Los cómics y las tragedias ecológicas

Portada de La cuenta atrás (ECC)

Recientemente hemos podido leer el parecer de algunos pensadores que consideran que el ecologismo tiene una vertiente ideológica relacionada con el control social. Posiblemente esto tenga parte de razón, ya que la información aportada por la ecología (la ciencia) y las tragedias ambientales que hemos ido permitiendo o fomentando, son realmente alarmantes. De ahí que hablar de ecología implica, de un modo u otro, terminar hablando de moral (comportamiento humano llevado a cabo en función del bien o el mal). Por todo ello, los trabajos realizados desde el mundo del cómic tienen este componente moral del que hemos hablado. Al fin y al cabo, cuando mostramos las consecuencias de las acciones humanas también estamos haciendo referencia a la moral, tal y como mostraron pensadores tales como John Stuart Mill, Esperanza Guisán o James Griffin. No es el lugar para ponernos a desarrollar aspectos del pensamiento ético de estas personas, así que nos centraremos en el análisis de algunos cómics recientes (aunque antes mencionaremos otros de hace tiempo) sobre tragedias ecológicas que, de un modo u otros, van a afectar en nuestra conciencia medioambiental. Comencemos.

Todos conocemos la versión que Alan Moore realizó de La cosa del pantano (ECC). En ella había un alegato a favor de la protección de la naturaleza, entretejida con historias de corte más terrorífica. También podríamos considerar que WE3 (ECC), la obra de Grant Morrison de la que ya os hemos hablado en Culturamas, es otro trabajo que pretende defender los derechos de los animales. Así mismo, en el cómic estadounidense se han desarrollado diversos tipos de personajes con marcado carácter naturalista (con independencia del mensaje emitido). Hablamos de animal mal, Ra’s al Ghul, Hiedra Venenosa, entre otros.

Por otro lado, la vertiente del cómic distópico también nos conduce a reflexionar sobre estas posibles situaciones futuras. En línea con esto, un trabajo que se aproxima a una distopía, aunque no lo es tanto, es Toxic Planet (Dibbuks) de David Ratte. Otras distopías más marcadas son y que pueden tener relación con esto Y: El último hombre (ECC) de Brian K. Vaughan o con el reciente Carbono y silicio (Dibbuks) de Mathieu Bablet. En estos trabajos el ser humano, de un modo u otro, ha terminado con parte de su propio planeta en un proceso desenfrenado de ausencia de cualquier tipo de responsabilidad ética o moral.

Portada de Algas Verdes (Astiberri)

Pues bien, hace poco las editoriales Astiberri y ECC han publicado, respectivamente, Algas Verdes y La cuenta atrás. Dos excelentes trabajos que nos hablan de las tragedias ecológicas que hemos permitido que sucedieran por la inacción humana.

Algas Verdes de Inès Léraud y Pierre Van Hove es un trabajo documental centrado en la zona francesa de la Bretaña. Allí, en sus playas, se pudo constatar la presencia desmesurada de unas algas verdes que producían compuestos tóxicos. Dichos compuestos, fruto de la gran acumulación de este organismo, generó la muerte de personas y animales. La obra, contada de un modo documental, nos va narrando los sucesos relacionados con las reivindicaciones, las protestas, las reuniones científicas, etc. En la obra se cuestionan las diferentes estrategias de producción agrícola y se muestran la convergencia entre los intereses económicos y políticos para no atender al problema.

El segundo trabajo La cuenta atrás de Carlos Portela y Sergi San Julián, es una historia retrospectiva sobre el impacto de un petrolero en las costas gallegas. El cómic comienza en el presente y episodio a episodio vamos hacia atrás en el tiempo. En la obra se comprueba como las acciones humanas se van ajustando a los intereses individuales y colectivos. También podremos comprobar los ajustes que los razonamientos de unos y otros van realizando en función del decurso de los acontecimientos.

Los dos trabajos que acabamos de comentar son, indudablemente, cómics de gran relevancia por su calidad narrativa. De hecho, en ambos casos, veremos que los políticos de turno terminan si ser afectados gracias a las artimañas del poder. En cambio, las personas sufren las consecuencias de las inacciones políticas y también las consecuencias ecológicas de aquellos actos. Ambos trabajos nos harán reflexionar sobre la ética social e individual que el ser humano pone en funcionamiento, según sus necesidades e intereses. En este sentido podremos comprobar la manera de ajustar los razonamientos en función de los desajustes vitales a nuestras expectativas. Ante esto parece que solamente tenemos una opción. Dicha opción es moral y ecológica, pero -como vimos al comienzo- hay a muchos que esto no les parece así.

 

Por Juan R. Coca

 

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