Entrevista a Maite Núñez: La espera como hilo invisible

Como autora, creo en el poder de lo no dicho

Nos encontramos en la Feria del Libro de Madrid, un lugar que para las dos ya es algo más que un evento literario: se ha convertido en un punto de encuentro, un ritual que celebramos con satisfacción. Esta vez, Maite Núñez y yo hemos quedado para charlar tranquilamente cerca de las casetas, compartiendo una caña y un aperitivo, mientras tanto, el bullicio de la feria resuena a nuestras espaldas. Estamos felices, porque este reencuentro —más allá de las páginas— también es motivo de celebración y reivindicación: un año más firmamos en la FIL de Madrid.

En esta ocasión, hablamos sobre su nuevo libro de relatos, *Esta espera que lo envenena todo*, un conjunto de historias que dialogan entre sí a través de la delicadeza, la crudeza y esa espera —tensa, habitual o asombrosa— que atraviesan a sus personajes.

  1. El título del libro sugiere que la espera tiene un poder corrosivo. ¿Qué tipo de esperas atraviesan tus personajes y por qué elegiste ese hilo conductor para unir estos relatos?

Tal como dice Ovidio Parades en “Mi madre” y se recoge en uno de los epígrafes del libro, la vida es una continua espera. Esperamos continuamente, y así lo hacen, por tanto, también los personajes del libro: esperan una llamada, un diagnóstico, el regreso de alguien que nos abandonó, el desenlace de algún acontecimiento, la llegada de un embarazo. Todos los personajes están atravesados, efectivamente, por algún tipo de espera. Hay un componente de miedo, de temor, pero también de deseo, al mismo tiempo, en esa espera. Y la espera puede generar frustración y angustia. También desconcierto. Y por el camino, siempre hay algo que se pierde. La espera paraliza, es muy difícil avanzar si se está en un continuo estado de espera. Sobre todo, porque, muchas veces, esa espera es una espera de algo que no sabemos qué es. La espera de nada. En el último relato, el protagonista espera lo más difícil: que suceda un milagro.

Aunque me interesan más los libros que tienen una ligazón entre sus relatos que los que no lo tienen, no elegí este hilo conductor de manera muy consciente. Empecé algunos de los relatos   -suelo trabajar en más de uno a la vez- y según avanzaban -soy muy lenta escribiendo- me di cuenta de que todas las historias tenían este latido. Tampoco sorprendió, porque la espera es generadora de incertidumbre, que es un tema en el que a mí me interesa mucho escarbar.

  1. También muestras personajes enfrentando situaciones límites desde lo íntimo. ¿Qué te interesa explorar en estos momentos de vulnerabilidad emocional?

Hay muchas cosas que no entiendo de la vida, así que escribo para poner un poco de orden en ello. Así que, básicamente -y ahí es nada- al final, estos textos pretenden ser una indagación sobre la fragilidad de vivir. La exploración de hasta dónde puede llegar el ser humano antes de romperse es -creo- una constante en mis relatos. Pero, como siempre, una escribe haciéndose preguntas, pero difícilmente llega a respuesta alguna.

 

 

  1. Aunque cada relato es autónomo, el conjunto del libro tiene una atmósfera común, casi como si se tratara de un mismo universo emocional. ¿Cómo trabajas esa cohesión?

No era algo, como he dicho, inicialmente previsto, pero a lo largo de la escritura de los cuentos aflora la necesidad de hablar de un tema concreto, en este caso, de las esperas, en el sentido más amplio que podamos imaginar. Nunca parto de un plan previo, pero una tiene una manera de escribir. Intento hacerlo desde la contención, sin estridencias. Sin melodrama, vaya. El tema y sus tramas (la enfermedad de un niño, la de una mujer, la pérdida de la familia y de la dignidad, la ausencia, el amor desgastado…) son suficientemente duros como para, además, cargar las tintas del lenguaje. Por otro lado, escribo de temas que me preocupan y lo hago desde la honestidad (escribo “por”, no “para”) y creo que eso sirve para situar al lector en el interior del relato. Yo escribo desde dentro de la historia -me resulta difícil de explicar- pero creo que quien me lee lo hace también desde dentro, desde el reconocimiento de esa honestidad y del hecho de que lo narrado le puede ocurrir o, de hecho, le ha ocurrido a él o ella misma. Y, finalmente, sin duda contribuye a ese universo emocional común el hecho de que suceden todas en un mismo espacio físico, un lugar imaginado, llamado San Cayetano.

