Pol Antúnez.

Las historias de Rebecca F. Kuang no dan margen a la relajación, suelen ser muy dinámicas y tremendamente intensas, con una gran cantidad de matices escondidos en cada una de sus líneas. Cuando uno ve el tipo de géneros a los que se suele enfrentar esta autora, le es difícil comprender el “porqué” de ‘Amarilla’, pero veréis cuando terminéis el libro, que, aunque se trate de una historia terrenal, sin dragones ni héroes bélicos, tiene todo el sentido del mundo.

Lo tiene, porque el mundo de las redes sociales puede ser un lugar más hostil que cualquier mundo bélico. Y se puede ver dentro de la disección del mundo digital que lleva a cabo esta novela, con todo el misterio, la polaridad, la violencia y crudeza que conllevan estos espacios.

En este contexto, nos damos de bruces con una historia de una amistad interrumpida de la forma más rocambolesca posible, lo que eleva el ritmo narrativo hasta el límite de lo soportable, para empezar a abrir melones uno detrás de otro que no se van a cerrar en ningún momento, y esa es precisamente la gracia de cómo Rebecca enfoca lo que nos cuenta. Desde el principio se nos abre la puerta a la relación particularmente tóxica entre la autoría de las obras y el derecho de propiedad, difuminando ese concepto mitificado de la esencialidad del artista para vendernos la obra creativa como un proceso de muchas influencias distintas. Nos habla sobre la apropiación cultural y el derecho que podemos o no tener a apropiarnos de historias que nos son ajenas como individuos, pero también como colectivo. Y también sobre el precio de la fama, la fabricación de bulos y el marketing digital en el mundo editorial.

Como decía, una gran cantidad de conceptos, que como si de una paleta de colores se tratase, se utilizan para irse entremezclando en una maraña de misterio cibernético y de manías persecutorias que parece no terminar nunca. Unos conceptos que no se desarrollan, lo cual es un gran acierto, en primer lugar, para no pecar de exceso de pretenciosidad dando respuestas a problemáticas que la sociedad todavía no ha sabido solventar, y en segundo lugar, porque ayuda al lector a meterse rápidamente en la piel de la protagonista y generar una auténtica adicción capítulo a capítulo.

En definitiva, exceptuando la mención de ideas de tremendo interés popular y contextos de rabiosa actualidad y alguna que otra crítica social al uso de las redes sociales, no encontraréis nada más que una historia de misterio y persecuciones, ¡pero qué historia de misterio y persecuciones!

Pol Antúnez Nart