Un lugar transitorio
Escrito por Jorge Mur
Reconocido internacionalmente por sus paisajes en blanco y negro, Michael Kenna atesora un dominio absoluto de la técnica fotográfica tradicional, a la que añade sutiles notas innovadoras. Su obra es íntima y sugerente, con escenas en las que enfrenta elementos naturales y humanos. Permite, además, y de forma deliberada, que la luz impregne los lugares durante los momentos crepusculares del día, lo que dota a sus imágenes de un aura enigmática, como si fueran fragmentos de un sueño. Las fotografías de Kenna hacen referencia a temas como la memoria y la reflexión, y ofrecen una visión poética y mística del mundo que nos rodea.
¿Cómo llegaste a la fotografía y por qué es importante para ti?
Nací y crecí en lo que podría describirse como una familia pobre de clase trabajadora en Widnes, una ciudad industrial cerca de Liverpool, en el noroeste de Inglaterra. Obviamente, las experiencias de la niñez tienen una gran influencia en la vida de uno y cuando era niño, aunque tenía cinco hermanos, era bastante solitario y me contentaba, en su mayor parte, con inventar mis propias aventuras y representarlas en los parques y calles locales. Me gustaba pasear por las estaciones de tren y las fábricas, por los campos de rugby y los caminos de sirga de los canales, y por las iglesias y cementerios vacíos, una serie de lugares que más tarde me resultarían interesantes como escenario fotográfico. De hecho, aunque en aquel momento no utilizaba ninguna cámara, sospecho que fue un periodo más influyente en mi visión fotográfica que el tiempo que pasé posteriormente en escuelas de arte y fotografía.
Durante aquellos años de mi juventud serví como monaguillo en la iglesia católica local de St Bede. Me gustaba ser parte de los grandes rituales de la iglesia, ayudando al sacerdote en bautismos, funerales, bodas y misas en latín. Con apenas once años fui a un internado en un seminario católico para convertirme en sacerdote. Estudié allí durante siete años, en el St Joseph’s College de Up Holland, Lancashire, Inglaterra, un periodo que me enseñó muchas lecciones importantes, y hubo ciertos aspectos de esta educación religiosa que influyeron fuertemente en mi trabajo fotográfico posterior, como la disciplina, el silencio, la meditación y la sensación de que algo puede no verse, pero aún así estar presente. En retrospectiva, la educación fue excelente, aunque la “orientación profesional” no fue muy relevante una vez que decidí que ya no quería seguir este camino. Afortunadamente, siempre tuve ciertas aptitudes para el dibujo y la pintura, así que fui a estudiar a la Escuela de Arte Banbury, en Oxfordshire.
Después de mi curso básico de arte de un año en Banbury, comencé a estudiar fotografía durante tres años en el London College of Printing. Aprendí sobre fotoperiodismo, fotografía de moda, fotografía de deportes, fotografía de naturaleza muerta, fotografía de arquitectura, todo tipo de fotografía con diferentes cámaras y formatos. Luego, al graduarme, pude sobrevivir en el competitivo mundo de la fotografía comercial. Paralelamente, fotografié el paisaje, que consideraba mi pasión y hobby. En aquel momento desconocía que podría ganarme la vida desarrollando mi trabajo en aquel campo. Al finalizar mis años de estudiante, tuve la opción de visitar Estados Unidos como estudiante de intercambio. Trabajé en un hotel en el norte del estado de Nueva York, haciendo camas, limpiando ventanas, cortando césped y repintando carteles. No fue el trabajo más glorioso, pero fue una experiencia cultural increíble. Cada dos semanas tenía tres días libres en el trabajo y hacía autostop a Boston, Washington DC y la ciudad de Nueva York. Tuve acceso a galerías de arte, museos y cultura que no había experimentado en el Reino Unido. ¡Había galerías que exhibían fotografía como bellas artes! Esto fue completamente nuevo para mí y un catalizador de mis propias aspiraciones.
De vuelta en Reino Unido, trabajé comercialmente como asistente de fotografía e impresor y, en menor medida, como fotógrafo. A finales de los setenta me mudé a Estados Unidos y tuve la gran suerte de conocer a la reconocida fotógrafa Ruth Bernhard, que lo cambió todo. Trabajé con ella en San Francisco durante una década, imprimiendo sus negativos y absorbiendo sus filosofías de vida. Ruth fue muy influyente, una especie de modelo a seguir para mí, una figura materna en la fotografía y una amiga muy querida. Trabajamos en estrecha colaboración y muchas de sus técnicas de impresión distintivas permanecen conmigo hoy.