Y voy a contar un secreto para quienes no se hayan leído el libro todavía. Hay quien considera este libro como una novela fragmentaria. Unos cuentos continúan en algunos otros.

 

  1. En los relatos aparecen objetos cotidianos que adquieren un peso simbólico. ¿Cómo usas lo doméstico para narrar emociones profundas?

Siempre digo que, como escritora, las gestas que me interesan son las que tienen lugar en el ámbito doméstico, en cocinas y dormitorios. Me interesa narrar las anomalías que alteran el orden doméstico, y para ello los objetos me sirven de correlato. Para mí es un reto escribir una historia depositando una gran carga significativa en ellos. Como si contara la historia sin contarla, o hacer buena esa teoría de que en un cuento se cuentan dos historias a la vez: la más evidente y la que subyace. De alguna forma las emociones que atraviesan mis personajes se proyectan en los objetos. Por ejemplo, un albornoz que ha sido usado durante un tiempo por alguien que ya no está y que luego aparece vacío, colgado y desprovisto de cuerpo que cubrir, creo que tiene una carga emocional muy grande.

  1. Abordas la ausencia desde una perspectiva sutil, pero poderosa. ¿Cómo construyes esos silencios narrativos que dicen tanto?

Como autora, creo en el poder de lo no dicho. Hablar de algo sin nombrar aquello de lo que se quiere hablar. Con el uso de ese albornoz, por ejemplo. Le leí una vez a Cristina Cerrada mencionar la llamada “teoría del donut”: hablar de algo dando un rodeo, sin tocarlo. Algo así como dibujar un círculo vacío alrededor del tema que queramos tratar y contar únicamente sus consecuencias, lo que pasa alrededor, los rastros que deja.  Por otro lado, desde el punto de vista más técnico, me gusta alternar frases ligeras con frases afiladas. Me gusta trabajar desde la contención, como ya he dicho, desde la economía expresiva. Dejo a la inteligencia del lector rellenar esos silencios; creo en la inteligencia del lector y lo invito a completar los huecos desde su propia emoción.

 

  1. La mirada sobre las mujeres es constante y matizada. ¿Desde qué lugar narras esas experiencias, muchas veces atravesadas por el cuerpo o el deseo?

Narro desde la experiencia y desde mi posicionamiento como mujer.  Muchas de mis protagonistas son mujeres, con sus luces y sus sombras, e intento abordarlas -pero también a los personajes masculinos-  con  conciencia del lugar desde donde escribo, que es mi experiencia como mujer con la enfermedad y con la ausencia. Así pues, soy mujer, enferma oncológica, huérfana, madre temerosa, y desde esas experiencias escribo. Mi foco es femenino y creo que eso se percibe.

 

  1. ¿Cierras con este libro una trilogía?

No fue hasta poner el punto final a este libro y echar la vista atrás que me di cuenta de que los tres libros, Cosas que decidir mientras se hace la cena, Todo lo que ya no íbamos a necesitar, y este Esta espera que lo envenena todo, constituyen un corpus sobre la incertidumbre. Yo escribo de lo que me preocupa o de aquello de lo que no entiendo y necesito poner sobre el papel: la enfermedad, la ausencia, la espera… Son temas sobre los que, al final, sobrevuela un -llamémosle así- macro tema, que es la incertidumbre. El caminar por la vida tanteando, a ciegas, a veces. En ese sentido me gusta entender estos tres libros, efectivamente, como una trilogía sobre la incertidumbre. Dado que soy una escritora muy lenta, sin embargo, vete a saber de qué irá mi próximo libro. Me gustaría explorar otros frentes, pero me temo que al final todo lo que escriba, sea lo que sea, estará impregnado de lo mismo.

