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Eduardo Villanueva (León, 1985) es Técnico en Integración Social y actualmente reside en Torrelavega, Cantabria, junto a su pareja y sus cuatro gatos. Su trayectoria literaria comenzó en 2005, cuando ganó el concurso de relato corto Gabino Teira con Comerse el mundo de un bocado, incluido en una antología junto a otros autores como Juan Gómez Bárcena. Desde entonces ha desarrollado una amplia actividad creativa: ha escrito más de setenta letras de canciones, elaborado guiones de cortometrajes y publicado el poemario Sobre la inutilidad de escribir (Editorial Fanes, 2015).

Colabora con revistas y fanzines, y participa en el podcast de cine La taberna de Cimmeria. Entre sus pasiones literarias destacan las novelas poliédricas, los híbridos, los seres disfuncionales, los túneles, la metaficción, los juegos narrativos y los retratos desenfocados. Edificios en llamas y ventanas abiertas (noviembre 2025) es su primera novela, un debut que confirma su voz singular y su inclinación por explorar lo íntimo, lo extraño y lo fragmentado.

  • CULTURAMAS.- Buenos días, Eduardo. Edificios en llamas y ventanas abiertas es un auténtico descubrimiento. La novela combina ese lirismo propio de tu trayectoria como poeta con una narrativa introspectiva de altísimo nivel. ¿Cuáles han sido tus referentes?

RESPUESTA.- Muchos. Me vienen a la cabeza, en un principio, Borges y Bolaño. Muy diferente el uno del otro, pero ambos, siguiendo la estela de Kafka, trataron de indagar en ese mundo que se esconde entre lo cotidiano y lo extraño. Tengo también presente a Sara Mesa y su afilada sordidez, a Laura Fernández, que hace una ciencia ficción posmodernista muy ingeniosa, o a Gonzalo Hidalgo Bayal, un escritor maravilloso que parece un secreto de nuestra literatura patria.

El cine también me influye mucho a la hora de elaborar historias. Siento una especial fascinación por las obras de Charlie Kaufman y Yorgos Lánthimos, por citar solo dos realizadores.   

  • CM.- Ahondando más en tu trayectoria, ¿a qué retos te has enfrentado durante la escritura de la novela, frente a la composición de un poemario?

RESPUESTA.- Siempre he concebido la poesía como una forma de rescatar fogonazos; instantes que encierran un pensamiento, un recuerdo o una fantasía. El componente narrativo, de haberlo, es débil. Su atractivo, a mi juicio, viene de otra parte.

En cambio, la novela, aunque pueda beber de la pasión por los fogonazos, la veo como un artefacto más grande y robusto. Necesité, en la obra que nos ocupa, una planificación de trabajo mucho más compleja. Tenía muy claro lo que quería contar, pero tuve que precisar de forma escrupulosa el tono, el estilo y la voz que requería, no solo cada paraje, sino el conjunto total de la historia.

  • CM.- Centrándonos en Edificios en llamas y ventanas abiertas, utilizas una ruptura amorosa como punto de partida para un viaje que, en realidad, es hacia dentro, hacia la más profunda psicología del protagonista, tomando elementos tangibles como las historias que les cuentan sus compañeros, la lectura de unas cartas de su padre… ¿Qué emociones buscas despertar en el lector?

RESPUESTA.- Es muy difícil de prever lo que otro pueda sentir porque creo que estamos siempre condicionados. En la literatura, como en la vida, quien tiende a ver luz, aunque viva en la más absoluta oscuridad, verá luz, y quien no está equipado para la felicidad, aunque la tenga delante, no será capaz de reconocerla.

Leer esta novela a cada cual le provocará lo que desee, pero a mí me encantaría que zarandee al lector, que le coja por el pecho y le dé un meneo. Ese creo que es un buen punto de partida para despertar emociones.

  • CM.- ¿Qué puedes contarnos del proceso de escritura de la novela?

RESPUESTA.- Fue una experiencia muy intensa. Una vez que entré de lleno en la historia me obsesioné con los detalles que la componían y gocé al descubrir las infinitas posibilidades con las que contaba para dar forma a la novela. El primer borrador fue el resultado de dos años de escritura diaria.

Las labores de revisión me llevaron a reescribir la novela en dos ocasiones. Mantuve el grueso de la estructura inicial, pero hubo cambios significativos. No creo en esa idea romántica de que la primera versión de un manuscrito es la más auténtica y poderosa. Para mí toda obra es mejorable. Y en eso me centré: en tratar de llegar a exprimir la historia lo máximo posible.   

  • CM.- ¿Y de los personajes principales? A muchos los conoceremos durante un único capítulo, como contrapeso emocional del protagonista o influencia que oriente su introspección.

RESPUESTA.- Los personajes de la novela viven un poco al límite de sus capacidades mentales, pero hacen enormes esfuerzos en que eso no lo perciban los demás. Resulta agotador. Y a día de hoy, en el mundo que nos rodea, parece casi imposible vivir fuera de esas coordenadas.

Eso hace que algunos personajes no se reconozcan a sí mismos, se escondan, quieran desaparecer o pierdan la cabeza.

  • CM.- ¿De dónde obtienes la inspiración?

