Horacio Otheguy Riveira.
Única función en el Capitol de la Gran Vía de Madrid, ovacionada por un público entregado a una doble exhibición del clásico de Bizet, ya que -paralelo a las arias principales- dramatizan la trama bailarines de rigurosa profesionalidad. Canto y danza brindan un espectáculo muy original con una orquestación también enriquecedora.
Fabulosa versión de la popular ópera, estrenada hace 150 años con mala fortuna. Tres meses después su compositor, Georges Bizet murió de un infarto con solo 36 años, convencido de que había fracasado estrepitosamente, en gran medida por la audacia del tema.
Se fue demasiado pronto, sin disfrutar del éxito internacional que, tras múltiples versiones, llega hasta hoy a cargo de la Compañía Ópera Fusión de Madrid, con una sobresaliente creación. Carmen: pasión lírica y flamenco es una experiencia artística sin precedentes, una producción que reinterpreta la obra maestra de Bizet a través de una fusión entre la ópera y el flamenco. Seguiriyas, soleás y bulerías comparten escenario en un diálogo constante donde el cante jondo amplifica la intensidad dramática de la narrativa operística.
Por tanto, la historia de Carmen trasciende géneros y época para adentrarse con nuevos lenguajes, muy emocionantes, en la denuncia de una violencia de género atemporal que hoy día fustiga a gran parte de la población femenina en todo el mundo. Eso sí, con armas legales para protegerla que antes no existían, a pesar de que la feroz agresividad machista ante el avance de la libertad de la mujer tiene aún muchos recursos.


Esta magia de renovado esplendor viene de una novela breve de Prospeer Mérimée publicada en 1847. Una narrativa basada en hechos reales contados al autor por una aristócrata. Tan lejanos tiempos y tan cercana la tragedia amorosa enraizada en -como escribió Shakespeare en Otelo- el monstruo de los celos: «Ese monstruo de ojos verdes» que llega con la falsa expectativa de un amor profundo que se cree traicionado.
Cuerpo y mente de una mujer libre que juega con su cuerpo como si de verdad le perteneciera en un mundo de hombres que no permitirán que reine para sí mismo ni mucho menos para otros.
Si la Carmen original exhibe la osadía de su búsqueda de placer físico, claramente sexual, la presente versión crea una atmósfera de expansiva sensualidad en los cuerpos de los bailarines de ambos sexos: cada cuadro una amalgama de luces y sombras; luchas interiores, radiantes mujeres y combates masculinos por su cimbreante presa.
Pasión, Gloria y Muerte de Carmen en un espectáculo que debería girar por el país y, desde luego, volver a Madrid para que un público más numeroso disfrute de semejante acontecimiento.


Glenda Vega, mezzosoprano británica de origen cubano, espléndida Carmen con muy logrados matices.

Con una muy completa formación adquirida entre La Habana, Miami y Valencia, ha interpretado este personaje en escenarios de Berlín y otras capitales europeas, consolidándose como una de las voces más versátiles de su generación. A su lado, el tenor madrileño Quintín Bueno da vida a un trágico Don José. Un grande de la ópera, Premiado en el Concurso Internacional de Canto AMAO y formado con Teresa Berganza y Renata Scotto.
El guitarrista Pedro Medina, al frente del conjunto flamenco, es el director musical que ha fusionado los lenguajes de Bizet y el arte jondo con encomiable talento. Por su parte, la bailarina y coreógrafa Mónica Gómez firma una puesta en escena vibrante, donde la danza enriquece el peculiar ámbito dramático musical de la ópera.


