Música

Sobre la Navidad y sus cuentos de hadas

Por Diego R. Segura

Es Nochebuena. En el blanco de los ojos del último borracho de la barra del último bar se reflejan las luces parpadeantes de la decoración del tugurio a través del ámbar de un whiskey que no recuerda haber pedido. A su lado, un viejo canta su epitafio: esta será su última Navidad. Hace tiempo que el violín y el pandero cesaron sus ritmos festivos, pero en el alma de nuestro protagonista las baladas no dejan de sonar.

Fuera, los copos de nieve difuminan un paisaje urbano que, fuera de estas fechas, sería casi siniestro. Pero hoy todo es forzado: las sonrisa de los camareros que no cenarán con sus familiares, la dependienta que lleva escuchando el mismo hilo musical desde las tres o el policía que patrulla unas calles llenas de borrachos que ríen, cantan, gritan, pelean y se insultan.

Los cuentos de hadas son indulgencias que maquillan una existencia que, a pesar de sus desplantes y revelaciones, merece ser vivida. “Podría haber sido alguien”, expresa con añoranza Shane MacGowan en su ‘Fairytale of New York’, a lo que Kirsty MacColl le responde con sinceridad —porque en Navidad se dice la verdad— “bueno, de hecho, cualquiera”. Que mayor fantasía hay que darse de bruces contra la realidad mientras en la calle se cantan villancicos, doblan las campanas y los cascabeles percuten suaves. Construir los sueños alrededor de una ficción es tentador, y cuando las calles huelen a canela, mandarina y vino caliente lo es aún más.

Es por eso por lo que la Navidad es tan propensa a la felicidad, por inercia. El ambiente conjuga el verbo ‘soñar’ y lo extiende y prostituye hasta el punto de que el alma más insensible se enternece, presa de vino y falsas promesas. Qué frivolidad, adjudicar a estas fechas términos tan abstractos y profundos como los sueños… Nos prometemos Broadway sin tener siquiera un público que aplauda, ría o se conmueva con nuestra tragicomedia.

El grupo irlandés ‘The Pogues’ dio con la tecla a la hora de definir la delgada línea entre la decepción y la fábula navideña. ‘Fairytale of New York’ es la resaca deprimente y sarcástica de un hombre que en la víspera del veinticinco de diciembre recuerda a su gran amor: de besarse y bailar durante la noche ansiando el gran año que les esperaba, a despedirse entre insultos y reproches. Afuera, las luces y el coro cantan por Navidad, pero, dentro del bar, un folk celta entona verdades y brinda con pintas por lo que pudo ser y no fue.

La que para muchos es la mejor canción navideña de la historia cumple treinta y seis años, y sigue tan vigente como el año en el que Shane MacGowan y sus Pogues, junto a la cantautora Kirsty MacColl, la presentaron al mundo. Hay mensajes que permanecen a pesar de todo, y aquellos capaces de utilizar el prostituido espíritu navideño para relatar una historia penosa y ridícula siempre estarán llamados a la posteridad.

Por todo esto, lo único que puedo desear para estas fiestas es una pequeña dosis de pena generalizada, que no todos los sueños se cumplan y que, igual que el frío entumece las piernas, el conformismo y el sarcasmo colmen nuestras infantiles almas. Porque, si las penas las canta un irlandés acompañado de un violín y un pandero, valdrá la pena sufrirlas.

One thought on “Sobre la Navidad y sus cuentos de hadas

  • Gracias por este regalo, me encanta la canción, la Navidad nos recuerda que la vida es bella y la podemos disfrutar, no todo es bonito aunque siempre podemos hacer el esfuerzo de sonreír al otro, de juntarnos y abrazar a los que queremos, ese beso cariñoso que te reconforta.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *