de Te espero.

Pero de ambos también se pueden destacar otras muchas cosas. En el caso de Marwán, al margen de su propuesta musical, que da gusto asistir a sus conciertos por la cercanía que transmite. “Muchas gracias, familia”, es una expresión habitual en él dirigiéndose a su público, al que se gana no ya como si se tratara de un cuñado majete, que los hay, sino como de un mismísimo hermano. El hermano Marwán, que diría Nach. Y más en el caso del concierto del sábado en Aluche, su barrio de toda la vida, donde se le notaba que estaba especialmente motivado actuando a pocos metros del parque en el que, con 14 añitos, se esforzaba en tratar de cantar goles en vez de canciones.

Ede

Si las letras de Ede tienden en ocasiones a bucear en oscuridades y bajones, siempre le quedan arrestos a la madrileña para volver a ese punto de superación y empoderamiento que tan bien le sienta, sacando fuerzas de donde parece no haberlas para dejarnos las cosas bien claritas: “porque si yo cargo con la pena, tú con la culpa vas a cargar”.

Además, volviendo a lo del barrio, le sale a Marwán en sus canciones cierto pose canalla a lo Sabina, ese singular aire de nocturnidad, de amores y ligues casi clandestinos, de tipo chulito más que chuleras, pero que este tío con aspecto bonachón sabe adornar- si se me permite, ahí Marwán le da cien vueltas al maestro de Úbeda – con una muy personal dosis de ternura en sus canciones: “quiero follarte lento mirándote a la cara, leer tu cuerpo en braille con las luces apagadas”.

Criada en el vecino barrio de Carabanchel, al ladito de Aluche, Ede es en cambio, haciendo precisamente alusión al título de una de las de Marwán, pura “delicadeza”. Sus temas acostumbran a indagan también en esa rebeldía tan suya ante la perfección exigida por los demás, o por la autoexigencia de una misma: “no quiero ser justa, no quiero ser pura, no quiero ser buena”, nos canta en Buena y pura después de advertirnos de que igual es que hoy no toca ser perfecta. Idea en la que insiste en su Caballo ganador con ese estribillo tan contundente con el que se acaba de ganar al público, si es que alguien todavía se le resiste: “para vosotros el caballo ganador, la corona, el altar y la sangre. Los focos no me calientan el corazón, y a mí se me hace, se me hace tarde”.

Navega Marwán en su repertorio desde las canciones más propias del cantautor de toda la vida, como las que él según dice acostumbra a dedicar a sus ex, y las más cercanas a nuevos y variados ritmos. Qué delicia disfrutar en directo de esos “cinco gramos de resentimiento” en los que el tío va y se enfunda el traje de rapero para hacerse cargo como si nada de la jodida parte de la canción que canta Nach en el disco. ¿Cómo dice?: “Tengo un león despertando por dentro, se avecina un domingo sangriento, la catástrofe va a comenzar. Tengo 5 gramos de resentimiento. destrocé este estribillo, lo siento, el rencor nunca fue comercial”.

Marwán

No cabe duda de que Ede se hace especialmente intensa e inmensa cuando se desnuda musical y emocionalmente, se despoja de toda instrumentación y se enfrenta a la canción sola con su teclado, como lo hace en Tranquila (“Pero yo no sé estar tranquila, yo estoy llena de cosas que estallan por dentro”) y, de manera muy especial, en la sublime Armas, con esos versos tan bellos como sinceros en los que va y se nos desarma: “y cuando quiero defenderme tengo las armas y la ropa en el suelo”. Pero aún nos guarda Ede un par de sorpresas más: una, presentarnos la preciosa voz de Teyou, quien ya la había acompañado en citas anteriores; y otra, arrancarse con una versión a capella, pandero cuadrado en mano, de La jardinera de Violeta Parra absolutamente deliciosa: “Para olvidarme de ti voy a cultivar la tierra. En ella espero encontrar remedio para mi pena”.

Remedio para la pena que sabe poner Marwán cuando se arranca con temas como La reina del Jäger, que nunca sabe uno dónde cojones lleva la diéresis pero que es una pasado en directo, purito rock’n roll, o el emocionante Puede ser que la conozcas, en el que vuelven a tomar cuerpo las referencias sabineras: “puede que un día la hayas visto madrugar, pero de noche no hay un alma que la acueste, se emborracha fácilmente, siempre encuentra abierto un bar”. Es decir, que pongamos que hablamos del mismísimo Madrid.

Por cierto, que si se me permite el atrevimiento para terminar, dicho sea desde mi condición de chico de barrio que también he sido y soy, de mismísimo San Blas para más señas, ya que Marwán saca disco en breve de duetos no estaría nada mal, aunque el sábado actuaran uno detrás de la otra y no llegaran a coincidir sobre el escenario, que surgiera una colaboración futura entre ambos artistas. Si no es en el próximo disco de Marwán, que supongo que a estas alturas ya estará cerrado, si más adelante. Gente de barrio: propongamos desde aquí un encuentro, si hace falta en un lugar neutral, entre el  Carabanchel de Ede y el Aluche de Marwán.

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