Como joven fotógrafo que intentaba navegar en el extremadamente desconcertante mundo de las galerías de arte, los editores y los agentes comerciales, Ruth fue mi guía. Poco a poco comencé a tener mi propio trabajo representado por galerías. Con el paso de los años, comenzaron a venderse copias, se realizaron exposiciones y se sucedieron algunas publicaciones. Fue un proceso lento, pero pausadamente me fui consolidando en la “escena del arte” donde, por suerte, permanezco desde entonces.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu proceso fotográfico?
Creo que esta será una respuesta larga, ya que me resulta difícil poner en orden de disfrute los muchos y variados aspectos de la fotografía analógica. Cada parte del viaje, desde el punto de considerar dónde fotografiar hasta la presentación de una impresión final, tiene aspectos de satisfacción personal. Siempre he creído que lo que vemos es sólo una pequeña fracción de lo que hay. Creo que este punto de vista proviene de mi temprana educación religiosa. Cuando era joven, una luz en el altar de la iglesia simbolizaba una presencia que no podía ver, pero en la que creía completamente. Quizás como resultado de esta fe temprana, encuentro que sigo interesado en visualizar y/o imaginar la sugerencia de lo que podría ser, en lugar de intentar hacer una copia de lo que es visible a nuestros ojos. Generalmente, mis métodos de trabajo son bastante sencillos. Busco lo que es interesante para mí, en el mundo tridimensional, y lo traduzco o interpreto para que resulte agradable en una impresión fotográfica bidimensional. Busco temas con patrones, abstracciones y composiciones gráficas. A menudo, la esencia de la imagen implica la yuxtaposición básica de las estructuras creadas por el hombre con elementos más fluidos y orgánicos del paisaje. Disfruto de los lugares que tienen misterio y atmósfera, tal vez una pátina de edad, siendo más importante la sugerencia que la descripción. Busco recuerdos, huellas, evidencias de la interacción humana con el paisaje.
Me encanta estar en la naturaleza. Creo que es muy placentero experimentar los fenómenos naturales en primera persona. Es sorprendente ver la luna llena salir por el horizonte y dibujar lentamente un arco en el cielo. Es hermoso levantarse antes del amanecer y presenciar la escarcha blanca adherida a las ramas de los árboles. Soy un privilegiado por haber tenido la oportunidad de explorar innumerables tesoros visuales día tras día. El proceso físico de fotografiar ha sido una parte integral de mi viaje por esta vida y lo he disfrutado muchísimo. Además, compartir mis experiencias a través de fotografías también es muy importante y divertido para mí. Pero, aunque mis fotografías no salgan bien, siempre conservo la experiencia, y ha sido maravillosa. En opinión de personas mucho más sabias que yo, a menudo lo importante es el viaje, no el destino.
Empecé a trabajar de noche a mediados de los años setenta y supongo que ese fue el comienzo de mi fascinación por las largas exposiciones. Fotografiar de noche era emocionante porque era impredecible. No tuve control inmediato sobre las exposiciones y fue una sorpresa ver los resultados cada vez que procesaba la película. En una fotografía de larga exposición el mundo cambia y, nuevamente, es un lujo y un gran placer apreciar lo que sucede, ver las estrellas trazar el cielo a medida que nuestro planeta se mueve, seguir aviones, barcos, automóviles mientras dejan atrás sus propias líneas blancas en el negativo, para ver cómo las nubes en movimiento agregarán lentamente densidad a un área del rectángulo. Esta acumulación de luz, tiempo y movimiento, imposible de captar por el ojo humano, puede registrarse en una película. Lo real se vuelve surrealista.
Durante el día, cuando se hacen la mayoría de las fotografías, normalmente vemos escenas desde el punto de vista de una única fuente de luz fija, el sol. Por la noche, la luz puede provenir de fuentes múltiples e inusuales. Puede haber sombras profundas que actúan como catalizadores de nuestra imaginación. A menudo hay una sensación de drama, una historia a punto de ser contada, secretos revelados, actores a punto de entrar en escena. Creo que fotografiar de noche me dio un potencial adicional para la creatividad durante el día. Incluso comencé a imprimir fotografías nocturnas como si fueran de día, y a imprimir fotografías diurnas como si fueran de noche. Disfruto de la naturaleza enigmática de las imágenes, de las preguntas planteadas.
Podría continuar: disfruto viendo nuevas imágenes, disfruto imprimiendo los negativos, disfruto retocando las impresiones y preparándolas para publicaciones de libros y exposiciones. Pero es cierto que hay una o dos partes del proceso fotográfico que tolero más que disfruto (por ejemplo, comprar la película y procesar los negativos, dos actividades que no ocupan un lugar destacado en mi lista de disfrute), pero en su mayor parte, cada paso en el camino es para ser saboreado y disfrutado plenamente.
¿Cuáles son los aspectos que más te atraen de la fotografía en blanco y negro?
