JOSÉ LUIS MUÑOZ

El clan Penn al completo en este drama familiar que linda con el thriller: el padre como director y actor; su hija como su hija y lo mismo su hijo. Drama familiar irregular a pesar de la siempre briosa dirección a que nos tiene acostumbrados este actor que se ha puesto seis veces detrás de la cámara y no siempre acierta: El juramento era muy buena, y no estaba nada mal Hacia rutas salvajes.

En El día de la bandera el actor cuenta una historia verdadera y se mete en la personalidad de John Vogel, un padre de vida disfuncional y doble: incapaz de encontrar un trabajo serio, se convierte en delincuente de poca monta, inventa productos absurdos que no consigue vender, falsifica billetes y atraca bancos a la desesperada para mantener a su familia. John Vogel adora a su hija Jennifer (Dylan Penn), a la que consigue hacer suya hasta que ella descubre quien, tiene una relación mala con su hijo Nick (Hopper Penn) y turbia con su esposa alcohólica Patty (Katheryn Winnick, la inolvidable Lathgertha de Vikingos).

Contada desde el punto de vista de la hija Jennifer (está basada en su libro de memorias), sorprende el poco feeling entre ese padre e hija reales en la ficción. Tampoco se entiende la adoración de la hija hacia ese padre paradigma del fracaso del sueño americano como no sea porque siente lástima por él. La trama, débilmente hilada, va a saltos. Las secuencias intensas en dramatismo se alternan con otras edulcoradas y ralentizadas como los valses envolventes al modo de las películas de Terrence Malick con quien Sean Penn hizo uno de sus papeles en El árbol de la vida. El John Vogel interpretado por él irrita más que convence por su histrionismo pasado de vueltas en el que cae con mucha frecuencia el actor cuyo rictus perpetuamente amargo es un escollo para la empatía.

Tiene buenos momentos este film irregular —John Vogel simulando una falsa conversación de trabajo por teléfono cuando su hija ha desconectado el aparato y descubre la falacia—, pero abundan los malos, subrayados por melodías edulcoradas de Joseph Vitarelli. Quizá le haya perjudicado a Sean Penn la excesiva endogamia de su reparto en el que solo falta la madre de las criaturas y exesposa Robin Wright, con la que contó en El juramento, sustituyendo a Katheryn Winnick.