Redacción.- Aunque la figura de Erasmo de Rotterdam resulta más o menos conocida, sobre todo por la popularidad de su Elogio de la locura, así como por la defensa que de su figura hiciera Stefan Zweig en un ensayo biográfico, lo cierto es que el grueso de su producción permanece ignorada, no solo por el gran público, sino incluso por los propios iniciados en el Renacimiento europeo. Piénsese que hasta hace muy poco no estaban disponibles en castellano sus Coloquios en edición íntegra, y a día de hoy ni siquiera existe una traducción más o menos representativa de sus Adagios (las que hay disponibles son extremadamente reducidas), dos de sus obras más emblemáticas.

En este caso, se trata de su versión comentada de los Dísticos, un florilegio de sentencias escritas por un autor del que apenas conocemos su nombre, llamado Dionisio Catón, entre el siglo III y IV de nuestra era. Fueron leídos durante la Edad Media e incluso después como un manual de enseñanza del latín y como un elenco de sentencias o máximas morales, de sabiduría para la vida. Fue traducido a muchas lenguas, entre ellas al castellano, bien desde el latín o desde la traducción francesa de Corderio de 1543.

En la edición de Erasmo que ahora se publica, en traducción del eminente latinista Luis Frayle Delgado, los Dísticos están divididos en cuatro libros y una Epístola dedicatoria. Los dísticos de cada libro van precedidos por un breve prefacio y cada dístico seguido de un comentario de Erasmo donde el autor neerlandés aporta su perspectiva personal, lo cual justifica plenamente la inclusión del libro en la Biblioteca del Humanismo Renacentista de la editorial Cypress. Además de los Dísticos, y como explica en la Epístola introductoria, Erasmo incluye en esta edición otros aforismos o máximas morales en latín. En esta edición, se incluyen como epílogo los dichos de los llamados Siete sabios de Grecia.