Raquel Martínez. @raquel.martinez.escritora
Madrid. Lugar de la acción (con permiso, parafraseando al gran Shakespeare). Una serie de homicidios aparecen en la capital, y sus aledaños. Todo apunta que son asesinatos al azar, pero hay algo que los une. En el lugar del crimen, el autor deja su firma, una balanza. El caso se le encomienda a la Inspectora de Homicidios Claudia Ruiz, esa clase de policía, que posee, la determinación, el coraje y ese sexto sentido, llamado intuición para estar al frente de esta investigación en la que las víctimas parecen que no siguen ningún patrón, ni un orden racional.

Pero la racionalidad precisamente no determina los actos de quien comete estos crímenes en las sombras. Está más bien movido por otro sentimiento, o más bien por otras ansias mucho más humanas que las personas encargadas de darle caza.
Sucesivos hechos en la investigación, que gira cada vez que aparece una nueva víctima, dejan a descubierto un sistema en el que, por desgracia, priman los galones en vez de la astucia, y llevará a la Unidad de Homicidios, huérfana del mandato de la Inspectora Ruiz, y encabezada —o mejor dicho desencabezada— por alguien, cuya ineptitud queda demostrada en su ascenso a base de trepar, atribuyéndose méritos de terceros que se dedica a ningunear.
Pero como todo lo que sucede en esta novela, volverá a dar un giro, que no te esperarás, y conseguirá que no levantes los ojos de la lectura, haciendo tus propias teorías. Hazme caso. No lo intentes, va a ser en balde. Porque cuando la justicia es ciega ¿donde está la línea que separa el bien y el mal? ¿La intervención humana es una forma de ley superior? Entonces, quién debe ser juez y verdugo ante las injusticias que no llenan los tabloides o los juzgados con seudodenuncias.
Protagonistas impecables y secundarios de lujo
Si algo caracteriza a Veredicto Escarlata es la construcción de sus personajes. No centrándose solo en los protagonistas, todo personaje que aparece tiene un rol y una misión aunque en un principio te parezca nimia.
Ya he hablado de Claudia, nuestra protagonista principal, y en la que recae gran peso de la novela. Los autores crean en su descripción a una mujer de su tiempo, inteligente, perspicaz, sin caer en clichés. Una mujer hecha a sí misma, empoderada y capaz de dominar situaciones complicadas con una capacidad resolutiva de solo aquellos que trabajan para aquello que han nacido.
Dante… que puedo hablar de Dante, aparte de que os leáis el libro. Un personaje complejo, de aquellos que se construyen buscando una luz en los fondos más bajos de la sociedad. Con una visión aguda y particular del mundo, sobre todo el que le ha tocado vivir.
Pero tenemos un gran elenco de secundarios, que no se quedan en meros espectadores de la acción mientras sucede. Hacen que la narración de esta novela tenga una vibración única que va a hacer las delicias de aquellos que les gusta un buen thriller entre manos, pero como todo en el universo Veredicto Escarlata, nada al uso, ni común.
Prepárate para adentrarte en asesinatos creados con maestría y originalidad, una línea de investigación perfectamente estructurada, giros de guión cuando piensas que ya tienes la trama cogida por los pies. Un cóctel perfecto que muy pronto verá su secuela.

