ESPAÑA EN SORDINA
CORZAS BLANCAS EN SORIA

Por ANTONIO COSTA GÓMEZ
FOTO: CONSUELO DE ARCO
Cuando paseo por Soria y veo chicas riendo pienso si alguna será la corza blanca que mató el ballestero en el cuento de Bécquer. Que en realidad era la chica que amaba y la mató sin querer.
Cuando paseo por Soria me acuerdo de Antonio Machado siempre. Veo la ciudad palpitando en el río Duero. La siento como algo cálido en mitad del frío. Admiro ese claustro de San Juan de Duero roto y soñado. Con los arcos solitarios enmarcando los cielos.
Siento que lleva dentro una primavera escondida como la que vio Machado. Me acerco a ese olmo que cantó el poeta donde se produjo el prodigio. Veo por todas partes vestigios palpitantes. Y piedras vivas y dormidas.
Pienso en esas corzas leves que casi vuelan en el monte de las Ánimas. En ese terreno de los templarios que recreó Bécquer. Y me parecen que se muelen todos sus palacios pequeños y grandes. En las grandes avenidas o en la Calle Real que baja cada vez más estrecha.
Y me parece que sus piedras se convierten en nueces. Y me parece que toda la ciudad es como el arpa de Bécquer escondida en un rincón de España y que toca una mano de nieve sacando su genialidad oculta.
Y no to reminiscencias que me estremecen. Y me vienen memorias que arden muy despacio en mí. Soria es la España profunda y secreta. La España que no hace ruido y que late sin fin sin mecanismos. Que está vacía pero está muy llena.
Y deseo que en España haya más corzas blancas que burócratas.

