Rosaura Álvarez nace en Granada, en el Mirador de S. Cristóbal, donde reside. Licenciada en Geografía e Historia y Ciencias de la Educación. Miembro fundador de la ABL. Estudió Música, Dibujo y Pintura. Su poesía ha sido estudiada por Biruté Ciplijauskaité (USA), Sharon Keefe Ugalde (USA), Carlos M. Andrés (USA), Zhao Zhenjian (China), Cecilia Dreimüller (Alemania), Elsa Dehennin (Bélgica), Antonio Carvajal, Antonio Chicharro, Sara Pujol, Joëlle Guatelli, José María Balcells, Juan Varo Zafra, Concha Argente, J. I. Fernández Dougnac, A. González Blanco, J. M. Ruiz Martínez, entre otros (España). Ha prologado Olvidos de Granada de JRJ (Visor). Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza (2006). No ha vuelto a concursar. Tiene traducciones al francés, inglés, chino, polaco, griego. En 2023, en Catania se editó Meriggiare, antología en italiano-español, traducción de R. Trovato. Es, a su vez, escritora de ensayo.

Han musicado algunos de sus poemas Juan-Alfonso García, Ricardo Rodríguez, Gürgen Essl, Claudia Rodríguez, Jorge Fenoy. Exposiciones pictóricas en Granada y Madrid. Su obra plástica ha sido estudiada por Manuel Alvar, Hernández Quero, Francisco Izquierdo, entre otros. Su archivo está depositado en la Fundación Jorge Guillén de Valladolid. Ha escrito los poemarios: 1986, Hablo y anochece; 1988 y 2008, De aquellos fuegos sagrados; 1994, Diálogo de Afrodita; 1998, El vino de las horas; 2001, Intimidades; 2005, Cármenes, Charms, Charmes (antología trilingüe); 2005, Alrededor de la palabra; 2006, El áspid, la manzana; 2008, Alter ego; 2011, 2020), Lumbres apagadas; 2015, Sacro Misterio de la Natividad; 2016, Con arrimo; 2017, Poetas en mis lienzos y Una sombra, una ficción (Fundación Jorge Guillén, 2024), el libro que le trae hoy a hasta estas líneas.

 

Escribo cuando necesito plasmar alguna vivencia

Javier Gilabert: Una sombra, una ficción llega en un momento muy concreto de tu trayectoria. ¿Qué te impulsó a escribirlo y publicarlo ahora?

Rosaura Álvarez: Es un libro de senectud, con todos los caracteres que la senectud conlleva. Escribo cuando necesito plasmar alguna vivencia. Por ello, como libro ha nacido, al igual que todos: cuando tengo acumulada materia suficiente con entidad literaria, la ordeno y selecciono para que muestre al lector una panorámica artística de la “interior bodega”. Y esto ocurre muy de tarde en tarde. De hecho, entre el último y este hay de por medio una pandemia.

 

El libro es siempre deseo de compartir

¿Cómo y cuando surge la idea del libro?

El libro, en mi caso, es siempre deseo de compartir. Y había suficientes poemas que de antemano sabía que serían acogidos por cierto público con expectación y cariño.

 

¿En qué ha cambiado tu forma de trabajar en este libro respecto a tus anteriores poemarios?

La verdad es que no lo he pensado. Pero ciertamente hay más años en mi haber, más experiencia y más pena. Esto, emulando a Carrillo y Sotomayor: «Crece a medida de la edad la pena». En cuanto a oficio, con el tiempo te haces más exigente.

 

Cada lector crea nuevamente el libro

¿Qué pistas o sugerencias te gustaría dar a quienes se acerquen por primera vez a Una sombra, una ficción?

No me gusta dar pistas. Pienso que cada lector crea nuevamente el libro. Sí le pediría que puesto que mi poesía es intimista en grado sumo, de no conectar o no gustar aquello que insinúa, por favor, que cierre el libro y lo aparte, pero con respeto.

 

¿Qué tipo de huella, emoción o reflexión esperas que deje el libro a quienes lo lean?

Lo primero, que tras su lectura amen más la poesía. En segundo lugar, que el poema les hable a ellos en primera persona.

 

La disposición de los poemas puede ser tan importante como los propios versos. ¿Fue la estructura algo que planteaste desde el principio o surgió de forma orgánica durante su composición?

Entiendo que la disposición ayuda al lector, y por supuesto la elaboración del libro para que tengan coherencia cada una de sus partes y todas a su vez. Pero el verso en el poema forma parte de su esencia. Es el corazón, el latido, que mantiene su pulsión de mensaje y belleza.

La estructura, en mi caso, siempre es posterior. Es poner en orden lógico las ideas, de forma que a veces desecho un poema porque desdice del conjunto o añado uno anterior por considerarlo necesario.

 

No concibo un escritor que no haya sido antes un gran lector de la mejor literatura

¿Qué papel desempeña la tradición, y en particular los clásicos, en tu obra y en este libro en concreto?