Bueno, la fotografía en color también es fantástica, no me malinterpretes. Pero vemos en color todo el tiempo y todo lo que nos rodea es en color. Por lo tanto, el blanco y negro es una interpretación del mundo más que una copia, un aspecto que me intriga. En el pasado trabajé como impresor comercial en color y también fotografié en color para trabajos publicitarios, por lo que no tengo nada en contra del color en sí; simplemente no es mi primera preferencia. Creo que las fotografías en blanco y negro son más tranquilas y misteriosas que las realizadas en color. Para mí, la sutileza del blanco y negro inspira la imaginación del espectador individual para completar la imagen mental y no intenta competir con el mundo exterior. Creo que el blanco y negro es generalmente más tranquilo y gentil que el color y persiste durante más tiempo en nuestra memoria visual. Pero, en última instancia, se trata de una preferencia personal. Cabe señalar que todavía imprimo mis propias impresiones plateadas en blanco y negro en un cuarto oscuro tradicional. Para mí es una parte importante y completamente placentera del proceso creativo que he disfrutado a lo largo de mi carrera, y siempre estoy tratando de mejorar mis habilidades.
Háblanos de tu inminente exposición en Barcelona. ¿Qué proyecto o fotografías van a poder contemplar los visitantes?
En la próxima exposición en la Sala Parés de Barcelona, tendré nuevamente el honor de que mis obras acompañen a las maravillosas fotografías del fallecido Toni Catany. Me emocionó que me incluyeran en la exposición inaugural en el Centro Internacional de Fotografía Toni Catany de Llucmajor, en Mallorca. Toni y yo nunca nos conocimos en persona, pero creo que tenemos sensibilidades que de alguna manera se superponen y estoy encantado de que, al menos, nuestro trabajo pueda tener conversaciones que Toni y yo nunca tuvimos la oportunidad de mantener durante su vida.
Esta exposición contará con dos secciones: Venecia y Flores, ambas comisariadas por Joan Anton Maragall, que ha representado la obra de Catany en la Sala Parés durante muchos años. Sería mucho más apropiado que Joan comentara el trabajo de Toni, ya que él tendría mucho más conocimiento y elocuencia para describir y ensalzar sus muchas virtudes.
En cuanto a mi trabajo en la galería, he visitado y fotografiado Venecia más de veinte veces. A lo largo de mis cincuenta años de experiencia como fotógrafo, me ha fascinado la atmósfera inherente a la resonancia y la pátina del paso del tiempo, y estoy convencido de que podría pasar toda la vida en Venecia sin siquiera acercarme a agotar las posibilidades creativas. Venecia es una ciudad deliciosamente bella y misteriosamente seductora, una joya de la corona italiana del mar Adriático. Con el paso del tiempo y la experiencia adquirida, he descubierto que fotografiar no es tan fácil como me gustaría pensar. Recuerdo que cuando era estudiante me advirtieron que es mejor hacer una fotografía extraordinaria de un tema ordinario que una fotografía ordinaria de un tema extraordinario. ¡El hecho es que absolutamente todo en Venecia es extraordinario! Por lo tanto, es necesario estar en la cima de nuestro arte para tomar fotografías respetables de un tema tan digno y elegante. He estado haciéndolo lo mejor posible durante más de cuarenta años, aunque con un éxito limitado, y estoy absolutamente encantado y muy agradecido de que la editorial Skira publique un libro con más de cien de mis esfuerzos. Y estoy igualmente encantado de que muchas de estas copias se incluyan en esta exposición.
Los palos en el agua han sido durante mucho tiempo un tema recurrente en mi trabajo. Realizo con frecuencia exposiciones prolongadas durante el amanecer y el anochecer, cuando la luz cambia rápidamente y no puedo predecir con certeza lo que se está grabando. En febrero de 1980, mientras caminaba a primera hora de una mañana, comencé a fotografiar algunos postes de amarre, extrañamente ausentes de góndolas u otros barcos. Después de revelar mi película, unas semanas más tarde, me encantó encontrar un fotograma, realizado entre la luz y la oscuridad, que mostraba las líneas de los barcos que pasaban, creando un horizonte que no podía ver en la niebla. Mientras las gaviotas dormían encima de algunos postes, las farolas evidentemente se habían apagado a mitad de la exposición revelando detalles de las sombras, pero no demasiado. Debo de haber hecho una docena o más de imágenes sobre este tema, pero ésta, imposible de predecir o controlar, destaca mágicamente por encima del resto. Ahora creo que esta imagen en particular fue, probablemente, el comienzo de mi actual odisea fotográfica veneciana, que continúa hoy.
