Por Pedro Molino.
Hay un poema de Roberto Juarroz, poeta argentino de origen vasco (1925-1995) que comienza con estos tres breves versos: “Una red de mirada / mantiene unido al mundo, / no le deja caerse”.
Esta estrofa me recordó a un poeta singular, Francisco Muñoz Soler, malagueño, andaluz, recién llegado de EEUU, poco antes presente en la feria del Libro del Cairo, y meses atrás en la India… Ojalá la mirada de los escritores con buena voluntad —como Juarroz y él— mantuviese al mundo, no le dejasen caer.
Si la mirada y la palabra del poeta se escribe siempre desde un yo interior, y frente a ello, el mundo nos parece cada vez más complejo, convulso e inabarcable para su comprensión… ¿Qué tiene la poesía de Muñoz Soler para tejer esa red de miradas que siembra en tantos países de cuatro continentes, viajando y leyendo sus poemas en universidades y ferias del libro, traducidos a 19 idiomas?
Conocí a Muñoz Soler en el Viaje Poético que organizamos desde la Asociación Colegial de Escritores de Andalucía y la Asociación Internacional Humanismo Solidario, hace un año, el 27-28 de abril de 2024, acudiendo a depositar libros de poesía en el Fondo Biblio-poético del proyecto colaborativo “Llamo a los poetas”, en el Museo de Miguel Hernández-Josefina Manresa de Quesada (Jaén). Gracias a ese viaje, hoy Muñoz Soler, nos ha puesto en contacto con traductores de la India y ya gestionamos la gran oportunidad de traducir al poeta-pastor de Orihuela a los idiomas indi y bengalí con la colaboración del Instituto Cervantes.
Sin duda, para conquistar al mundo con versos, tan loco como está hoy el mundo, hay que tener valor y arrojo para significar, para significarse, y determinación para dejar tu huella escrita como SIGNO Y PRESENCIA.
Les cuento algunas pinceladas de su vida: Francisco Muñoz Soler nació en la ciudad de Málaga un 24 de diciembre de 1957 y desde joven tuvo pasión por la lectura y el deporte. Campo, este último, en el que pudo desarrollar su labor profesional como entrenador de equipos juveniles para el club deportivo Málaga, durante varias décadas. Su facilidad de trato, su sencillez y su generosidad le granjearon siempre el apoyo de jóvenes, algunos de los cuales, confirmaron su valía llegando a ser de la plantilla profesional del club malagueño.
Ser una persona observadora y sensible favoreció su interés por el género de la poesía, primero como lector y, luego, como forma de expresión vital que le llevó a escribir sus primeros poemas y, más aún, a promover espacios de encuentro en torno a la palabra. De tal modo que pasó a organizar recitales entre poetas reconocidos y poetas jóvenes en locales abiertos, sin poner barreras incluso a las nuevas formas de expresión como el slam. De aquellos años, aún evocamos, el Ciclo Poético Plenilunio de Málaga.
A principio de siglo, una grave enfermedad lo dejó casi totalmente sin defensas y lo pusieron al borde mismo de la muerte. Y, aunque, según él “hay heridas que abrasan de por vida”, su respuesta vital lo reafirmó en la escritura lírica afirmando: «La poesía es el vehículo más idóneo para salir del laberinto, renaciendo siempre de nosotros mismos.»
A partir de esa fecha sus libros, más de una veintena, y sus viajes por múltiples países se suceden:
– Prehistoria poética (1978-88-96), Lluvia ácida, publicado en Perú en el año 2000. Áspero tránsito, 2006. La densa corporeidad de mi memoria, Venezuela, 2008. La claridad asombrosa, Florida-USA, 2009. Una flor erguida, Lima, 2010. Restauración y la voz del pensamiento, México, 2010. Selección Natural, España, 2011. Ícaro, España, 2011. La incierta superficie, La Habana, 2011. Zona Cero, NY-2013. Esencia y Alma entre almas, 2014. Cuaderno de viaje, Perú, 2016. Elocuencia de silencios, español-bengalí 2019. Latido íntimo, 2019. Poética 2016-2020. En tiempos de prodigios, 2023. Como la luz del alba. Bilingual Antology, 2024. Soler, Guatemala, 2024.
Sus poemas han volado con otras lenguas, cuenta con traducciones a 19 idiomas: (inglés, francés, portugués, sueco, italiano, ruso, turco, árabe, bengalí, griego, rumano, búlgaro, asamés, macedonio, uzbeko, vietnamita y chino…. Sus viajes… de India a Italia, de Estados Unidos a Bangladesh, de Suecia a México, de Brasil a Egipto… cuatro continentes y numerosas Ferias del Libro y universidades que reciben su obra con un especial interés.
Algunos críticos han reseñado que
La poesía de Francisco Muñoz Soler es, (…), poesía de pensamiento, una poesía de materia filosófica, íntima, inquieta, una poesía de emociones y de dudas, una poesía en la que el tiempo, su transcurrir, juega un papel importante, una poesía, en fin, que invita a la reflexión… una lírica que trata de ahondar en el misterio vida a través de una incesante búsqueda de respuestas, a través de cuestiones en las que interroga, a través del paso del tiempo, a través del amor, del hombre, y de la vida.
El libro de Francisco Muñoz Soler, que hoy reseño, tiene siete partes o poemas próximos por su temática:
1- En el primero, Buscar con arrojo, en varios poemas nos invita a “buscar con arrojo el límite del lenguaje” pese a “la fragilidad que nos da sentido” y a “tener un propósito” a “desplegar las alas como un pájaro llamado nosotros”, a “desplegar alas con el alma transparente”, a “hacerse preguntar… observar la naturaleza. / Amar la vida con un suelo sencillo: / el amor al prójimo y a la naturaleza”… arder “en la luz del deseo”.