RESPUESTA.- De los libros y de las personas que he conocido, sobre todo. Aunque también me inspiran cosas que no sé bien de dónde proceden. Me atrae mucho el mundo de las sombras y de las pesadillas, eso que tenemos delante (o dentro) y que muchas veces no comprendemos, pero que influye, de una manera u otra, en nuestras vidas.

Indagar en lo extraño es, para mí, un motor muy potente de inspiración.

  • CM.- La nitidez con la que narras algunos pasajes hacen que parezcan reales, que han sucedido. ¿Te has basado en vivencias propias o de terceros para estructurar el viaje del protagonista?

RESPUESTA.-La novela que he escrito es una obra de ficción. Eso sí, es fruto de muchas cosas, incluido, claro, las experiencias vitales que he tenido. Nada me es ajeno. Comprendo perfectamente el proceso que atraviesa el narrador y el que atraviesan los personajes que le rodean y eso me fue muy útil para construir la narración.   

  • CM.- Edificios en llamas y ventanas abiertas es un título muy largo para una novela, que detona la complejidad que esconden sus páginas. Te propongo un juego. Si tuvieras que definir la totalidad de la obra en una palabra, ¿cuál sería? ¿Y por qué?

RESPUESTA.- Interesante reto. Elegiría: Expectativas. Porque es un elemento muy importante en la novela y en la vida de casi cualquier persona. Desconocemos lo que va a venir, entonces, tendemos a construir ese futuro con fabulaciones, a veces muy ilusionantes o muy dramáticas, y ese punto de partida previo a la realidad a la que aún no nos hemos enfrentado condiciona nuestra forma de enfocar lo que viene después.

En Edificios en llamas y ventanas abiertas todos los personajes deben combatir con eso, con sus propias expectativas de la vida, de la gente que les rodea y de sí mismos.    

  • CM.- Han pasado veinte años desde que te iniciaste en la literatura. ¿Cómo ha sido este tiempo para ti? ¿Dónde notas que has cambiado como autor, si es que has cambiado como autor?

RESPUESTA.- Han sido veinte años de aprendizaje y experimentación en diferentes terrenos y formatos, pero siempre alrededor de la palabra y las historias. Diría que lo que  perdura es, sobre todo, la curiosidad y el deseo de jugar. Han cambiado muchas cosas. Mi percepción sobre la literatura (y sobre la vida) no es la misma, aunque conserve ciertos elementos, manías o afinidades del pasado. Lo más significativo de ese cambio, creo yo, es que antes valoraba mucho más el fondo que la forma. Ahora siento que estoy en otro lugar. Me apasiona e inquieta la estructura, la pulsión interna de las historias y los enfoques posibles que tiene cada una de ellas    

  • CM.- ¿Qué podemos esperar de Eduardo Villanueva en el futuro, tras la publicación de Edificios en llamas y ventanas abiertas?

RESPUESTA.- Estoy muy volcado con la narrativa. Acumulo cada día trazas y bocetos de historias. Muchas quedarán en eso, en ideas más o menos afortunadas con una corta vida. Pero algunas, muy posiblemente, deriven en relatos o, tal vez, en novelas. Depende de la sintonía que surja. Con la convivencia que da el paso de los días, ese rumiar revela, antes o después, si hay o no un futuro entre esas ideas que voy anotando y yo.    

Si todo va bien, antes de que acabe la promoción de Edificios en llamas y ventanas abiertas estaré trabajando en la elaboración de una nueva novela.   

  • CM.- Parte del público interesado por las entrevistas literarias que publicamos en Culturamas, es a su vez juez y parte: escritores y aspirantes a escritores. ¿Qué podrías decirles sobre el proceso de trabajar mano a mano con una editorial para publicar una novela?

RESPUESTA.- Cada escritor y cada editorial, como suele decirse, es un mundo. Yo puedo hablar de mi experiencia y, hasta ahora, está siendo muy grata. Es de agradecer que respeten y valoren tu obra como he sentido que han hecho con Edificios en llamas y ventanas abiertas.

El trabajo con Editorial Veintinueve es muy completo porque es un acompañamiento integral. La fase de revisión y corrección fue dinámica y fluida. La cubierta de la novela y la estética de la obra y sus contornos se elaboró con mucho mimo, al igual que toda la labor de promoción.     

  • CM.- Por nuestra parte, eso es todo. Podemos dar por finalizado el interrogatorio. Ha sido un placer contar contigo, Eduardo, y conocer más sobre Edificios en llamas y ventanas abiertas, una novela sensacional. Ahora, si nos lo permite, recoja sus enseres personales y… No, alto. Una cosa más. Le concederemos un último alegato. ¿Qué le dirías a esos lectores que al finalizar la lectura de esta entrevista les pica el gusanillo pero esa vocecilla en la consciencia les hace dudar? ¿Cómo les convencerías?

RESPUESTA Y CIERRE.- Hay algo misterioso y fascinante en las llamas. Si el fuego te atrae y a la vez te intimida creo que harías bien en acercarte a este libro. Y también, por supuesto, si te apetece atravesar un túnel en medio de la noche, dejándote guiar, tan solo, por una voz que te hable al oído, adelante: lee Edificios en llamas y ventanas abiertas.