La segunda parte de la exposición se centra en las flores, un tema por el que no soy conocido pero que me resulta imposible no fotografiar. En su mayor parte, mis estudios se han realizado en o alrededor de iglesias, santuarios y templos, lugares de respeto y reverencia. Estas flores son ofrendas a las deidades y al universo. La belleza nos es dada para ser honrada, compartida y devuelta. Me gusta pensar que soy sólo un médium en este principio universal.
Kenna-Catany
Venecia
19.09.2024 – 19.10.2024
Petritxol, 5
Barcelona 08002
* Horario – Martes a Sábado:
11:00 – 14:00h
16:00 – 20:00h
Háblanos de tu experiencia en Japón. ¿Qué te gusta o atrae de este país?
Realicé mi primer viaje a Japón en 1987, cuando fotografié las zonas de santuarios y templos de Kioto y Nara. Regresé durante los años siguientes para exposiciones, firmas de libros y conferencias, generalmente a Tokio u otras ciudades metropolitanas. Sin embargo, mi sueño era explorar el paisaje de todo Japón en Hokkaido, Honshu, Kyushu, Okinawa y Shikoku. Y este sueño lo puse en marcha en el año 2000.
Hay algo misterioso y maravillosamente atractivo en la tierra japonesa. Se manifiesta visualmente en las interacciones omnipresentes entre el agua y la tierra, y en las estaciones y los cielos en constante cambio. Se puede sentir en la atractiva intimidad de la escala en su terreno y en el profundo sentido de la historia contenida en su tierra. Hay reverencia y honor hacia la tierra, simbolizada por las omnipresentes puertas torii. El santuario es a menudo una parte integrada en el paisaje, un lugar para descansar y meditar, y tal vez incluso para escapar por un instante de las complicaciones y el ruido de nuestra acelerada vida moderna. Físicamente, Japón tiene similitudes con mi país de origen, Inglaterra; relativamente pequeño, reservado, habitado desde hace siglos, rodeado de agua, cada trozo de tierra y de su costa contiene una historia. Japón también es un lugar volátil, a veces impredecible y potencialmente peligroso, con posibles tifones, terremotos y tsunamis. Es un país donde la tierra está viva y es poderosa, donde los elementos son fuertes. Creo que experimentar Japón acentúa la conciencia de la fragilidad y la belleza de nuestro mundo transitorio.
Hokkaido, en el norte, me parece un lugar particularmente intrigante: suavemente seductor, peligrosamente salvaje e irremediablemente romántico. Visualmente, ha sido para mí un paraíso en la tierra, un auténtico paraíso invernal. Rodeado de agua y hogar de exquisitos lagos, elegantes montañas e innumerables árboles majestuosos, los temas fotográficos aparecen por todas partes. Siento que la dureza de los inviernos de Hokkaido acentúa la conciencia del entorno inmediato. La reducción de distracciones sensoriales, los árboles sin hojas, la ausencia de color, o los silencios espeluznantes, exigen un enfoque más concentrado y puro en la tierra. Estas condiciones han sido de suma importancia en mi continuo proceso creativo.
Hasta la fecha, ¿cuáles han sido tus lugares favoritos para la práctica de la fotografía? ¿Qué lugar te gustaría fotografiar?
Ésta es una pregunta que podría parecer fácil de responder pero, al mismo tiempo, resulta bastante difícil. Me gusta pensar que me encanta fotografiar en cualquier lugar y en todo momento. Recuerdo bien que mi mentora, la fotógrafa Ruth Bernhard, establecía un proyecto para todos sus nuevos estudiantes: fotografiar a menos de 10 pies de sus camas. La filosofía es que la belleza está en todas partes; sólo necesitamos verla y apreciarla. Mi idea contraria era que debería subirme a un avión y viajar miles de kilómetros para encontrar el tema fotográfico. Tal vez sea porque tengo las pasiones gemelas de la fotografía y los viajes, y con demasiada frecuencia siento que la hierba debe ser más verde en la otra punta del planeta. Mi cabeza me dice que esto es una tontería, pero en la práctica, ésta es mi manera de trabajar. Viajo para fotografiar, sabiendo muy bien que el tema está a mi alrededor en todo momento.
En todo caso, revisando objetivamente mi trabajo, se puede analizar rápida y fácilmente que he fotografiado en Francia y Japón más que en cualquier otro lugar y quizás, no muy lejos de Inglaterra, Italia y Estados Unidos. Pero esto no cuenta toda la historia. Al principio, fotografié casi en exclusiva en Inglaterra, luego en Estados Unidos y Francia, antes de descubrir Japón y luego otros lugares de Asia. En distintos momentos de mi carrera he tenido la suerte de fotografiar en muchos lugares. Siempre me ha parecido interesante la respuesta de Imogen Cunningham cuando le preguntaron cuál de sus fotografías era su favorita: “la que tomaré mañana”. Así que, ¿cuál es mi lugar favorito para fotografiar? Tiene que ser el próximo lugar que fotografíe.
