Pilar Martínez Manzanares.

La decisión de Karla marca un regreso vibrante al mundo del espionaje clásico, con George Smiley como protagonista en una historia que se sitúa entre dos obras icónicas: El espía que surgió del frío y El topo. Ambientada en la primavera de 1963, la novela nos presenta a un Smiley retirado del Circus, aparentemente en busca de paz y estabilidad personal. Sin embargo, esa calma se ve interrumpida cuando Control le encomienda una última misión: investigar la desaparición de un objetivo ruso en Londres y entrevistar a Susanna, una emigrante húngara que podría tener las claves del misterio.

La trama se despliega con la maestría narrativa que caracteriza el legado de le Carré, ahora en manos de Nick Harkaway, quien logra preservar el tono sobrio, la tensión psicológica y el juego de lealtades que definieron al género. Smiley, lejos de ser un héroe convencional, se muestra como un hombre introspectivo, marcado por las cicatrices del espionaje y por una relación compleja con su enemigo más formidable: Karla, el implacable agente soviético cuya sombra se cierne sobre toda la novela.

Uno de los grandes aciertos de esta obra es su capacidad para conectar con lectores nuevos sin perder la profundidad que los seguidores de Smiley esperan. La ambientación en plena Guerra Fría, con Europa dividida por ideologías y secretos, sirve como telón de fondo para una historia que no solo se centra en la acción, sino en los dilemas morales del espionaje. ¿Hasta qué punto se puede justificar una traición? ¿Qué precio tiene la verdad en un mundo de mentiras?

La narrativa es precisa, elegante y cargada de tensión. Cada personaje, desde la misteriosa Susanna hasta los viejos conocidos del Circus, está cuidadosamente construido, aportando capas de ambigüedad y humanidad. El ritmo, aunque pausado en algunos tramos, permite una inmersión profunda en los conflictos internos de Smiley y en el juego de inteligencia que se desarrolla entre Londres y Moscú.

En definitiva, La decisión de Karla es un thriller de espionaje que honra el legado de John le Carré y ofrece una lectura apasionante, reflexiva y cargada de intriga. Una obra que demuestra que, incluso en tiempos de aparente paz, las sombras del pasado nunca desaparecen del todo