Eva Hidalgo nació en Baracaldo y se crio en Córdoba. Profesora de Lengua Castellana y Literatura, aparte de enseñar, le gusta escribir y dibujar. Esto le decidió a dar forma de libro a los distintos poemas como a cursar el Ciclo Superior de Ilustración. Después participar en recitales y revistas durante años, publica su primer libro, Dos cuervos, en 2017 –que también ilustra– en el que hace un tributo a la memoria y al acto cotidiano de abrir los ojos y ver. Eva ha sido integrante de los grupos Bocata de Queso Manchego y el Verbo Sueño, con los que llevó a escena diferentes performances poético-musicales. En esta línea de aunar música y poesía, organizó (y probablemente organizará) con la poeta Elena Román la caravana poético musical Elaaaaaaaaástica en 2019 y 2022 en Córdoba.
En los últimos años, ha completado su último libro Orden inverso (Ediciones En Huida, 2024), compuesto por doce cantos que reflejan la incapacidad de la poeta de entender el presente y nombrarlo. Hoy pasa por “Primera Impresión” para contárnoslo.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Eva Hidalgo: Es cierto, que este libro parte de la necesidad de compartir mi grito sobre las contradicciones del ser humano y su mundo. Estas contradicciones aparecen en poemas anteriores, pero en Orden inverso las unifico en doce cantos y las muestro de un modo más directo y descarnado.
El libro nació de un fogonazo, una epifanía
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
Quizá, suene pretencioso afirmar que el libro nació de un fogonazo, una epifanía, durante un viaje con unas amigas y mi hijo a Sines, Portugal. Mientras estábamos tomándonos una cerveza en un bar cerca del pueblo, un bar humilde frecuentado por pescadores, mi hijo me comentó que en Portugal había más diversidad cultural y racial que en España. En ese momento, asocié esta diversidad con las rutas de comerciales abiertas por Vasco de Gama, nacido en esta ciudad. Rutas -pensé- que también fueron de esclavitud. La otra cara de la moneda que plasmé en el primer canto, esa parte menos heroica de la historia. Al mismo tiempo me resonaba el título del libro de Paul Celan Reja del lenguaje que me imaginaba como esa lengua que solo te permite reflejar una imagen sesgada y estereotipada de lo que te rodea. Esa reja que es una prisión que te impide ver más allá y que aparece en los estribillos.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a los posibles lectores?
El libro está repleto de preocupaciones y referencias al mundo contemporáneo como son la inmigración, la ecología, el cambio climático, la sobreexplotación, entre otros temas. Además, como he referido, en el libro se cuestiona sobre esa doble naturaleza del lenguaje la de nombrar la realidad y darle forma, frente a su capacidad de enmascararla y falsearla. El poemario ha intentado transmitir esa preocupación por el mundo, esa incapacidad para entender los efectos de la codicia humana.
No es un libro optimista
¿Qué efecto esperas que tenga en ellos?
Como no es un libro optimista, al menos me conformaría con que aceptasen mi propuesta, la pregunta que está implícita. Y les pediría a mis lectores que no se dejasen llevar por esa oscuridad que lo recorre.
¿Qué papel desempeña la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?
Desde un principio tuve claro que tendría la disposición de cantos acompañados de un estribillo. Sin embargo, no planeé cuántos serían. Los cantos los escribía partiendo de lecturas, noticias, “prontos”, es decir, aleatoriamente, hasta que decidí que debía cerrar el libro con el duodécimo canto o peligro indefinido, como los llamé en un principio.
Este libro lo escribe una Eva mayor y algo menos lírica
¿En qué medida veremos en él —o no— a la Eva Hidalgo de tu obra anterior?
Me pones en un aprieto. Este libro lo escribe una Eva mayor y algo menos lírica que en el anterior libro, más machacona. Esa Eva que sermonea un poco mediante la imaginación y la metáfora.
Muchos de mis poemas parten del sentimiento de derrota vital
¿Qué aspectos de tu poesía consideras más personales?
Si tomo distancia de lo que escribo – lo que no es posible – pienso que lo que me caracteriza es cierta propensión a la imagen y la asociación libre de ideas. Muchos de mis poemas parten del sentimiento de derrota vital, de incapacidad de comprender el mundo y de la búsqueda de respuestas.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Orden inverso, ¿cuáles serían?
Sí que es un aprieto, porque los doce poemas están pensados como si fueran un único poema. Sin embargo, como hay que elegir, recomendaría el primero porque fue la inspiración inicial; el noveno que surgió en la estación de autobuses de Huelva en un tiempo que estaba leyendo Las uvas de la ira; y por último, el décimo en el que escribo sobre el poder destructor del fuego.
Te une una estrecha relación a la música y a las artes plásticas. ¿De qué forma influyen estas disciplinas en tu escritura y viceversa?
