«Mujeres asesinas» de la historia, bajo el prisma de la Criminóloga Victoria Pascual Cortés

Horacio Otheguy Riveira.

Desde la Antigüedad, la costumbre de matar para resolver resentimientos va por cuenta de miembros del sexo masculino. Ante muy diferentes situaciones íntimas en variados ambientes sociales, los hombres disponen de fuerza e imaginación para cargarse a diestra y siniestra a aquellos que perturban sus intereses. Bajo el cielo patriarcal de lo sagrado o lo profano, cuando en el sexo opuesto surgen crímenes de sangre, elegantes o brutales, las portadas de los diarios se ocupan con más esmero, como si gritaran «Cuidado con las malas mujeres». El mar de fondo, para ambos sexos, es que el asesinato resulta legal si es tiempo de guerra, y digno de ejecución o cárcel en tiempo de paz.

Ellas conforman el marco de cultura tiernísima de la madre: imposible darle armas o facilidades, suelen estar limitados sus movimientos en diversas culturas que las reprimen con rigor estricto. De allí que el trabajo de los historiadores ante estas criminales tenga un cariz morboso, especialmente atractivo, más aún en esta época donde abundan las series de televisión con la competencia masculina que tanto abunda entre la corrupción y el regocijo en la muerte ajena. Ya hay películas y novelas donde algunas féminas salen a repartir mamporros o lanzallamas, cuales míticas heroínas vengativas. Pero son minoría. Históricamente es otro cantar, de allí que Asesinas. ¿Por qué matan las mujeres?, de Victoria Pascual Cortés, tenga una importancia relevante en el panorama de la literatura criminal de no-ficción.

Con muy buen estilo narrativo, evita fabular. Por el contrario, desglosa hechos reales de manera precisa, a través de una elaborada síntesis, atendiendo el perfil social y psicológico de mujeres que salen de las sombras a las que las habían condenado —en diversas circunstancias—: y se atreven a dar el paso donde se allana la constancia del superviviente, repentinamente convertida en respuesta diabólica.

Y es que Dios y el Diablo se disputan un cortocircuito singular, mientras la psiquiatría especializada procura comprender, abordar el germen y la visibilidad de venenos, cuchillos, disparos, e incluso un atentado contra toda lógica, dando por buena una violencia falsamente sobrenatural: la de una niña a la que consideran poseída por el demonio y practican un exorcismo sui generis por demás brutal como sucedió con Rosa Gonzálvez Fito frente al indefenso cuerpo de su hija de 11 años.

Rosa Gonzálvez Fito, detenida en 1990, en la localidad albaceteña de Almansa, donde existían más de 200 curanderos, aficionados a un seudo espiritismo criminal.
Las Hermanas Poquianchis: México, años 40: «No siempre hace falta mancharse las manos de sangre. De hecho, hay ocasiones en las que ni siquiera es necesario tocar a la otra persona o agredirla con un arma o veneno para asesinarla. Las cuatro protagonistas de este capítulo nos van a enseñar cómo hacerlo. Ocurrió en el Salto, Jalisco, México, comienzo siglo XX: hijas de un juez severo ante la ley y maltratador de las niñas, y una madre fanática católica».

 

Veintitrés casos internacionales que permiten recorrer a fondo acciones excepcionales, a cargo de una criminóloga, a su vez excelente escritora.

 

«He querido arrojar luz sobre el recorrido de estas mujeres. Cómo eran sus familias, cómo vivieron su infancia, qué inquietudes de juventud tuvieron. También el eco de las costumbres sociales y de la historia que les tocó vivir».

Extracto de la entrevista realizada a la autora por  Christian Pérez en Muy Interesante:

P. ¿Crees que la sociedad tiende a estigmatizar más a las mujeres asesinas que a los hombres asesinos? 

R. Sí, la opinión popular se recrudece cuando es una mujer la autora de un delito de sangre. Esto se debe a varios motivos: uno de ellos es que, tradicionalmente, la mujer ha sido educada para dedicarse al cuidado de terceras personas por lo que cuando asesina, se entiende como una alta traición al rol de cuidadora que se espera de ella y para el que, se le presupone una alta sensibilidad. Por otro lado, las víctimas más probables de una mujer son, precisamente, esas personas a las que se espera que cuide, esto es, personas dependientes a su cargo, como son sus padres o familia política, descendientes, pareja o personas de su entorno cercano. Esto hace, que la relación interpersonal que une a la asesina con las víctimas genere un mayor rechazo en la opinión pública.

P. ¿Cuál fue la asesina que más te impactó en tu investigación? 

R. Sin duda la española Rosa Gonzálvez Fito. Me costó mucho todo el proceso de investigación para recabar la información y, todavía más, la redacción del capítulo. Es un crimen, bajo mi punto de vista, atroz tanto por la motivación, como por la edad de la víctima y la relación personal que mantenía con las asesinas así como por la forma de perpetrarlo. Estuve a punto de eliminarlo del índice del libro y elegir otro en su lugar. Finalmente decidí anteponer la necesidad de ejemplarizar varias características del caso que considero importante que sean conocidos por los lectores.

2 thoughts on “«Mujeres asesinas» de la historia, bajo el prisma de la Criminóloga Victoria Pascual Cortés

  • el 23 mayo, 2023 a las 7:07 pm
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    Muchas gracias por esta amable entrada sobre «Asesinas, ¿por qué matan las mujeres?».
    Me alegro de que os haya parecido interesante.
    Un abrazo

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    • el 24 mayo, 2023 a las 12:04 pm
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      Estupendo pulso narrativo para encarar de manera tan completa el complejo universo criminal de estas mujeres, por lo general tratado superficialmente en las ficciones. Enhorabuena.

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