¿Cuáles son los aprendizajes más relevantes que te ha aportado tu trabajo fotográfico?
Hay infinitas lecciones que se pueden aprender con la práctica de la fotografía, incluyendo la paciencia, el respeto, la disciplina, la concentración, la aceptación, etc., pero creo que la lección más importante que he recibido es la de la gratitud. Considero cada fotografía como un regalo y una bendición, y estoy agradecido por la oportunidad de apreciar y compartir aspectos del mundo en el que vivimos. Por supuesto, hay altibajos, y sólo necesitamos leer las noticias diarias para tener un sinfín de razones para ser pesimistas sobre hacia dónde nos dirigimos como especie. Pero espero y confío en que la gratitud siempre estará en el centro de mi ser, especialmente cuando intento tomar la siguiente fotografía.
¿Cómo te mantienes creativo? ¿Cuáles son tus principales fuentes de inspiración?
Acepto con entusiasmo el poco tiempo que tengo en esta vida y trato de aprovechar al máximo el tiempo del que dispongo para fotografiar. Podría hablarte sobre las exposiciones, libros, o proyectos que tengo en mente, pero sólo sería una lista, y si alguien está interesado en este asunto puede visitar mi sitio web fácilmente. Tengo una familia maravillosa y muchos amigos. Me encanta volver a visitar lugares que he fotografiado previamente para ver cómo han cambiado, y también hay una fuente inagotable de temas nuevos disponibles. Mis planes futuros son vivir una vida larga, feliz y creativa y ver qué sucede a continuación. La vida es mi inspiración.
En tu opinión, ¿cuál es la cualidad más importante que debe tener un fotógrafo detrás de la cámara?
Pido disculpas, pero tengo que dar la misma respuesta que di a una pregunta anterior: gratitud.
Además de la fotografía, ¿qué otras actividades te interesan?
Leer, escribir, dibujar, caminar, cantar, tocar la guitarra, viajar, experimentar el arte, pasar tiempo con familiares y amigos, y quizás lo mejor de todo, lo que abarca todo esto, simplemente existir. La vida es arte y el arte es vida. El mundo en el que vivimos es un lienzo magnífico, un libro que leer, una danza que realizar, una película que hacer, una escultura que descubrir y música que componer. El arte está en la mente del espectador. Todos tomamos nuestras propias decisiones sobre cómo participamos y fusionamos el arte y la vida. Para mí, los dos son perfectos y están interconectados.
¿Tienes algún lema que represente tus creaciones? ¿O tienes algún lema favorito?
“Nil satis nisi óptimo” – “Nada más que lo mejor es suficientemente bueno”. Es el lema de mi equipo de fútbol favorito, el Everton de Inglaterra, al que he apoyado desde que era pequeño.
Michael Kenna: Website | Instagram
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Written by Jorge Mur
»A transitory place«
Internationally renowned for his black and white landscapes, Michael Kenna displays an absolute mastery of traditional photographic technique, to which he adds subtle innovative notes. His work is intimate and suggestive, with scenes in which natural and human elements collide. He deliberately allows light to permeate the places, especially during the twilight moments of the day, which gives his images an enigmatic aura, as if they were fragments of a dream. Kenna’s photographs refer to themes such as memory and reflection, and provide a poetic and mystical vision of the world around us.
How did you get into photography and why is it important to you?
I was born and brought up in what might be described as a poor, working class family in Widnes, an industrial town near Liverpool in North West England. Childhood experiences obviously have a great influence on one’s life and as a boy, even though I had five siblings, I was quite solitary, content for the most part with making up my own adventures and acting them out in the local parks and streets. I liked to wander in train stations and factories, on rugby grounds and canal towpaths, and in empty churches and graveyards, all locations that I would later find interesting to photograph. Even though I did not use a camera at the time, I suspect this period was ultimately more influential on my vision than the time I later spent in art and photography schools.
During these young years I served as an altar boy at my local Catholic church of St Bede’s and I really loved being part of the great rituals of the church, assisting the priest at baptisms, funerals, weddings and the Latin mass. When I was almost eleven years old, I went to a Catholic seminary boarding school, to become a priest myself. I studied there for seven years. St Joseph’s College, Up Holland, taught me many important lessons, and there were certain aspects of this religious upbringing that strongly influenced my later photographic work: discipline, silence, meditation and a sense that something can be unseen, yet still present. In retrospect, the education was excellent, although the “career guidance” was not very strong, once I decided that I no longer wanted to pursue this path. Fortunately, I always seemed to have an aptitude for drawing and painting, so I went on to study at the Banbury School of Art in Oxfordshire.
