Silvia Pato.
La escritora británica Olivia Laing, quien colabora habitualmente con medios como The Guardian y New Statesman, nos invita a acompañarla a través de su ensayo El jardín contra el tiempo (Capitán Swing, 2024) en una experiencia vital tan íntima como única.

Laing se embarcó a la búsqueda de un jardín que fuera su refugio, y así consiguió emprender la tarea de construir su propio paraíso personal a través de la restauración de un vergel en su casa. Este era un sueño que la escritora había albergado durante años, y que por fin logró convertir en realidad en el año 2020, aunque luego mediara una pandemia de por medio, y el tiempo en recuperar aquel espacio verde abandonado hasta transformarlo en lo que tenía en mente fuera más del que había calculado en un principio.
Bajo esta premisa, entre el ensayo histórico y el autobiográfico, Laing escribe El jardín contra el tiempo. Lo que asemeja un tema que solo debería interesar a los amantes de las plantas y aficionados a la jardinería (que dicho sea de paso, disfrutarán como nadie con esta obra), acaba seduciendo a cualquier lector curioso interesado en la naturaleza, la sociología y la historia, puesto que se desarrolla de tal manera que se consolida como un fascinante recorrido histórico por algunos de los más emblemáticos jardines reales e imaginarios del mundo, sin olvidar su creación, su significado y las especies que los pueblan
Entre las páginas de El jardín contra el tiempo no faltan las referencias literarias al Edén que soñó el arquitecto, escritor y maestro textil decimonónico William Morris, a clásicos como El paraíso perdido (Paradise Lost) de John Milton y a obras menos conocidas como el Ensayo sobre la jardinería moderna (Essay on modern gardening) de Horace Walpole, el mismo autor que se hizo famoso al escribir El castillo de Otranto (The Castle of Otranto), obra que se considera iniciadora de la literatura de terror gótico.
Con esta seductora combinación entre plantas, libros y costumbres del pasado, la obra de Laing es una delicia para abordar la historia inglesa de otra forma. En sus páginas, el fascinante mundo de las flores en particular, y las plantas y los árboles en general, se convierten en protagonistas. Además de todo ello, la autora no se olvida de reflexionar e imaginar otros mundos posibles, convirtiendo los jardines en lugares que, abandonando su carácter utópico, devuelvan la vida a la comunidad y propicien la solidaridad entre sus miembros, como sitios en los que los descubrimientos se combinan con la desaceleración de las rutinas en las que la sociedad frenética que habitamos nos empuja y envuelve. Como resultado, El jardín contra el tiempo es una lectura diferente por la que vale la pena dejarse sorprender.