Es verdad que me gusta dibujar, oír música, visitar exposiciones, etc. El arte, aun sin ser experta, me divierte, me llena, me hace pensar, imaginar. Tengo la convicción que la creación es inherente al ser humano.
Soy un poco caótica y supersticiosa
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Los proyectos están ahí, pero soy un poco caótica y supersticiosa por lo que no suelo hablar mucho de ellos. Si logro terminarlos: uno sería de prosa poética y otro de poemas. Los tengo guardados en sus carpetitas con sus títulos provisionales para no despistarme mientras los escribo.
Por último, como lectora, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?
Me gustaría conocer la impresión de muchas poetas cuya escritura son para mí un prodigio, pero como hay que elegir me encantaría saber la impresión de Miriam Reyes. Su último poemario Con me ha dejado sin palabras.
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Tres poemas de Orden inverso
I
Peligro indefinido,
se ha sentido un peligro indefinido.
El peligro indefinido del mar,
el peligro indefinido de una serie de amigos
que esconde el puñal en el bolsillo trasero del pantalón.
Vasco de Gama abrió nuevas rutas,
rutas de esclavitud y sumisión:
monedas en otro bolsillo.
Los vates elogian los peligros indefinidos,
un océano con corrientes y galernas
que nos arrastra a un fondo de muerte
o a un puente que atraviesa la garganta.
Un camino se abre a la resaca del inconsciente:
transeúnte que te lleva desde una calle abierta
—en el flujo de una ciudad cualquiera—
hasta un tugurio.
La mano anónima o conocida se mueve.
Un míster Hyde acomoda la falange del dedo
al mango de ese puñal amigo
que registra las bajas
de peligros indefinidos.
Una reja encierra el lenguaje y al hombre que lo utiliza,
quien no encuentra palabras para su pena
ni conoce qué ley ha quebrantado.
La palabra indefinida se convierte en un juego que asiente
y nombra peligros indefinidos de película de terror:
guion marchito de miles de flores sedientas.
IX
Las estaciones de autobuses:
hoteles improvisados
cuando de noche llega gente en silencio.
En una bolsa del hipermercado atesora:
una manta y un café y un anhelo.
Hombres y mujeres que se levantan con el sol.
Hombres y mujeres que soñaban con viajar más al norte,
a la orilla de promesas del primer mundo.
Peligros indefinidos de barcos de piedra
les indicaron el camino.
Desean recoger las uvas del vino
(uvas de ira y pobreza).
A veces, les queda un trozo de suelo
donde se confunden con papeles y envoltorios.
Habrá entonces una escoba que los barra.
El cuchillo puede venir del vecino,
del que paga,
del que no te identifica y
te saca con una patada.
Las paradas son muchas
en el viaje,
en la huida.
La espalda, mojada,
La mano, siempre vacía.
Las uvas serán recolectadas.
Vino serán en los bares,
Vino en la juerga o en la mesa.
La ebriedad enmascara un rojo peligro
bajo la lengua.
Un trato valida el lenguaje y al hombre,
que no conoce qué cláusula oculta ha firmado,
en un viaje que promete indefinidos frutos,
trazado como un peligroso trayecto:
cesto trenzado por miles de esperanzas sedientas.
X
Al hombre le gusta el fuego.
El vecino incendia el bosque comunal,
a cambio: leña, madera, pasto
y urbanización.
Pueblos y gritos pueden arder y arden.
El fuego todo lo iguala.
Cenizas será la casa.
Cenizas serán la mies, el hereje y el amigo.
Se pueden quemar, incluso, las palabras
y con ellas: las creencias, los ritos,
el sentido.
Se inmolan a diario faunas, poblaciones y florestas.
Juegos de artificio bajo el humo
que no se deja respirar,
aire ennegrecido.
No volverán a crecer ni la hierba ni el ciempiés.
Sólo se necesitan un fósforo o una yesca
para hacer saltar, presto,
la chispa.
Codicias indefinidas acechan.
El dinero traspasa el ojo y la otra mejilla.
Camello, elefante, caballo, mamut o rascacielos
caben por la medida justa de la aguja
que todo oculta en oasis fiscales.
Ígneas ganancias de peligros indefinidos
de unos pocos.
Una llama quema al lenguaje y a la boca
de quien lo contiene, que no atisba
cuánta luz se ha apagado.
Una charanga resuena como historias
de escondidos peligros indefinidos:
páginas quemadas por quimeras sedientas.
ENTREVISTA REALIZADA POR JAVIER GILABERT
Granada, 1973. Maestro avemariano, es autor de PoeAmario (2017), En los Estantes (2019), Sonetos para el fin del mundo conocido (2021) junto con Diego Medina Poveda, Bajo el signo del Cazador (2021) junto con Fernando Jaén, Todavía el asombro (2023). Copromotor, antólogo, coeditor y periodista cultural.