After my one year’s art foundation course in Banbury, I went on to study photography for three years at the London College of Printing. I learned about photojournalism, fashion photography, sports photography, still-life photography, architectural photography, all sorts of photography with many different cameras and formats. When I graduated, I was supposedly able to survive in the competitive commercial photography world. Running parallel to this, I photographed the landscape, which I considered my passion and hobby. At the time, I had no idea that I could and would eventually make a living in this area. At the end of my years of being a student, I had the option to visit the USA as an exchange student. I worked in a hotel in upstate New York, making beds, cleaning windows, cutting grass, and repainting signs. It was not the most glorious of work but it was an amazing cultural experience. Every two weeks I had three days off work and I would hitch-hike to Boston, Washington DC and New York City. I was exposed to art galleries, museums, and culture that I hadn’t experienced in the UK. There were galleries exhibiting photography as fine art! This was completely new to me and a catalyst for my own aspirations.
Returning to the UK, I worked commercially as a photography assistant and printer, and in a minor way as a photographer. In the late seventies, I moved to the USA and I was extremely fortunate to meet the renowned photographer, Ruth Bernhard, which changed everything. I would work with her in San Francisco for a decade, printing her negatives and absorbing her philosophies of life. Ruth was highly influential, something of a role model to me, a photography mother figure, and a very dear friend. We worked closely together, and many of her signature printing techniques remain with me today.
As a young photographer trying to navigate in the extremely puzzling world of art galleries, publishers and commercial agents, Ruth was my guiding light. Slowly, I began to have my own work represented by galleries. Over the years, prints began to sell, exhibitions were held, publications happened. It was a slow process, but I gradually established myself in the “art scene” where, fortunately, I have remained ever since.
What do you enjoy the most about your photography process?
I think this will be a long answer as I find it difficult to put in any order of enjoyment the many and varied aspects of analog photography. Every part of the long journey, from the point of even considering where to photograph to the presentation of a final, finished print, has aspects of personal satisfaction. I’ve always believed that what we see is just a tiny fraction of what is there. I think this viewpoint comes from my early religious upbringing. When I was young, a light on the church altar symbolised a presence that I could not see, but completely believed in. Perhaps as a result of this early faith, I find that I continue to be interested in visualising/imagining the suggestion of what could be, rather than attempting to make a copy of what is visible to our eyes. Generally, my working methods are quite simple. I look for what is interesting to me, out there in the three dimensional world, and translate or interpret so that it becomes pleasing in a two dimensional photographic print. I search for subject matter with patterns, abstractions and graphic compositions. The essence of the image often involves the basic juxtaposition of our human made structures with the more fluid and organic elements of the landscape. I enjoy places that have mystery and atmosphere, perhaps a patina of age, with the suggestion being more important than the description, a question or two. I look for memories, traces, evidence of the human interaction with the landscape.
I love to be out in nature. What a pleasure it is to experience natural phenomena first hand. How amazing it is to watch a full moon rise from the horizon and slowly arc across the heavens. How beautiful to be up before the dawn and witness white frost clinging to tree branches. How privileged I am to have had opportunities to explore innumerable visual treasures on a day by day basis. The physical process of photographing has been an integral part of my journey through this life and I have thoroughly enjoyed it. Sharing my experiences through photographs is also very important and enjoyable to me. But, even if my photographs do not come out well, I have still had the experience, and it has been wonderful. In the opinion of many far wiser than me, it is often the journey which is important, not the destination.
I began to work at night in the mid-seventies and I suppose this was the start of my fascination with long exposures. Photographing at night was exciting because it was unpredictable. I didn’t immediately have control over exposures and it was a surprise to see the results every time I processed film. During a time-exposure the world changes and, again, it is a luxury and huge enjoyment to appreciate what happens, to watch the stars trace through the sky as our planet moves, to track planes, boats, cars as they leave behind their own white lines on the negative, to see how moving clouds will slowly add density to an area of the rectangle. This accumulation of light, time and movement, impossible for the human eye to take in, can be recorded on film. Real becomes surreal.
During the day, when most photographs are made, we normally view scenes from the vantage point of a fixed single light source, the sun. At night the light can come from unusual and multiple sources. There can be deep shadows which act as catalysts for our imagination. There is often a sense of drama, a story about to be told, secrets revealed, actors about to enter onto the stage. I believe photographing at night gave me added potential for creativity during the day. I even began to print night photographs as though they were made during the day, and printed day photographs as though they were at night. I enjoy the enigmatic nature of the images, the questions raised.
I could continue – I enjoy seeing new images, I enjoy printing the negatives, I enjoy retouching the prints and preparing them for book publications and exhibitions. Admittedly, there are one or two parts of the photographic process that I tolerate more than enjoy (e.g., purchasing the film and processing the negatives are not high on my enjoyment list), but for the most part, every step along the way is to be relished and thoroughly enjoyed.
What are the aspects that attract you the most about black and white photography?