2- En el segundo capítulo, Horizonte de sucesos, toma conciencia del paso de los días, del final “del que no se vuelve”, “a la espera de la ola definitiva”, “porque somos infinito”. Reflexiona sobre la muerte a la luz del fallecimiento de su madre y del último beso, “he sentido su gelidez penetrando en mí, / inundando mi ser de insignificancia”. Y “la frustración / de no volver a escuchar la voz de nuestros difuntos”, “inasible vacío del que solo podemos refugiarnos en la memoria”. Y, tal vez acordándose de su propia y grave enfermedad declara: “reivindico a los que nunca se rindieron”. Y busca “un punto de fuga / que calme el desasosiego”. ”Y soñar el nuevo día”.
3- En el tercero, Las máscaras que cargo, dice “en ellas me reconozco / en los sonidos de esos tiempos” y se propone “encontrar el paraíso en la derrota, siendo testigo del desastre” para “encontrarse en la quietud exacta de lo que somos / en la contemplación, en un silencio tejido por un rocoso hilo invisible”. A veces, “nada nos describe mejor que la actitud de un paciente con enfermedad terminal”.
4- En el cuarto grupo de poemas, reclama una Ética en tiempos oscuros, nos propone “ser conscientes de que en la balsa neumática / viaja un equipo” y cada uno “debe dar lo mejor de sí mismo”, “Fluir en el río amando la naturaleza/ ser uno en todos, sin dejar de ser singular”. Y propone a hombres y mujeres vivir “Igualando sus palabras y actos, / cabal, aunque el sonido que emita nadie lo escuche / pero creciéndose en el silencio y la ternura”… Porque el poeta debe ser “Siempre honesto, transparente / sabiendo que su canto señala siempre hacia la vida”. Él sabe que esto no es fácil “En un mundo que está mudando su piel / crece un vértigo” y “un individualismo en el que se deshila / lo fundamental / aquello que nos da la esencia como persona” Y donde “El hambre, la desesperanza, el desarraigo / abonan el desamparo / cavan el alma”. Aquí, Francisco Muñoz Soler, como viajero nos deja poemas sobre aquello que contempla en sus viajes, la belleza, del Río San Juan, “el signo del abandono de Guatemala. / De la penuria impuesta / que, con extrema resignación, soportan sus habitantes”. “Una convivencia marcada / por la corrupción y el abuso / arropado por una violencia sistémica”. Y se rebela “porque no es humano ser sombra sin vida”, o clamar por los bombardeos de Gaza “bajo un cielo amargo” y le “vive un sueño en este pozo hondísimo”, “en el precipicio estamos”, “en la ciénaga de los muertos”.
5- El poeta es consciente de que El arte de la guerra incendia la noche justificada casi siempre con “el dulce sabor de la venganza”, donde “El arte de la guerra / al servicio de su verdad, / de su derecho, / y de su codicia”. “Una quietud de metal pulido, / de pájaros mudos, en un mundo insensible / al azufre de la muerte de los débiles”, mientras “los noticieros del mundo / con voz neutra / acompañan a los tibios / que sentados en su mesa / comen con indiferencia”. El poeta, ante la tragedia, intenta “encontrar un atisbo de luz / para entender ese dolor”, “Intento encontrar, al menos, / un gramo de amor en la tragedia de una guerra, / un verso que dé voz a las almas de los inocentes”, demandando “Clemencia” / “cuando el dolor es insoportable”, porque “solo la compasión es el camino”:
6- En el capítulo 6, Reconoce a esta tierra que te ha cuidado, despliega su mirada ecologista para recordarnos que “No eres dueño de nada, eres un visitante” parafraseando a Margaret Atwood, “instándome a sentir la fuerza de la tierra” / Y respiro profundo / mientras atravieso los cielos de Suecia, / observando mis cicatrices que me recuerdan / que obedezca a lo esencial / porque me espera el olvido / cuando huérfano de tiempo / yo sea ceniza de eternidad”. En este capítulo quiero destacar un texto en prosa “Un andaluz de mar en tierras de Jaén”, que demuestra su admiración por el paisaje humanizado del olivar cultivado a través del tiempo.
7- En el último capítulo de este libro, SIGNO Y PRESENCIA, titulado Mi vida es un derecho innegociable, Muñoz Soler, toma prestada la voz de una mujer para denunciar una “época en la que las falsedades y la retórica / someten la razón de las mujeres”. Y denuncia con ello, la explotación sexual, la trata de blancas, que ha visto en sus viajes a países en crisis de desarrollo, para celebrar la voluntad femenina de ser ellas mismas y celebrar “el río más antiguo de la humanidad”, y a defender a las mujeres conscientes de su dignidad pese a que muchos hombres aún piensen que “una mujer con un pensamiento crítico, es un peligro”… Hasta que “tal vez con la equidad / no sea necesariamente un propósito, / las mujeres dejaran de engrosar cifras / y las recordemos por la luz única de sus ojos”.
Tengo la certeza de que la obra de Muñoz Soler crece en humanidad y solidez como un poeta con raíces mediterráneas, pero con ramas que abrazan el mundo en sintonía con otros poetas, como en esa inmensa obra que prepara con un verso prestado de los mejores poetas latinoamericanos de los últimos siglos.
Signo y presencia. Poesía para 2025.
Francisco Muñoz Soler.
Editorial Líberman, Jaén 2024.