Un papel primordial. No concibo un escritor que no haya sido antes un gran lector de la mejor literatura, pues en esas lecturas fermentan las briznas que luego él aporta. En arte nada surge por generación espontánea. En Una sombra, una ficción, hay numerosas citas de clásicos, iniciadas con el título del libro, que son mi homenaje personal a sus lecturas.

 

Un poema mío es reconocible aun sin estar firmado

¿En qué medida reconoces a la Rosaura Álvarez de tus anteriores libros en este poemario? ¿Qué permanece y qué se transforma?

En todos permanece el yo, sólo varía la circunstancia. Me gusta hacer cosas distintas, porque en primer término está el que yo disfrute con el arte, sin que me coarten corrientes existentes y atendiendo siempre a un sincero reconocimiento de mi visión lírica. Aunque parezcan tan distintos alter ego y este último, en opinión de Fernández Dougnac, un poema mío es reconocible aun sin estar firmado.

 

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte sólo con tres poemas de Una sombra, una ficción ¿Cuáles serían?

Todos son parte de mi esencia y ocupan el lugar que les corresponde. Entiendo que esa elección es siempre patrimonio del lector. Pero si me pides una muestra, hoy citaré “El espejo”, “Perdida” y “Soñado universo”.

 

El diálogo de las artes ha existido y existirá siempre

Como artista plástica, ¿de qué forma dialogan la poesía y la pintura en tu proceso creativo?

El diálogo de las artes ha existido y existirá siempre, porque todos buscan el mismo fin: crear un ideal de belleza. Ya desde la Grecia clásica aparece con distintas formulaciones y representaciones. Pero cada arte tiene sus propias leyes y técnicas y también su propia emoción. En mí es bien distinta la emoción plástica a la de la palabra lírica, y realmente no sé cuáles son sus conexiones a nivel comparativo. Mi ineptitud no presupone que algún especialista me las pueda mostrar.

 

La poesía te devuelve a la inocencia del eje perdido

¿Qué papel crees que puede y debe jugar la poesía hoy, en una sociedad tan visual y acelerada como la nuestra?

Frente al ámbito inconmensurable de la imagen, la narrativa, la información…, frente a un mundo asolado por el ruido, imperio de la vulgaridad, desconcierto externo e interno… la creación artística, la poesía, te devuelve a la inocencia del eje perdido: esencial instinto de contemplación, de pasmo hacia nuestro propio ser y hacia la belleza cósmica; nos devuelve nuestra imagen primigenia trascendida.

 

Por último como lectora ¿De quién te gustaría leer “Su primera impresión”?

Me gustaría que fuera Antonio Carvajal, por la excelencia de su poesía y magisterio, y por ser autor cuyos libros siempre me han acompañado y enseñado más sobre la belleza y oficio poético. En su reciente libro En la frente del agua ha escogido por título un verso de Trina Mercader, como homenaje a una poeta excelente y en la actualidad bastante olvidada.

***

Tres poemas de Una sombra, una ficción

 

 

PERDIDA

¡Perdida voy por mis adentros!

Siento el pisar como si en vilo fuera,

como si el duro suelo no existiese,

como si en embriaguez

perdido hallara justo punto

de equilibrio. Y constato, desolada,

que no desea sostenerme

esta soberbia tierra (a la que aún

con tanto delirio amo).

 

 

EL ESPEJO

                       Para Elsa Dehennin

                      (In memoriam)

 

                                                   La vaga imagen sobre mis espejos

                                                   Jorge Guillén

 

Estaba allí, con sin par magnetismo.

Coronaba la cómoda: nogal

tallado con grutescos del romano.

Supe dádivas de su estancia cuando

alcanzó mi estatura el viejo azogue

reflejando la imagen desvaída.

Mas nunca supe mi total figura,

tan alto y soberano sobre el albo

muro pendía. Ignoro si mostró

algún rasgo inmanente de mi ser,

pues, con sobrado asombro, cada día,

vi distinto exhibir sobre su luna.

 

Incansable, después, obtuve espejos

fúlgidos, poderosos —de Virgilio

a Velázquez, de Dante a Shostakovich…—,

mas sigue mi perfil desfigurado.

 

Tal vez no sea suma perversión

del azogue, sino inmisericorde

opacidad de mi falaz retina.

 

 

SOÑADO UNIVERSO

                                                Para Antonio Chicharro

 

Al cabo de los años,

vendando voy sangría de las horas

con pudor sumo de pincel o lápiz.

Voy, a tientas, desde la soledad

a otra soledad cercana

a la que dulce olvido

no puede dispensar ausencia.

Tal vez por ello,

hacedora divinizada el alma

engendra con presura

artístico universo que

inicie albas sobre angustia tanta.

 

—Tal vez, el arte solo sea

afán de que no acabe

signo auroral de tu materia—.