Well, colour photography is also fantastic – don’t get me wrong. But, we see in colour all the time, and everything around us is in color. Black and white is therefore immediately an interpretation of the world, rather than a copy, an aspect that intrigues me. In the past I have worked as a commercial colour printer and I have also photographed in colour for advertising assignments, so I don’t have anything against colour in itself – it is just not my first preference. I think that black and white photographs are quieter and more mysterious than those made in colour. For me, the subtlety of black and white inspires the imagination of the individual viewer to complete the picture in the mind’s eye, and doesn’t attempt to compete with the outside world. I believe black and white is generally calmer and gentler than colour and persists longer in our visual memory. But, ultimately, it is all personal preference. It should be noted that I still print all my own silver prints black and white prints in a traditional darkroom. It is an important and thoroughly enjoyable part of the creative process for me which I have enjoyed throughout my career, and I am always trying to improve my skills.
Tell us about your upcoming exhibition in Barcelona. What project or photographs will visitors discover?
In the upcoming exhibition at Sala Pares Gallery, Barcelona, I will be honored to once again have my works accompany the wonderful photographs of the late Toni Catany. I was thrilled to be included in the augural exhibition at the International Photography Center Toni Catany, Llucmajor, Mallorca, Spain. Toni and I never met in person, but I believe we have sensibilities that somehow overlap and I am delighted that at least our work could now have conversations that Toni and I never had the opportunity to have during his lifetime.
There will be two sections in this exhibition: Venice and Flowers, both curated by Joan Anton Maragall who has represented Catany’s work at the Sala Pares Gallery for many years. It would be far more appropriate for Joan to comment on Toni’s work, and he would be much more knowledgeable and articulate to describe and extoll their many virtues.
As for my work in the gallery, I have visited and photographed in Venice well over twenty times. Throughout my fifty years of photographing, I have been fascinated with the atmosphere inherent in the resonance and patina of passing time, and I am convinced that I could spend a lifetime in Venice without even getting close to exhausting the creative possibilities. Venice is a deliciously beautiful and mysteriously seductive city, a jewel in the Italian crown of the Adriatic Sea. In my experience, I have found that it is not as easy to photograph as I/we would like to think. I remember being warned as a student that it is better to make an extraordinary photograph of ordinary subject matter than an ordinary photograph of extraordinary subject matter. The fact is, absolutely everything about Venice is extraordinary! So it is necessary to be at the top of one’s game to make worthy photographs of such dignified and graceful subject matter. I have been trying my best now for over forty years, albeit with limited success, and am absolutely delighted and very grateful that Skira Editore is publishing a book with well over a hundred of my efforts. I am equally delighted that many of these prints will be included in this exhibition.
Sticks in water have long been a recurring theme in my work. I often make long exposures during the dawn and dusk when light changes rapidly, and I cannot predict with any amount of certainty what is being recorded. While out walking in February 1980, on an early morning, I began to photograph some mooring poles, oddly absent of gondolas or other boats. After developing my film, some weeks later, I was delighted to find one frame, made in between light and dark, which showed the lines of passing boats, creating an horizon which I was not able to see in the mist. While gulls slept atop some poles, the streetlights had evidently gone out half way through the exposure, and shadow details are revealed, but not overly so. I must have made a dozen or more images of this subject matter, but this one, impossible to predict or control, stands out magically above the rest. I now believe this particular image was probably the start of my ongoing photographic Venetian Odyssey, which continues today.
The second part of the exhibition focuses on flowers – not subject matter that I am known for, but subject matter which I find impossible not to photograph. For the most part, my studies have been made in or around churches, shrines and temples, places of respect and reverence. These flowers are offerings to deities and the universe. Beauty is given to us to be honored, shared and given back. I like to think that I am just a medium in this universal principle.
Kenna-Catany
Venecia
19.09.2024 – 19.10.2024
Petritxol, 5
Barcelona 08002
* Tuesday – Saturday:
11am – 2pm
4pm – 8pm
Tell us about your experience in Japan. What do you like about there?
My first trip to Japan was in 1987, when I photographed the shrine and temple areas of Kyoto and Nara. I returned over the following several years for exhibitions, book signings and lectures, usually to Tokyo or to other metropolitan cities. However, my dream was to explore the landscape throughout Japan in Hokkaido, Honshu, Kyushu, Okinawa and Shikoku. This I began to do in 2000.
