ESPAÑA EN SORDINA

UN DOMINGO EN EL JARAMA

 

 

Rafael Sánchez Ferlosio escribió sobre casi nada una novela inolvidable, “El Jarama”, en los años cincuenta.

La gente se aburría en Madrid, se aburría en la España de Franco. Pero tampoco era solo eso, no era solo lo social. Era que uno se aburre en la vida, la vida no tiene nada hasta que se muere alguien.

No había horizontes en esos jóvenes, no había más que palabras y trivialidades. Hasta que una chica se ahoga tienen que fijarse en la vida. Eso también era el existencialismo de la posguerra, el  darse cuenta del existir. Y España existía y existe, pese a todo.

Ferlosio hizo  que el agua de ese río tan sencillo, esa tarde cualquiera concentrada,  un  bar solitario e intenso al que acuden los excursionistas se cargase de  vida. Hizo  que nos fijásemos en un río y nos quedásemos pasmados como los estudiantes en el agua.

¿Por qué la gente se fijará tanto en los ríos? ¿Por qué irá los domingos absurdos por la tarde hasta el agua para decir chorradas, chorradas que son la vida, e intentar ligar con alguna chica que luego se muere? Y entonces resulta que esas chorradas eran  algo serio, porque era lo que teníamos, como las canciones triviales de los veranos junto al mar.

Y que cada palabra que dijeron los muchachos junto al Jarama estaba llena de vida precaria.

Igual que cuando dice Simone de Beauvoir en “La invitada” que todas las cosas que existen son interesantes porque existen. Y Ferlosio subrayó   la existencia  de aquellos muchachos, de manera trivial y alucinógena.

Lucio le repite al dueño de aquel bar:”¿Me dejas que descorra la cortina?”  Y lo mismo decía Heidegger como método filosófico: des-velar la existencia, apartar el velo que la cubre.

Y pese a todo aquel rio era la intensidad, era el consuelo, era la vida. Era el río de Heráclito, era el río de las tardes de la posguerra con el que podían vivir, igual que vivían con el whisky Dyc.

Y Sánchez Ferlosio lo dijo con palabras sencillas, cargadas, inventó un  Bukovski cerca de Madrid, las llenó  de la existencia de una tarde trivial y  única.

España existía y existe, pese a todo. A  pesar de las existencia tan patética que lleva a veces. A pesar de que veces la vida de España se parece a aquella tarde de domingo en el Jarama.

Ferlosio hizo que la gente recuerde su novela anodina y fascinante, más que la batalla del Jarama en la guerra civil.

ANTONIO COSTA GÓMEZ