 

  1. Tus relatos suelen dejar espacio a la interpretación. ¿Qué buscas con esa apertura narrativa?

Parto de mi concepción del relato: un segmento de vida que sigue sucediendo en algún otro sitio y espacio fuera de la página escrita. En este sentido, un relato nunca acaba, siempre está sucediendo, y es el lector el que decide cómo continúa. Yo creo que los finales abiertos están en la naturaleza del cuento. Al menos, del tipo de relato que a mí me interesa y me gusta, también como lectora. Como te he comentado antes, creo en la inteligencia del lector y no me gusta dárselo todo hecho, como no me gusta a mí, como lectora, que me lo den todo masticado. Planteo cada relato como un juego participativo con el lector como compañero de partida.

Aquí he querido ir un paso más allá y proponer, tal como te he comentado antes, la continuación de algunos cuentos en algunos otros, con otro protagonista y punto de vista, pero aun así, la historia queda siempre abierta. No entendería escribir de otra manera.

 

  1. ¿Cómo fue el proceso de escritura de estos relatos? ¿Surgieron de una misma etapa vital o fueron escritos en momentos distintos y luego unidos bajo una idea común?

Mira, aquí vuelvo a jugar con todos estos elementos que te he ido desgranando en nuestra conversación y voy a retomar esto que te decía antes sobre el hecho de que unos cuentos del libro continúen en otros. Después de la publicación de Todo lo que ya no íbamos a necesitar, estuve mucho tiempo sin escribir. Tenía la sensación de que no tenía nada que contar. Después, poco a poco, fui volviendo a hilvanar historias, tramas que llevaba en paralelo y que, como siempre, rondaban todo el rato lo mismo: en este caso, el desasosiego de la espera. Al escenario común de San Cayetano quise unirle la repetición de personajes, que es algo que ya había utilizado en el libro anterior, pero que aquí he intentado llevar algo más allá. Para mí, el relato ofrece una versatilidad riquísima y muy interesante. Y, en ese sentido, me planteé jugar con las tramas, hacer cuentos independientes con sus finales abiertos pero que pudieran continuar más adelante, en otro momento temporal (en otro segmento de los que te he hablado antes) y con otro protagonista, es decir, con otra perspectiva. Me ha resultado un reto, un juego enriquecedor y espero que a quien quiera leer el libro a quien lo haya leído, también.

  1. ¿Qué te gustaría que pase en quien lee *Esta espera que lo envenena todo*? ¿Hay una emoción o reflexión particular que esperes que despierte?

La misma que espero en mí cualquier obra que lea y que no sea de puro entretenimiento: que conmueva, que provoque un cierto sobrecogimiento, que de alguna manera no se salga de su lectura igual que se entró en ella, y, sobre todo, que el lector o lectora recuerde estas historias mucho después de haberlas leído.

Terminamos la conversación como empezamos: riéndonos y celebrando el encuentro. La feria también acabó hace unos días, pero nosotras nos quedamos con esta pausa compartida, con la calidez de las palabras dentro y fuera de los libros. Y mientras tanto, Maite piensa en nuevas historias y en el ambiente caluroso queda esa sensación de que, también en la espera, surge la belleza en sus relatos, en este enlace podéis comprar el libro;

Esa espera que lo envenena todo

 

Sonia Aldama

 

Maite Núñez (Barcelona, 1966) escritora, licenciada en Historia Moderna y Contemporánea (UAB) y ha cursado la licenciatura de Documentación (UOC) y el doctorado en Periodismo (UAB). Sus inquietudes literarias, junto con su interés por el mundo de la comunicación, la han llevado a realizar varios cursos en el ámbito de la edición y de las tecnologías de la comunicación. Ha publicado cuentos, artículos, reseñas literarias, etc., en distintas revistas y antologías. Entre los premios literarios más destacados que ha recibido se hallan el 1er Premio del V Concurso Tanatocuentos (2005), el 1er Premio de la XXXI edición del Certamen Internacional de Narrativa Tomás Fermín de Arteta (2007) y el 1er Premio del V Concurso de Relatos Breves del Diari de Terrassa (2014). Ha sido finalista, entre otros,   del XXXVII Certamen de Relato Corto Hucha de Oro (2012), del XXV Premio de Narración Breve UNED (2014) y del Certament Internacional de Relato Las Dalias (2019 y 2024). Ha publicado tres libros de relatos, todos en la editorial Base: Cosas que decidir mientras se hace la cena (2015), Todo lo que ya no íbamos a necesitar (2017) y Esta espera que lo envenena todo (2025).