Horacio Otheguy Riveira.
De una Residencia del Centro Dramático Nacional, Eva Mir trabajo esta nueva pieza, aún inédita, y lo hizo sumergida en un mar proceloso con súbitas transformaciones para dejarse llevar en calma, tiernamente, mientras todo vuelve a empezar, o no, vuelve a desplazarse incansable, vigoroso… en una muy atractiva combinación de autoficción con teatro épico.
La intimidad familiar desglosa rasgos diáfanos y oscuros, buceando en contradicciones singulares. Similares a aquellas plantas que buscan la luz del sol, a manera de focos cálidos por donde circula intensamente el arte escénico…
«… Perdón. Es que … me está costando encontrar un principio. ¿Cómo es el principio de una obra que no entiende el tiempo?
Cuando este cuerpo creció, un día pudo leer que siempre que una escribe, algo se desplaza.
Desde entonces este cuerpo siempre creyó que el teatro es la casa del desplazamiento. Si estoy en esta casa, podemos imaginar a un anciano bajo un naranjo. Si estoy en esta casa, a través de un naranjo podemos ver una hectárea de naranjos. Si estoy en esta casa, puedo visualizarme a mí misma, anciana. Puedo visitarme a mí misma.
Hay casas a las que no las sostienen paredes, sino palabras. Son casas que nunca llegamos a conocer, casas del pasado que alguien nos describió. Casas que tenemos que imaginar. O quizás casas en las que sí que estuvimos, pero de las que somos incapaces de recordar dónde estaba ese viejo secreter de cajones con llave. Cuando esto pasa, empiezan las palabras. Allí donde acaba la memoria, es donde siempre empiezan las palabras.
En esta obra hay un puñado de esas casas con vigas hechas de adjetivos».
Lo que empieza como un teatro para una sola voz, un solo personaje femenino… avanza nutriéndose de personajes familiares con sus conflictos emocionales mientras, eso sí, Un Cuerpo preside la ceremonia en todo momento, delegando con singular estilo en otras criaturas de inquietante dimensión.

«Esta es una obra que se desplaza. En espacios aéreos regulados por países más o menos regulados. El movimiento compró y descartó posibilidades de esta obra. Siempre desplazando el cuerpo. Alguien me contó que mi bisabuela paterna, para desplazarse, cruzó la frontera España. Mi madre se despertó un día con la noticia de que no se iría a estudiar a Valencia. No era un buen momento para ese desplazamiento. Ese mismo día, mi madre tenía en la puerta de la casa del pueblo una Vespino. Una especie de compensación. Un desplazamiento por otro. Una libertad controlada. Un alivio provisional. Esta obra se desplaza con ella. Con las generaciones sin alas, con las que se conformaron con un alivio provisional, con las que pagaron precios altos por las libertades que hoy me impulsan. Generaciones que pasaron la vida ensayando una representación que nunca llegará a tener lugar. Estáis aquí. Voy a facturar la maleta y cabéis todas».
EVA MIR: COMBATIENTE A TODAS HORAS
«Me dijeron que es escritora quien escribe pero siempre me dio no sé qué autodenominarme así –será el Síndrome del Impostor–. Alguien de mi familia, cuando le dije que estudiaba dramaturgia: ¿eso qué es, como odontología? Creo que ahí decidí reivindicar la extraña palabra. Quizás soy escritora desde que utilizaba las ficciones para retener a mi madre unos minutos más en mi cama antes de dormir. Cuando cumplí dieciocho, hice llegar desde IberLibro hasta un pueblo sin muchos fondos los grandes tomos de las grandes gentes del teatro.
Y así empezó la aventura, así creció la curiosidad y así encontré esa palabra que se parecía a la de un dentista. Además, se podía estudiar. Se encendió la mecha en los cuatro años de Dramaturgia y Dirección Escénica en la RESAD, donde comprendí que el teatro es oficio y equipo. Abrí mente y cuerpo escuchando y probándome con profesionales como Alberto Conejero, Antonio Rojano, María Velasco o Jordi Casanovas, entre muchos otros y otras. Corroboré que no hay nada como la práctica poniendo en pie desde la autogestión obras como Antípodas, El latido mudo o Hacia Regolit, y llegué a la conclusión de que el aprendizaje no acaba nunca.
Un día me llamaron para decirme que había ganado el Premio Calderón de la Barca por Héroes en diciembre y en 2021 la dirigí en el Centro Dramático Nacional. Allí mismo estrené La Conmoción (La Pira), dirigida por Alfredo Sanzol, y ese fue el inicio de otra conmoción que me sigue permitiendo compartir historias.» (Eva Mir).

«Hace poco alguien mencionó delante de mí eso del “gen artístico”. Empecé a preguntarme por el mío. Rastreé, y más allá de hobbies pictóricos y una pasión por la música en cualquiera de sus expresiones, no di con el dato revelador. Después, recordé a mi abuela paterna y su capacidad para repetir anécdotas vitales una y otra vez. Y desde esa distancia que da lo póstumo, la pensé como la mejor contadora de historias que había conocido, por su capacidad de incluir los detonantes y peripecias en los minutos exactos y por su don para insertar la tensión dramática con una pausa en el punto álgido para “dar una vuelta a los fideos”. Científicamente no puedo asegurar que esa habilidad se transmita vía genética, pero mi abuela me proporcionó el ejemplo de que las historias, y la necesidad de contarlas, son tan innatas como nuestra piel. Eso es mi escritura, el impulso de contar y encontrar ficciones. Y si me preguntaran por estilo, no sabría definir si lo hay. Cada palabra, cada tema y cada universo me retan continuamente a un nuevo dispositivo, y ahí está para mí la magia, en la incertidumbre de hacer materia las ideas. Eso es, para mí, teatro.» (Eva Mir).
Precio: 10 euros. INAEM o librerías. 112 pp. Centro Dramático Nacional
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DEL 9 AL 19 DE OCTUBRE 2025, PRÓDIGO EN MATADERO
Justo antes de la gran campaña de Navidad, muere la matriarca de una empresa carnicera. Su hijo, con 40 años y bastantes asuntos que resolver, vuelve para cobrar su parte de la herencia y divorciarse así de su padre. Eva Mir se pregunta, entre otras cosas, quién nos ha contado nuestra historia familiar.
Hacia Pródigo, versión itinerante y creada para un lugar específico, nació en Teatre El Musical. Luego pasó por el Rialto y llega desde Valencia para presentar en Nave 10 la versión adaptada a un espacio escénico convencional. Es una pieza viva, de autoría original, inspirada en la parábola bíblica del hijo pródigo y en las posteriores versiones que se hicieron de ella en el Siglo de Oro. Sin embargo, aquí no hay un padre compasivo que le abra la puerta al hijo arrepentido, por lo que el viaje de Pablo, que así se llama el hijo, se transforma en un relato sobre la incertidumbre contemporánea y sobre el desamparo. En Pródigo este hijo se convierte en un símbolo generacional, que reacciona a la cancelación del futuro con el gran descontento. Eva Mir, autora y directora de este montaje, maneja un lenguaje escénico muy actual, entre el barroco y el pop. Su propuesta tiene un espacio sonoro en directo a cargo de Marcos Nadie, un reparto coral y teatro físico para contarnos una historia sobre la falta de oportunidades.
Rocío Bello. Dramaturgista de la temporada 25/26 de Nave 10 Matadero


