Aitor González J.

“La mente humana puede ser una prisión más peligrosa que cualquier celda.”

En La asistenta, la escritora y médica Freida McFadden nos lanza a una historia donde la domesticidad se convierte en un laberinto de secretos, y la aparente calma de una casa perfecta oculta las grietas de una psicopatía larvada. Estamos ante un thriller que no necesita sangre ni violencia explícita para inquietar: basta con una habitación cerrada, una puerta que no debe abrirse, y una protagonista con demasiadas ganas de empezar de nuevo.

Millie es una joven en la cuerda floja: desempleada, con un pasado borroso y demasiadas cosas que ocultar. Cuando consigue un trabajo como asistenta en una lujosa casa de Long Island, parece que el destino le ha dado una segunda oportunidad. Pero como todo en los thrillers que merecen la pena, esa oportunidad tiene letra pequeña. Muy pequeña. Y escalofriante.

La señora Winchester —joven, rica, bellísima y profundamente desequilibrada— se convierte en el epicentro de un juego de poder que roza lo perverso. Lo que empieza como un trabajo de limpieza acaba siendo una batalla de voluntades. Millie no tarda en descubrir que la casa donde ha entrado no solo guarda polvo en las esquinas, sino secretos en las paredes. Literalmente.

La prosa de McFadden es limpia, directa y efectiva. No busca adornos, sino tensión. Con capítulos breves que enganchan como una serie bien editada, la autora construye una historia que se devora en apenas dos sentadas. Pero que quede claro: esto no es solo entretenimiento. Bajo su estructura de “domestic noir”, se esconde una crítica feroz a las relaciones de poder, al clasismo camuflado de buenas intenciones, y a la delgada línea entre empleador y explotador.

Desde una perspectiva psicoanalítica, La asistenta es también un estudio sobre el trauma y la resiliencia. Millie es una narradora inestable, con cicatrices emocionales mal cerradas, y su forma de observar el mundo está contaminada por su pasado. Es precisamente esta ambigüedad moral la que convierte la novela en algo más que un simple pasatiempo: ¿qué estamos dispuestos a hacer por una segunda oportunidad? ¿Y cuántas verdades estamos dispuestos a ignorar si nos ofrecen seguridad?

El giro final —sin hacer spoilers— no solo reconfigura todo lo leído, sino que obliga al lector a enfrentarse a una pregunta incómoda: ¿qué harías tú si tu supervivencia dependiera de ocultar una verdad?

La asistenta no pretende reinventar el género, pero lo domina con una precisión quirúrgica. Y lo mejor: es solo el principio. El universo McFadden es amplio, y si esta historia te atrapa… prepárate, porque hay más puertas esperando ser abiertas.

(Si estos temas os interesan, estáis de suerte: Icaria está a punto de salir del laboratorio. Memoria, poder, control institucional y personajes rotos que intentan recomponerse. Y si no… lo siento. Pero deberíais leerlo. Porque hay cosas que, aunque no quieras, ya te están observando).