“Romeo y Julieta despiertan…”: una muy pobre tragicomedia

Horacio Otheguy Riveira.

Despertaba expectación. Por los protagonistas, por el equipo creativo, y por el cariño profundo que millones de espectadores sienten por estos personajes que han protagonizado muchas películas, versiones teatrales diversas en varios idiomas —incluido un musical español, de momento con corto recorrido—, radionovelas y cómics. Allí están. Para siempre entre nosotros, tan ardientes, padeciendo crueles injusticias. De allí que cuando José Luis Gómez encargara una visión a quienes habían sido invitados triunfantes en La Abadía, muchos consideramos un acierto. Lo cierto es que, visto lo visto, preferiríamos que no hubieran despertado.

El autor y el director (Petschinka y Rafael Sánchez, respectivamente) aterrizaron en Madrid en 2018, presentando una admirable versión de la novela Tiempo de silencio. Ante semejantes talentos, esta nueva producción parece un mero tropiezo sumergidos en una especie de ejercicio literario a partir de la obra de Shakespeare estrenada alrededor de 1637. Comienza a grito pelado como atracción de feria con Ana Belén y José Luis Gómez despertando a Romeo y Julieta, 50 años después. De entrada se ponen a jugar al teatro con una que otra anécdota con lo que parece una comedia, se instalan de esa guisa en un largo prólogo, hasta que los amantes de Verona reaparecen: 13 años ella, 14 él, ya ancianos, aunque Julieta no lo sabe y revive la experiencia juvenil, mientras que Romeo anda perdido, visiblemente achacoso y desmemoriado.

Foto de la producción: Javier Naval.

 

Al margen de las edades, la apariencia de los intérpretes dista mucho de hacer verosímil el reencuentro, ya que el texto no ayuda para nada: el autor tira de Shakespeare moderadamente, hasta que se introducen escenas anacrónicas, coloquios de hoy día sin ninguna riqueza poética ni interés dramático, y la pieza se arrastra torpemente para llegar a la moraleja más que obvia: la trágica pareja envejece embebida de amor eterno, poco después de descubrir que ya no son jóvenes.

El desarrollo de la obra se produce entre chascarrillos de actores en plan teatro en el teatro, y cruce vago de personajes reconocidos, entre canciones breves con aire de época o fanfarria atemporal, y un largo bolero de creación propia, momentos en los que los recursos de Belén y Gómez defienden el escenario como si estuviéramos en un Café-Concierto de los 80, pero siempre dentro de un mareante entrar y salir de la pieza original con el ahora frustrante deambular de los otrora valientes adolescentes.

Nada interesante se produce, al margen del noble divismo de los protagonistas, muy festejados por el público que llena la sala. Se alarga la representación con frivolidades o, peor aún, situaciones de Shakespeare muy mal traídas al presente con unos diálogos carentes de rigor.

Ana Belén asume a la niña durante gran parte de la función, y en el último tramo encarna a una anciana que la actriz está lejos de ser. José Luis Gómez juega todo el tiempo al viejo torpe. Entre ambos no se produce en ningún momento el hechizo que haría necesario este despertar de dos personajes que forman parte de la historia del teatro romántico, dos siglos antes de que el Movimiento Intelectual del Romanticismo surgiera con ímpetu revolucionario. Aquí lo tiene en la pátina autodestructiva cuando se pretende la pura libertad amorosa en medio de una lucha denodada de familias que se odian (fiel reflejo de enfrentamientos étnicos históricos y actuales) y la belleza superlativa de una ardiente juventud entre versos geniales.

En escena, dos buenos músicos, que van de improvisados actores en algunos cuadros (David San José, Irene Rouco) y un notable actor que cubre varios papeles, incluida la importante nodriza del original (José Luis Torrijo). En ningún momento se supera el tono de barraca, de batiburrillo al borde de una parodia que nunca llega a producirse del todo.

En definitiva, una experiencia lamentable que despierta el interés de releer la obra de Shakespeare e incluso volver a ver alguna de las cinco películas que se han realizado entre 1936 y 2014.

Foto: gentileza Antonio Castro.

De E.L. Petschinka

Traducción: Luis Carlos Mateo Ruiz

Dirección: Rafael Sánchez

Con Ana Belén, José Luis Gómez (del 15 de abril al 28 de mayo), Jesús Noguero (del 30 de mayo al 4 de junio) José Luis Torrijo, Irene Rouco y David San José

Voz en off: Roberto Mori

AVISO: En las funciones del 30 de mayo al 4 de junio el papel de Romeo será interpretado por el actor Jesús Noguero.

Diseño de espacio escénico y vestuario: Ikerne Giménez

Ayudante de escenografía y vestuario: Ana Abad Urpí

Diseño de iluminación: Carlos Marquerie

Ayudante de iluminación: David Benito Picón

Dirección musical: David San José

Ayudante de dirección: Roberto Mori

Una producción de Entrecajas Producciones Teatrales y Teatro Español con la colaboración del Teatro Calderón de Valladolid y el Ayuntamiento de Fuenlabrada

TEATRO ESPAÑOL. SALA PRINCIPAL. DEL 15 DE ABRIL AL 4 DE JUNIO 2023

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