There is something curiously mysterious and wonderfully alluring in the Japanese land. It is visually manifested in the omnipresent interactions between water and earth, and in the constantly changing seasons and skies. It can be felt in the engaging intimacy of scale in its terrain, and in the deep sense of history contained in its earth. There is reverence and honor towards the land, symbolized by the ubiquitous torii gates. The shrine is often an integrated part of the landscape, a place to rest and meditate, and perhaps to even escape for a few moments from the complications and noise of our fast paced modern lives. Physically, Japan has similarities to my home country of England; relatively small, reserved, inhabited for centuries, surrounded by water, every patch of land and part of the sea-front containing a story. Japan is also a volatile place, sometimes unpredictable and potentially dangerous, with typhoons, earthquakes and tsunamis possible. It is a country where the land is alive and powerful, where the elements are strong. I believe that experiencing Japan accentuates an awareness of the fragility and beauty of our transient world.
Hokkaido in the North I have found to be a particularly intriguing place – gently seductive, dangerously wild and hopelessly romantic. Visually, it has been a paradise on earth for me, a veritable winter wonderland. Surrounded by water and home to exquisite lakes, graceful mountains and countless majestic trees, photographic subject matter is ubiquitous. I feel the starkness of Hokkaido’s winters accentuates an awareness of one’s immediate environment. The reduction of sensory distractions, leafless trees, absence of color, eerie silences, demands a more concentrated and pure focus on the land. These conditions have been of the utmost importance in my ongoing creative process.
Which places have been your favourite photography sites so far? What place would you like to photograph?
This is a question that might seem easy to answer, but is, at the same time, quite impossible. I like to think that I love to photograph anywhere and at all times. I well remember my mentor, the photographer Ruth Bernhard, would set a project for all her new students – to photograph within 10 feet of their beds. The philosophy being that beauty is everywhere – we just need to see and appreciate it. My contrary notion was that I should get on a plane and travel thousands of miles to find my subject matter. Perhaps because I have the twin passions of photography and travel, all too often I feel that the grass must be greener on the other side. My head tells me that this is nonsense, but practically, this is usually the way that I work. I travel to photograph, knowing full well that subject matter is all around me at all times.
Looking objectively at my work, it can be quickly and easily analysed that I have photographed in France and Japan more than in any other country, with perhaps England, Italy and USA not so far behind. But, this doesn’t tell the whole story. Early on, I photographed pretty much exclusively in England, then in USA and France, before I discovered Japan, and then other places in Asia. At different times of my career I have had the good fortune to photograph in many places. I have always loved Imogen Cunningham’s reply when asked which of her photographs was her favorite. “The one I’m going to take tomorrow”. Where is my favorite place to photograph – it has to be wherever I am photographing next.
What are the most relevant lessons that your photographic work has brought you?
There are endless lessons that can be learned in the practice of photography, including patience, respect, discipline, focus, acceptance, etc., but, I think the biggest lesson I have learned is one of gratitude. I regard every photograph as a gift and blessing, and I am thankful for the opportunity to appreciate and share aspects of the world we live in. Of course, there are ups and downs, and we only need to read the daily news reports to have endless reasons to be pessimistic about where we as a species are going. But, I hope and trust that gratitude will always be at the core of my being – especially when I attempt to make the next image.
How do you stay creative? What are your main sources of inspiration?
I enthusiastically embrace the short amount of time I have in this life and try to make the most of the time I have to photograph. I could tell you about planned exhibitions, books, projects, etc., but it would just be a list, and if anybody is interested they could easily check out my website. I have a wonderful family and many friends. I love to revisit places I have photographed before, to see how they have changed, and there is an endless source of new subject matter also available. My future plans are to live a long, happy, creative life and then see what happens next. Life is my inspiration.
In your opinion, what is the most important quality a photographer should have behind the camera?
With apologies, I have to give the same answer as I gave to a previous question – Gratitude.
Besides photography, what other activities are you interested in?
Reading, writing, drawing, walking, singing, guitar playing, traveling, experiencing art, spending time with family and friends, and perhaps best of all, which encompases all of these, just being. Life is art and art is life. The world we live in is a magnificent canvas, a book to be read, a dance to be performed, a movie to be made, a sculpture to be discovered, and music to be composed. Art is in the mind of the beholder. We all make our own decisions as to how we participate and merge art and life. For me, the two are seamless and interconnected.
Do you have any motto that represents your creations? Or do you have any favourite motto?
“Nil satis nisi optimum” – “Nothing but the best is good enough”. It is the motto of my favorite football team, Everton in England, who I have supported since I was a small boy.
Michael Kenna: Website | Instagram
Me ha gustado mucho la reflexión sobre “Un lugar transitorio” y cómo las imágenes y el arte pueden capturar la esencia de lo efímero. Siempre he tenido una gran pasión por la fotografía y el tratamiento de la imagen. Estoy pensando en hacer un curso aquí https://formacionprofesional.com.es/cu-fp-iluminacion-captacion-y-tratamiento-de-imagen sobre iluminación, captación y tratamiento de imagen para mejorar mis habilidades y poder enfocarme en este campo de manera más profesional.